martes, 12 de junio de 2007

Lomo con apología


Días atrás, Sebita estuvo en casa. El negocio no le está funcionando y necesitaba algo de efectivo. Me llamó por teléfono y yo aproveché para invitarlo a cenar. Hacía mucho que no nos encontrábamos y el cuerpo ya me estaba reclamando su contacto.

Es que con Sebis tenemos un pacto tácito que nunca hemos quebrantado: en nuestros encuentros no existen los formalismos y siempre (pero siempre, siempre) tenemos sexo. Sin más ni más. Tenemos una química inmejorable y lo supimos desde el instante mismo en que nos conocimos. Pero esa será historia para otra oportunidad.

Cuando llamó al portero eléctrico, yo acababa de ducharme y estaba en la cocina comiendo una banana. Había estado toda la tarde con un cliente y me había dado mucho hambre. Cuando oí el timbre, salí corriendo hacia el dormitorio y no tuve tiempo de buscar algo especial para lucirle. Me puse lo primero que encontré a mano y fui a abrir la puerta.

Él sí había tenido tiempo para preparar su vestuario. Llevaba una remera blanca sin mangas que lucía muy bien su musculatura; unos jeans oscuros que le ajustaban inevitablemente los glúteos; zapatillas blancas de marca y ¡la infaltable gorra verde con la visera hacia atrás que yo tanto detestaba! Al abrir la puerta del ascensor, lo primero fue un fortísimo abrazo, luego un beso en los labios y los cálidos saludos de siempre:

- ¡Qué fuerte que estás, guacho puto! -él.

- ¡Guacho será tu hoyo, cabrón culo roto! -yo.

Obvio que le ofrecí una banana (en mi casa es un rito sagrado) y él aceptó con gusto. Se la pelé y se la di en la boca.

- ¿Hace cuánto que no comía tu banana? -preguntó con picardía y la boca llena.

- Mucho más de lo que quisiéramos...

Y allí se acabaron las palabras. Nuestros cuerpos necesitaban reconocerse después de tanto tiempo. Sebis se me colgó del cuello y me comió los labios. Pero con tanta pasión y ternura que al instante tuve una erección. Compartimos nuestras bananas entre saliva y lengüetazos y, como siempre, nuestras pieles en contacto generaron una estática cachonda que al irradiarse en derredor calentaba hasta las paredes. Poco a poco, fuimos recordando los añorados sabores del otro. Y entretanto, Sebis me fue desnudando con la pericia que le ha dado la profesión. Quitarme la remera fue un juego de niños. El pantalón fue un desafío. En el apuro, cuando llegó había tomado uno viejo que casi no me iba. Tan endiabladamente ajustado lo llevaba que tuvo que romper la magia del beso y arrodillarse frente a mí para bajar el pantalón con fuerza (momento en que aproveché para quitarle la remera y dejar al descubierto ese torso torneado que tanto me calienta). Allí descubrió que no había tenido tiempo de ponerme boxer y mi verga quedó frente a su nariz, turgente y poderosa. Sebis se quedó un instante con la mirada fija, sin decidir si le daba más gusto contemplarla o saborearla. Claro que no tardó mucho en decidirse y se la tragó con presteza.




Debo confesarlo: no suele gustarme que me hagan sexo oral, pero Sebastián tiene el don de hacerme perder el control cuando lo hace. ¡Al punto de no poder evitar la eyaculación! Por fortuna, no fue este el caso. Antes de que fuera demasiado tarde, saqué la verga de entre sus labios y lo invité a intercambiar roles. Al cabo, yo también ardía en deseos de chupársela. Tiene una pija acorde al resto de su cuerpo: tersa, suave, pero fibrosa y de grandes proporciones. Él jamás lo confesará, pero yo sé que está muy orgulloso de lo que lleva entre las piernas. Alguna vez lo sorprendí, sin que él lo notara, jugando con su poronga frente al espejo. Fue muy gracioso, además de excitante. Como un niño que descubre sus potencialidades y no se anima a hacer alardes frente al público pero, en privado, sueña con ser un superhéroe.

- ¡Hey! ¿No me la vas a mamar?

Me había quedado tildado con los recuerdos. Pero cuando regresé a la realidad, con su verga a flor de labios, me puse de pie y le dije que no. Tenía toda la noche para eso.


- Primero hay que preparar la cena.

El menú de aquella noche era lomo al champignon con papas a la crema, una de mis especialidades culinarias. Me puse mi delantal preferido (tiene la silueta de un negrazo musculoso y un agujero a la altura de la entrepierna para pasar pasar el pene), me lavé las manos, serví dos copas de vino y me puse a trabajar. El lomo ya estaba fileteado y, en tanto Sebita se entretenía con mis nalgas, charlábamos de bueyes perdidos y yo doraba la carne y los champignones en manteca. Pelé las papas, las corté en rodajas, las puse a hervir, piqué cebollas y las rehogué también... Yo le hablaba de mi cliente de aquella tarde. Sebis trataba de distraerme besuqueándome la nuca y la espalda, frotándome la verga entre las piernas o pajeándome lisa y llanamente (un asistente de cocina muy peculiar, como podrán imaginarse) pero yo seguí fiel a mi tarea.

- El tipo quiere un trío para la semana que viene. Te prendés ¿no?

- Claro, boludo. Necesito plata. El geriátrico de mi vieja me está comiendo los riñones y los clientes andan bastante cortos últimamente.

- No te calentés por eso. Sabés que yo te puedo ayudar. Lo de este tipo es buena guita y él está bastabte pasable.

- No importa, loco. Yo ya estoy jugado. Con tal que garpe, me da lo mismo si es un pedazo de bofe.

En qué momento se había terminado el cachondeo no lo sé. Pero traté de que la conversación no se desbarrancara hacia el pesimismo y la depresión.

- No hables así. Ya vas a ver que todo se va a mejorar...

- ¿Mejorar? -me soltó la verga y se bajó la copa de vino de un solo trago- Este laburo es una mierda.

Se avecinaba el desastre, pero hice lo posible por evitarlo.

- No digas eso: es un laburo como cualquier otro...

- ¡Sí! ¡Seguro! -gritó- Como si uno pudiera ir por la vida levantando la banderita de taxi libre.

Los que me conocen saben que decir algo así en mi presencia es como escupirme un ojo. No obstante, como lo quiero mucho y sabía que estaba pasando por un mal momento, traté de remarla.

- No es tan así... Yo me siento muy orgulloso de lo que hago...

- ¿Orgulloso? ¿Tanto?

- ¡Por supuesto que sí! ¿Por qué te asombra? Esto ya lo hemos discutido infinidad de veces. -por más que deseaba evitarlo, el temperamento me iba ganando- Yo no engaño, no robo, no obligo, respeto al cliente... soy honesto y profesional... y como profesional cobro por lo que hago. Y me pagan porque mi trabajo vale.

- Mirá... Está bien que te forren de billetes, pero de ahí a sentirte orgulloso por vender el culo...

Y ahí sí que me enojé.

Deploro esos argumentos patéticamente moralistas.

En principio, yo no "vendo" mi cuerpo. Mi cuerpo es siempre mío. Me pertenece y lo cuido con esmero porque me gusta verme bien y, de paso, satisface a los clientes. Un servicio más. Pero de calidad. ¿Acaso no se venden los alimentos? ¿Acaso no se trafica lícitamente con la salud? ¿Acaso la indumentaria y la vivienda escapan a las reglas del mercado? Si las necesidades básicas del ser humano han sido mercantilizadas desde que el mundo es mundo en pro de una mejor calidad del producto y una mejor calidad de vida, ¿por qué tiene que ser distinto con el placer y el sexo, necesidades tan básicas y honorables como las anteriores? ¡No me jodan! Mi trabajo es tan digno y necesario como el de una costurera o el de un panadero.

- Sí, sí. Todas las vacas son tuyas. Pero yo cojo por plata para no cagarme de hambre y no le doy tantas vueltas al asunto.

- ¡Y ahí está tu error! Porque, más allá de lo que puedas cobrar o no, te gusta coger.

- ¿Y con eso?

- Si vas a cobrar por hacer lo que te gusta, hacelo bien y sacale provecho. ¡Y olvidate de las pelotudeces occidentales y cristianas!

- ¿De qué me estás hablando?

- Vos sos un tipo capaz y, como yo, tuviste la ventaja de una buena educación. No sos como Pascual, que dejó el cole en tercer grado. Eso, más que un privilegio, te genera una responsabilidad...

- ¡Ah, claro! ¡Ahora me vas a echar la culpa de la prostitución en el mundo!

Odio que los chavones inteligentes se nieguen a razonar. Lo que yo quería hacerle entender era otra cosa muy diferente. La palabra "culpa" no figura en mi diccionario. Para eso ya está mi vieja (que tendría mucha mierda para lanzar en este tema).

Es cierto que no todos mis colegas (mujeres, varones y un larguísimo etcétera) han tenido la inquietud, la oportunidad o la capacidad de reflexionar sobre este asunto. Concedo que la gran mayoría asume esta profesión impelidos por la miseria, la ignorancia, el abuso o la ausencia de valores. Algunos pocos la consideran solo un medio para ganar dinero fácil y son menos aun los que se llenan los bolsillos de oro con ella (hablo de los que la ejercen y no de los que la explotan). Sin embargo, los detractores de la prostitución suelen limitarse exclusivamente a lo empírico, a lo que es, a lo que ven día a día en las calles, sin ahondar demasiado en la esencia y en las potencialidades de una actividad que (si fuera despojada de moralinas y correctamente regulada en términos sanitarios) podría ser de gran utilidad en esta sociedad de mal cogidos...


Sebis había vuelto a abrazarme.

- Cómo me calienta que hables en difícil...

Tenía la pija muerta aunque el tono de su voz y el sudor de sus manos daban pruebas de lo que estaba diciendo. Pero lo ignoré de una y seguí con el discurso.

Por supuesto que la realidad de casi todos los que ejercen la prostitución poco ayuda a la hora de las reivindicaciones. La gran mayoría apenas puede comer y sobrevivir en un submundo que más se parece a un matadero que a un sindicato. Este es un problema social, una papa caliente que todos prefieren ignorar y, en vez de buscarle una solución, se nos estigmatiza y se nos criminaliza. Y tanto es así que nosotros mismos terminamos por creernos el cuento, en vez de valorar y jerarquizar nuestro trabajo. En ese aspecto, el laburo de la calle también es como cualquier otro: corrupción, desidia y falta de compromiso acosan a todas las áreas de lo laboral. El buen servicio, el prestado honestamente con profesionalismo y orientado hacia la plena satisfacción del cliente, es una especie en extinción. ¡Cuánto más en una actividad que se ejerce comúnmente desde las catacumbas de lo "inmoral" y lo "pecaminoso"!


Decía esto último justo en el momento en que agregaba la crema de leche y tapaba la cazuela para el hervor final.

Aprovechando la pausa, Sebis se colgó otra vez de mi cuello y me besó con tanta behemencia que las ideas se me borraron al instante. La verga se le había vuelto a parar y todo su cuerpo ardía. Mágicamente, me quitó el delantal, me alzó en brazos y me llevó a la habitación. La gorra verde desapareció en el trayecto. Me dejó caer sobre la cama y se echó sobre mí en una soberbia confusión de formas y sudores. No sé cómo ni cuándo se colocó el preservativo. De espaldas a él, alcé las caderas y me abrí las nalgas para que pudiera hacer lo suyo. El guacho es un maestro con la lengua. Nadie me calienta como él cuando me lame el culo. Sabe muy bien lo que me gusta y disfruta haciéndome gozar. Minutos después, calzó mis pantorrillas sobre sus hombros y me penetró con ganas.






Muchos podrán decir que, siendo un profesional del sexo, estas cosas ya no me deslumbran. Pero una poronga como la de Sebastián se disfruta sin miramientos y no hay deformación profesional que valga. El tipo coge sin sutilezas. La mete y la saca con convicción. Desde la punta hasta el fondo. Todos los músculos se le tensan y le dan un aspecto perverso que no tiene par. Es uno de los pocos que conozco que sonríen mientras lo hacen y que se mantienen atentos a su propio placer y al de su compañero. Siempre vale la pena dedicarle una movida al hermoso Sebita.

Obvio que, ensartado como estaba, yo también la tenía dura y tanto era el goce que dejé de pajearme para no acabar antes de tiempo. Una cogida semejante merece ser gozada hasta el final. Su carita de ángel se había demonizado y sus manos me aferraban con furia en cada empellón. Yo acariciaba su vientre, plano y marcado, y pellizcaba sus pezoncitos duros y puntiagudos. Nuestros gemidos y jadeos eran la música incidental perfecta para esa superproducción del orgasmo.

Sentí que ya no podría aguantar mucho más. Entonces estiré los brazos, amasé sus nalgas y, mientras él seguía penetrándome con violencia, le metí un dedo en el culo. Es algo que no puede superar. Sépanlo: en mi amigo Sebastián, un dedo en el hoyo desata inevitablemente la catarata de leche. Con un grito ahogado, empujó por última vez su verga dentro de mí y acabó segundos antes de que la mía estallara sin necesidad de tocarla.





Durante unos instantes la vida se detuvo. El tiempo nos dio una pausa para que pudiéramos aprovechar a pleno esos últimos estertores de placer. Luego, Sebis se desplomó a mi lado y yo lo estreché con fuerza... y cariño.

La cena ya estaba lista. Una duchita rápida y después a seguir disfrutando.

- ¿Qué hago? -me preguntó. Sin esperar un nuevo sermón pero conciente de cuál sería mi respuesta.

- Algo sencillo pero no fácil: creer más en vos mismo.

Serví más vino y continué:

- Tenés un lomo espectacular y un talento especial para el sexo. Te falta explotarlos en tu beneficio. Yo creo que deberías jerarquizar tu trabajo y mejorar la clientela...

- ¿Y por dónde empiezo?

Hice una breve pausa para tragar el bocado de carne y, de paso, pensar en la respuesta.

- Mmmmm... Aprender inglés no te vendría mal... dejar la calle... un poco de publicidad... ¡y quemar esa gorra!

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Oi, achei teu blog pelo google tá bem interessante gostei desse post. Quando der dá uma passada pelo meu blog, é sobre camisetas personalizadas, mostra passo a passo como criar uma camiseta personalizada bem maneira. Até mais.

Lucho´s dijo...

Me pasa que cuando leo tus relatos tengo una gran dicotomia, no se si tocarme, o salir corriendo a darme una ducha frio!

Perdon que sea tan explicito, pero al que no se le para con estos relatos...existe algo llamado viagra...

Beso enorme Zeky

Anónimo dijo...

Ummm Zeky´s... Por esta vez, me voy a poner un poco más trascendental... Honestamente, no me había dado cuenta de cual era tu trabajo, y honestamente, me da igual, te sigo considerando igual que antes! es decir, muy bien!

En cuanto a lo que pienso sobre las prostutición es parecido a lo que pienso en otras muchas cosas: en tanto que uno haga libremente lo que quiere, y no dañe a nadie, adelante! Si es la profesión elegida, me parece tan digna como otra cualquiera, al margen, claro del tema de la marginalidad!

Así, que olé por ti! Asi de claro! Y a Sebis, dile sencillamente, que si tiene claro que quiere dedicarse al sexo profesional, joder, pues como cualquier profesión: que lo haga lo más digno posible... Supongo que la calle tiene que tener muchos problemas... Pero también supongo que eso se puede mejorar, no?? A ver hablo desde el desconocimiento, ok? si meto la pata, no me lo tomes en cuenta!! ;)

En Chueca, en MAdrid, hay un local frecuentado por chaperos, el Blank & White, mítico en la movida madrileña de los 80... Allí te puedes encontrar a famososo buscando favores... y a gente tomando una copa, si más! Estos chaperos, al menos por fuera, no se les ve "marginales" ni nada por el estilo... En fin, no sé!

Pero vamos, que chapeau por tí!! jajajajajaja. En diciembre iré pa Buenos Aires!! Pero no reclamo tus servicios, eeeeeh?? jajajajajajaja

Enga, un besote!! ;)

PD: el relato, como siempre, más caliente que una estufa... ;)

Trevor dijo...

WOW genial estoy totalmente contraido mis musculos no dan mas mañana va a parecer que estuve haciendo gambas en el gimnacio...muy bueno tu relato lo contas genialmente bien un abrazo grande

Don Arturo de Quilpue dijo...

Mi Dios!!!!!! Con tu blog ya no necesito viagra!!!!!!

Anónimo dijo...

Una sociedad de mal cogidos, jaja , qué razón tienes, aunque aquí decimos, "mal follados", creo que no es tu caso, jaja, excitante, el relato, como todos los tuyos, bsos

Javier dijo...

A parte del más que sobresaliente erotismo, tal vez lo que más me interese es el debate que abres sobre la prostitución y su dignificación, creo que es un tema muy rodeado de hipocresía, al fin de cuentas no es cada uno libre de decidir su forma de vida, y pensemos en el carácter social, cuanta gente puede gracias a la prostitución acceder a una relación sexual, que de otra manera no podría.

Anónimo dijo...

Como en tantos otros temas, la prostitución ha sido, desde tiempos inmemoriales, criminalizada y desvirtuada. Me pareció muy valiente tu postura (cuac).
Además, el texto es altamente cachondo. ME ENCANTÓ.

Besotes desde las callecitas de la siempre misteriosa Buenos Aires.

Thiago. dijo...

Me gusta como te quedó y te envidio tener alguien para sacarte las ganas, yo no sirvo para booty call.

Unknown dijo...

lucho.- La opción es muy simple: primero te hacés una buena paja y después te vas a dar una ducha!!!! juas!!!

quino.- qué bueno que un relato mío haya generado reflexiòn además de calentura!!!!

trevor.- y cómo venís con las gambas?

don arturo.- eso es todo un milagro!!! A ver si cuando me muero me canonizan!!!! juas

jag.- no es que quiera darme corte, pero sep: no es mi caso.

pe-jota.- en los próximos posteos voy a tratar ese tema de los que tienen su primera vez con un/a prostituta/o.

huije.- tenés toda la razón: todas mis posturas son valientes!!! juas!!!! (es un chiste ¿eh?)

thiago.- estoy seguro de que ha de ser porque no te has esforzado lo suficiente, juas

Anónimo dijo...

Verdaderamente fotos insuperables. Hay una arriba concretamente que es una penetracion. que parece cuando entra la biela en un cilindro...pero si el pene es mas recio que cualquier biela ROCCO 6

Anónimo dijo...

Heyas ive just joined[url=http://www.seattlepi.com/piuser/showuser.asp].[/url]