miércoles, 29 de julio de 2009

Sería Fantastic

Hoy los voy a sorprender creo yo.

Hoy nada de sexo... Solo una canción de Joan Manuel Serrat que he encontrado en Youtube y que me ha gustado mucho. Espero que puedan hacer un alto entre paja y paja y tengan la oportunidad de disfrutarla. Vale la pena...




www.quedeletras.com



Por si hubiera por allí alguien que no comprende el catalán, voy a ser bueno y les transcribiré la traducción de lo que se dice más arriba...

Sería Fantástico.

Sería fantástico
que anduviera equivocado
y que el baño no estuviera ocupado.
Que hiciera un buen día
y que no nos engañaran en el peso.
Que San Pedro ni aunque le pagaran cantase.

Sería fantástico
que nada fuera urgente.
No pasar nunca de largo y servir para algo.
Ir por la vida sin cumplidos
llamando a las cosas por su nombre.
Cobrar en especies y sentirse bien tratado
y mearse de risa y dejar volar palomas.

Sería todo un detalle,
todo un síntoma de urbanidad,
que no perdiesen siempre los mismos
y que heredasen los desheredados.

Sería fantástico
que ganara el mejor
y que la fuerza no fuera la razón.
Que se instalara en el barrio
el paraíso terrenal.
Que la ciencia fuera neutral.

Sería fantástico
no pasar por el tubo.
Que todo fuera como está mandado y que nadie mande.
Que llegara el día del sentido común.
Encontrarse como en casa en todas partes.
Poder ir distraído sin correr peligro.
Sería fantástico que todos fuéramos hijos de Dios.

Sería todo un detalle
y todo un gesto por tu parte,
que coincidiéramos, te dejaras convencer
y fueses tal como yo te he imaginado.

Joan Manuel Serrat.


Por dios!!!!! Qué lindo estaba el viejo en aquella época... juas.




lunes, 20 de julio de 2009

FELIZ DÍA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


No sé qué joraca tendrá que ver con la llegada del hombre a la luna, pero dicen que la fecha elegida para el Día del Amigo tiene que ver con eso.

Sea lo que sea,


FELIZ DÍA PARA TODAS Y PARA TODOS!!!!!!!


Y no se olviden del nevo saludo, juas.



jueves, 16 de julio de 2009

Importante consejo!!!!!!

Vieron que ahora no es recomendable saludarse con un beso o dándose la mano?

Bueno, implementemos este nuevo saludo para prevenirnos de la gripe A, juas.

martes, 14 de julio de 2009

La gripe porcina y la madre que me parió!!!!

Pocas cosas me irritan tanto como ser despertado de madrugada sin una razón valedera. Y Sony lo sabe. Pero su criterio difiere grandemente del mío en lo que se refiere a la importancia que le damos a ciertas cuestiones y, sobre todo, en el significado de la expresión "de madrugada".

Eran las 11:AM. Yo dormía profundamente después de una noche de trabajo como pocas. Al cliente se le había ocurrido jugar a la maestra. Él era la maestra. Llevaba un delantal blanco abotonado por delante, peluca rubia a lo Marilyn, falda tableada y zapatos de taco aguja. Para mí había preparado pantaloncito corto, camisita blanca con corbata roja, calcetines de rombos hasta la rodilla y zapatones negros, sin olvidar un maquillaje ad hoc: peinado a la gomina, lentes de marco oscuro, pecas dibujadas con fibrón y una gran paleta multicolor que yo debía lamer constantemente con actitud provocativa. Toda una puesta en escena orientada a crear una ilusión de escuela primaria donde la maestra tomaba lección a su alumnito. El tema del día: las distintas posiciones del Kamasutra. Y el muy jodido se empeñó en no dejar ninguna afuera. Toda la noche contorsionándome para metérsela por delante, por detrás, por arriba y por abajo. Y después hay quien dice que lo nuestro no es laburo.



Bueno... once de la mañana y Sony que viene a despertarme.

- Llamó tu mamá.

Lo miré sin comprender qué me decía. A mi vieja no la veía desde hacía meses. Desde aquella mañana en que se presentó en mi casa de improviso y dio lugar a una muy desagradable situación, mis visitas a la casa materna se espaciaron notablemente y con la excusa de mi viaje a Europa logré convencerla para que abriera una cuenta corriente. Desde entonces, ya no necesito verla para entregarle la mensualidad: las transferencias bancarias son un invento maravilloso.

Sin entender de qué venía la cosa, reaccioné como mejor pude:

- Decile que no estoy... Que llame más tarde...

- Ya cortó, bobo.

- ¿Y entonces para qué mierda me despertás?????? -estallé.

- Es que está enferma y necesita alcohol en gel.

Historia vieja. Mi madre fue desde siempre una mujer hipocondríaca. Enfermedad que llegaba a su conocimiento, peste que la terminaba afectando. O al menos eso es lo que ella terminaba creyendo y afirmando. ¿Qué podía esperarse en las circunstancias actuales?

Veinte minutos había estado al teléfono, contándole a Sony lo mal hijo que soy, que ella está en cama con gripe porcina, volando de fiebre, sin poder moverse de la casa para ir a la farmacia a comprar alcohol en gel. A través del relato de Sony, podía escucharla e incluso imaginar todo lo que mi amigo se cuidó de no contarme, por pudor.

Lo de mi vieja es normal. Estoy acostumbrado. Sin embargo, lo que me tomó por sorpresa fue verla multiplicada por decenas y por miles, en las calles, en la televisión. No sé qué habrá sucedido en otros países pero en Buenos Aires se ha desatado una verdadera sicosis que, a mi entender, es más nociva que la pandemia en sí. Ya no tenemos crisis, ya no hay corrupción, ya no hay inseguridad... ahora tenemos gripe porcina acechando a las personas buenas que pagan sus impuestos y ya nada más importa. La gente camina usa barbijos, por la tele nos repiten y repiten que debemos lavarnos las manos por lo menos diez veces al día, no dar besos, no abrazar, no tomar mate, no reunirnos... Todo el mundo paranoico. Todo el mundo amenazado por un virus que no puede ver y que puede estar en cualquier lado...

Ahora... digo yo... ¿cuántas de esas personas que han alterado su modus vivendi en función de la nueva peste cogen con forro? No me cabe duda que el vih es una infección mucho más importante que la gripe, por más porcina que sea. ¿Cuántas de esas personas que ya no le dan la mano a nadie tienen el hábito de ajustarse el cinturón de seguridad cuando suben al auto? ¿Cuántas cruzan la calle por senda peatonal? ¿Cuántas usan casco cuando se montan en la moto? Mueren muchas más personas en accidentes de tránsito (la mitad de ellas son peatones) que las contabilizadas hasta el momento por complcacionmes de la gripe. En Latinoamérica todavía hay gente que muere de dengue, de cólera, de mal de chagas... y nadie se persigue por ello. ¿Será porque los medios de "comunicación" no hacen tanta alharaca con esos males que ya no venden? A mí que me perdonen pero creo que tengo más posibilidades de morir atropellado por un camión que de gripe A. Somos unos 40 millones de habitantes en la Argentina y hasta el momento ha habido unos 100 desenlaces fatales. Una cifra apenas superior al índice de mortandad por complicaciones de la gripe común. Yo no digo que no tomemos precauciones. Solo pido un poco de cordura y que tratemos de continuar con nuestra vida sin obsesionarnos. Que el miedo y la sicosis también pueden fustigar nuestras defensas y hacernos más propensos a las enfermedades. Eso sin mencionar el gran, el enorme, el fantástico, el inconmensurable NEGOCIO que se ha armado alrededor de este asunto.

En otras palabras: LA GRIPE PORCINA ME TIENE REPODRIDO. Y hasta en mi propia casa he tenido que soportar los efectos de la paranoia.

A mi vieja le mandé varios frascos de alcohol en gel por un servicio de mensajería. Lo último que necesitaba era tenerla frente a mí reprochándome una vez más lo mal hijo que soy. Lo de que estaba en cama con gripe A no se lo creí ni por un momento (ha mentido tanto con el tema de sus enfermedades que el día que esté enferma de verdad le va a suceder como a Juanito y el Lobo).



Me di una larga y reconfortante ducha caliente. En una de esas tiendas exóticas que él suele frecuentar, Sony compró unos jabones con perfume a flores silvestres que son realmente decontracturantes. No sé cuál es el secreto, pero al enjabonarme el aroma se esparce por toda a estancia (supongo que favorecido por el vapor) y crea un ambiente de bosque que me libera de todas las tensiones. Luego de un tiempo prudencial (con el claro propósito de encontrarme en mi mejor estado), Sony se presentó ya desnudo y se metió bajo la ducha junto a mí.


Ha cambiado mucho desde que vive en casa. Lo veo más hermoso cada día. Y esta, más que una apreciación de tonto enamorado, es un hecho fáctico: ha abandonado la calle y ahora solo trabaja con clientes fijos. Estaba desperdiciando su belleza y sus talentos con los clientes baratos que levantaba por Florida. Ese culito reventón merece un trato especial. Todo él lo merece. Incluso ahora lo veo más grande, menos nenito y, sin embargo, no ha perdido ni un ápice de su sensualidad aniñada. ¿Pueden creerme? ¿Se entiende lo que quiero decir? Aun en los momentos de mal humor, verlo a mi lado me relaja, me genera una sensación de bienestar que desconocía hasta su llegada... El amor debe ser eso ¿no? Aunque todavía no le hemos puesto nombre a nuestros sentimientos. Para chicos como nosotros puede resultar difícil el hecho de afrontar los afectos de cara a un futuro. Creo que estamos abriendo un capítulo nuevo en nuestras vidas y tal vez en la de muchos otros. La tradición dice que nosotros no debemos enamorarnos...

Con una sonrisa incomparable (como es siempre su sonrisa en nuestra intimidad) se acercó a mí y, sin decir palabra, rodeó mi cintura con sus manitos suaves. Nos besamos: él cerrando los ojos y yo observando el imperceptible ondular de sus párpados mientras degustaba el sabroso calor de sus labios y la delicada invasión de su lengua. Sus manos incursionaron en mi entrepierna y las mías recorrieron sus hombros y su espalda. El beso continuaba y el roce de nuestros vientres tuvo que abrir paso a la presencia de las vergas que no habían podido (ni querido) mantener la discresión. Eso es algo que, muy a pesar de mi vasta experiencia, sigue conmoviéndome como el primer día: la resolución y el empeño con que el pene impone su rigor, ignorando (muchas veces a conciencia) los deseos y necesidades de su supuesto dueño. Supuesto porque no es cierto que el hombre sea "dueño" de su pene, del mismo modo que no lo es de tantos otros órganos que funcionan ajenos a su voluntad. El pene se gobierna solo y eso es lo maravilloso: ¡No nos deja mentir! La piel y el ritmo cardíaco son sus cónmplices, pero el pene erecto es la prueba irrefutable de que lo que está sucediendo es placentero. Y si no lo es, nada ni nadie es capaz de obligarlo a demostrar lo contrario. Claro que en mis relaciones con Sony esto último nunca sucede (o al menos nunca ha sucedido hasta el momento). Sony tiene una manera de acercarse, de besar, de respirar sobre la piel desnuda, de acariciar, de entregarse, que lo transforman en un ser único, un chico que destila sensualidad en cada gesto, una sensualidad que no tiene nada de afectado. No es una diva fatal como las que solemos ver en las películas, esas que miran con aire felino y tienen calculado cada uno de sus movimientos. Muy por el contrario, Sony es un ser natural que solo te mira, diáfano y sencillo, y el deseo de besarlo es incontenible. Muchos me lo han dicho y yo lo sé mejor que cualquiera de ellos.


Mis manos descendieron hasta sus nalgas y las exploraron con placer meticuloso... ¡vaya la coincidencia entre la palabrita y mis intenciones, juas! Él no lo dijo en ningún momento, no lo necesitaba: su piel erizada era muestra de sus deseos. Disfrutaba mis caricias. No caben dudas de ello. Sus caderas hacia atrás buscando mis manos. El gesto vampiresco de sus labios en mi cuello. La agitada frecuencia de su resuello. Poco a poco, fue inclinándose ante mí, recorriendo mi pecho y mi vientre hasta instalarse frente a la impaciencia de mi erección. Tampoco fue necesario decir nada: el sexo es un lenguaje que no precisa de palabras. El agua tibia también recorría nuestros cuerpos y el vapor del entorno creaba un ambiente como de ensueño. Luego de una prolongada atención a mi entrepierna y urgido por un deseo devenido en necesidad extrema, Sony se puso de pie y apoyándose de manos en la pared, ofreció la ardiente predisposición de su trasero a la rigidez incontenible de mi verga. Sin hacerme rogar, lo penetré con prudencia. Mi excitación era tal que no podía darme el lujo de dejarme llevar, si pretendía que aquella tensión se extendiera en el tiempo para satisfacer plenamente a ambos. Todo cuerpo se hizo eco de la invasión. Un estallido de gozo que se fue intensificando a medida que yo entraba y salía. Mis caderas iniciaron su danza circular y mis piernas su mecánico sube y baja, apoyadando con firmeza mis pies junto a los de él. Mi torso volcado sobre su espalda y mi boca buceando en su cuello y en su nuca completaban el cuadro del placer. Ahora que lo pienso, la imagen de nuestros cuerpos sumidos en el sexo ha de ser sublime. Y no es inmodestia. Es simple certidumbre de que nuestra unión irradia felicidad. Solo eso.


Cuando acabamos, permanecimos el resto de la tarde en la cama, abrazados, mirando tele y disfrutando nuestra intimidad. Una preparación especial para lo que nos esperaba esa noche: el primer trabajo juntos. Uno de mis viejos clientes lo conoció por casualidad y quiso una sesión conjunta.

- Yo te advierto de una cosa: -me dijo Sony con mucho fastidio- al más mínimo estornudo del tipo ¡me hago humo!

Si tengo tiempo y ganas, ya les contaré los detalles de aquella desastroza experiencia...

jueves, 9 de julio de 2009

Remodelaciones


Como podrán ver, he renovado la decoración del blog. Confieso que no fue idea mía pero sí me he inspirado para que quedara lo mejor que posible.

Todo comenzó hace unos días, cuando llegaron los obreros que contraté para redecorar mi departamento. Esa sí fue idea mía. El empapelado ya necesitaba un recambio y los muebles, un respiro. Sobre todo el sofá del living, que ya estaba desvencijado a fuerza de tanto fuki-fuki, juas. Sin embargo, hay cuestiones en las que soy conservador y las paredes seguirán siendo blancas, como corresponde, lo único que ahora en vez de estar empapeladas lucen un sensacional acabado en yeso que me calientaaaaaa, jajajajaja. Compré un nuevo sillón de tres cuerpos, tapizado en cuerina negra (en esta casa se coge demasiado como para tener tapizados de pana, juas) y mandé a lustrar todos los demás muebles en tonos oscuros, de manera que hicieran contraste con los muros. Un par de cuadros por aquí y por allá y todo quedó muy pero muy bien.

Antes de que vuestras calenturientas cabecitas estallen de excitación les adelanto que ninguno de los obreros contratados estaba para darle. Me esmeré particularmente en que eso fuera así. Con tanto puto en la casa, si dejo entrar un chongo cogible lo que menos hubiera hecho hubiese sido trabajar. Y la idea no era esa. Los elegidos fueron tres tipos que me recomendó Horacio, el portero del edificio, que fue en verdad quien me advirtió sobre la conveniencia de que los trabajadores fueran "impresentables". Y la elección fue la correcta. Fue poco más de un mes y medio de trabajo entre polvo, golpes y cascotes, albañiles, plomeros y pintores, que dieron sus frutos: el depto ha quedado hermoso y como nuevo.


Cuando llegaron los obreros, Sony (que acababa de despertarse) se horrorizó.

- Ay, ¿de dónde sacaste a estos gorilas prehistóricos? -me reclamó.

- ¡Callate! Que más de un cavernícola te habrás comido cuando laburabas en la calle...

- ¡Atrevida! -me espetó con los brazos en jarra y poniendo cara de ofendido- Te gusta meterme el dedo en la llaga, justo donde más me duele... snif.

Me acerqué por detrás y lo abracé tiernito, lo besé en la nuca y le susurré al oído:

- Mmmm... Más me gusta meterte otra cosa, juas... Y si te enojás así otra vez, los echo a todos y te revuelco furiosamente entre las sábanas...

En ese momento, justo en ese momento, entró Florencio, el mayor de los albañiles, y con cara de "esto va a ser un trabajo muy duro" me preguntó dónde ponían los muebles de la sala para que no se dañaran. Era obvio que ya estaban advertidos sobre nuestras "peculiaridades hogareñas", juas.

Después de dictar las directivas generales, Sony y yo bajamos a desayunar (imposible hacerlo en casa) y fue en la confitería donde a él se le ocurrió la idea de redecoración total.

- ¡Claro! Al blog lo tenés bastante abandonado -me dijo-. Yo te puedo dar una mano de tanto en tanto, subiendo algún videíto o escribiendo alguna que otra boludez, pero la mano maestra es la tuya. Si vos no escribís, no sirve.

- Pero me insume mucho tiempo y no siempre tengo gamas de sentarme frente a la compu a escribir. Vos sabés que no soy un adicto a la máquina.

- Sí lo sé, pero lo que hacés es muy bueno y sería una pena que lo abandonaras. No al pedo tenés tantos lectores. Y seguro que serían muchos más si te pusieras un poco las pilas...

- Todo lo que quieras, pero la pregunta acá es "¿para qué?". Yo tengo facilidad para calentar a la gente con lo que escribo pero eso ¿le sirve a alguien?, ¿me sirve a mí?

Sony permaneció en silencio unos instantes y después respondió con una lucidez que (ahora que lo recuerdo) me deja pasmado.

- El "para qué" yo no lo sé. Pero de algo debe servir porque hay mucha gente que está esperando tus cuentos. ¡Preguntales! ¡Que te digan los propios lectores qué es lo que les gusta de lo que escribís!... Y a vos te debe servir en algo, si no, no lo harías... o no lo harías tan bien.

Me dejó pensando con la medialuna en la mano, juas.

- Ta bien, pero...

- Pero ¿qué?

- Algo tiene que cambiar. Hay algo que no me da satisfacción en este asunto del blog... No sé qué será, pero últimamente siempre hay algo que me frena.

- Es que te lo tomás como una obligación.

- Continuá.

- Fijate lo que te pasa con el laburo: a vos te gusta coger más que a nadie pero a veces te han llamado para laburar y les dijiste que ya estabas ocupado cuando no era así. Te podés dar el lujo de trabajar cuando querés y eso te da una libertad que no se paga con nada. Para vos el laburo no es laburo. ¿Me explico?

Se explicaba.

- Además, yo creo que tendrías que darle una lavada de cara...

- ¿?

- Sí, una lavada de cara. Hace un montón que armaste el blog y nunca lo renovaste. Esa imagen que le pusiste en el encabezado es una cagada. Lo dijiste más de una vez y nunca la cambiaste. Sería bueno que le cambiaras un poco el aspecto...

Y por ahí empezamos.

Esa misma tarde, cuando regresamos a casa después del almuerzo (sí, la charla fue mucho más extensa y nos sorprendió el mediodía), nos encerramos en el dormitorio con la laptop y pusimos manos a la obra. Lo primero fue encontrar una nueva plantilla, una que me dejara satisfecho. Yo quería una de tres columnas y después de muuuuucho buscar encontramos una muy bonita. Desde la sala llegaban las voces y los ruidos de los albañiles, que quitaban el papel de la pared y demolían el tabique que dividía la sala del comedor.

- Una vez tuve una historia con un albañil -me comentó Sony desde la nada.

- ¿Con uno solo????

- Bueno... Estoy hablando de la "primera" historia con un albañil, je.

Lo recordaba muy bien. Se llamaba Eduardo, tenía diecinueve, estaba juntado con una mina, tenía una hijita y jugaba al rugby (cuando Sony mencionó este detalle, instintivamente se me hizo agua la boca, juas). No tenía trabajo fijo y ayudaba al padre en su oficio de albañil. A pesar de su corta edad, tenía un físico privilegiado y "todo cubierto de pelos!!!!!".

La madre de Sony los había contratado para que construyeran una habitación extra para mi amigo. Su hermanito menor ya había cumplido los doce, Sony ya tenía dieciseis, y los padres creyeron pertinente separar los cuartos. En realidad la cosa fue mucho más complicada y sórdida, pero eso lo dejaremos para otra oportunidad, si se da la ocasión y Sony me da permiso para contarlo.

El caso es que los dos albañiles, padre e hijo, llegaron una mañana y se pusieron a trabajar. Era un lunes y Sony estaba en el colegio. Cuando regresó a la casa, después del mediodía, los vio, pero no les prestó mayor atención, salvo que el jovencito no tenía para nada pinta de obrero de la construcción. En realidad, no se tomó el tiempo de mirarlo con mayor atención y solo le pareció que se trataba de un chongo con buen culo. Es que llevaba puesto un mameluco azul tres talles más grande que él y eso favorecía la indiferencia. A media tarde, Amanda, la madre de Sony, le pidió que les alcanzara una jarra de jugo fresco y entonces pudo prestarle mayor atención al chico. Era medio gordito, de carita redonda y con barba crecida de varios días (muy parecido al chongazo que aparece en las fotos de mi anterior relato, fíjense). Lo que más le llamó la atención fue la sonrisa (por esa época, mi amigo guardaba todavía cierto romanticismo, juas) y la sensación que experimentó entonces fue tan fuerte que se puso colorado y se retiró muy nervioso. Se encerró en el cuarto y tuvo una erección, pero al poco rato entró su hermano menor y toda posibilidad de paja se hizo humo. ¿Qué podía hacer? Le dio un poco de miedo porque sintió una necesidad irrefrenable de asomarse a la obra. Tan irrefrenable que no pudo resistirlo.

Eran las tres de la tarde y el sol de abril todavía calentaba. El chonguito trabajaba como si Sony no estuviera allí. Era lógico. Sony, entretanto, trataba de descubrir bajo la tela del mameluco alguna forma que le permitiera alentar sus nuevas fantasías. Pero nada. Esa cosa que el falco llevaba puesta tenía que haber sido del viejo, que estaba bastante entrado en carnes. Sin embargo, el calor hizo lo suyo y pronto el chongo empezó a desabrochar los botones de su pecho. Con mucho disimulo y precaución, Sony alcanzó a ver los vellos enrulados que aomaban entre la tela. Hasta entonces, mi amigo contaba aun pocas experiencias y nunca había estado con un chico peludo, lo cual desbandó todos sus ratones. Pero había demasiados inconvenientes: estaban en el hogar paterno, Amanda y su hermano estaban siempre en casa y el chongo parecía muy chongo.


Acá hago un paréntesis en el relato y acoto que nunca debemos dejarnos llevar por las apariencias cuando de chongos se trata. No siempre los más machos le rehuyen a la pija y, muchas veces, el que empieza soplando la nuca termina modiendo la almohada.

El primer día no pasó nada, como era de esperar. Pero el segundo día hubo un cruce de miradas. Sony dice que no, pero yo estoy seguro de que su mirada dejó bien en claro cuáles eran sus intenciones. Puedo imaginarlo con la carita de "yo no fui", sonriendo y mordiéndose la puntita del dedo índice, como excusa pra dejar entrever la puntita de la lengua. ¡Una puta consumada ya a los diciséis! juas.

Llegó el miércoles y, cuando Sony regresó del colegio, los encontró en medio del patio comiendo unos sanguches de queso y salame. La sorpresa fue el nuevo atuendo: el chonguito ya no llevaba el mameluco sino una remera rotosa y bermudas de jean que dejaban al descubierto sus pantorrillas velludas y musculosas. El shock fue muy fuerte para mi amigo. La noche anterior, se había hecho tres pajas pensando en el albañil. Entró en la casa y Amanda se dirijía hacia el patio con una nueva jarra de jugo. Sony prácticamente se la arrebató de las manos y fue él mismo el que la llevó.

- Gracias, chabón -le dijo el chonguito (con una sonrisa que a Sony le pareció de ensueño) y al tomar la jarra las manos se rozaron levemente.


Sony tuvo una erección instantánea y tuvo que refugiarse en el baño. El chonguito tenia las manos rasposas y la sola idea de ser apretado por ellas le hacía volar la sesera. Después de la comida, mi amigo volvió al acecho y otra vez se cruzaron las miradas. Esta vez con un poco más de detenimiento. Y a la hora de finalización de tareas, fue llamativa la aparición del chonguito en la puerta de la cocina, donde Sony trataba de concentrarse en la trama de la telenovela, con el torso descubierto y solicitando un poco de jabón para higienizarse antes de irse. ¡El obrerito era todo lo que Sony había imaginado y mucho más! Tanto que al verlo con todos esos pectorales impunemente expuestos se fue hacia atrás con silla y todo... ¡Y entonces sucedió lo inevitable! Al ver a Sony en el suelo, el albañil se acercó para ayudarlo a levantarse, le aferró por los sobacos y lo elevó como si fuera un bebé.

- ¿Te lastimaste? -le preguntó.

Y Sony solo pudo negar con el gesto. Se había quedado sin palabras al tenerlo tan cerca. Entonces se hizo el mareado y (muy zorramente) apoyó sus manos en los hombros del albañil, lo cual motivó que éste lo tomara por la cintura y... ¡zas!... entró nuevamente el hermanito menor, que miró a los dos con ciertas sospechas, pero no dijo nada.



Esa noche, Sony no pudo dormir. Estaba tan caliente que las pajas no le alcanzaban. El amanecer lo sorprendió recreando en su mente la fuerza con que aquellas manos lo habían levantado y la sonrisa con que se había despedido, después de que fueran interrumpidos.

El jueves fue de terror. En la escuela no pudo concentrarse en nada y tuvo que luchar contra el cansancio durante toda la mañana. Regresó después del mediodía con muchísima ansiedad. Encontró a los albañiles como el día anterior, comiendo en el patio. El chonguito llevaba la misma remera rotosa pero esta vez había cambiado las bermudas de jean por unas bermudas de baño color amarillo. Durante toda la tarde, Sony trató de entrar en contacto pero el objetivo de sus desvelos no se daba por aludido. Les llenó la jarra de jugo en tres oportunidades, rondó por el patio con cualquier excusa y trató de sacar conversación... pero en general la charla era encarada por el padre y no por el hijo, que se limitaba a sonreir... típica estratagema del histérico. Cuando llegó la hora de retirarse, Sony les alcanzó el jabón. El chonguito se había quitado la remera y se estaba lavando con ayuda de una manguera. Yo opino que estaba todo calculado: el agua había mojado la bermuda y, como era de esperar, la tela se adhirió sugerentemente a su cuerpo, trasluciendo además el diminuto slip negro que llevaba debajo y dejando bien a las claras la redondez de sus nalgas. El rostro de Sony se encendió y tuvo que bajar la mirada. El chongo se dio vuelta y sus ojos se clavaron en el bulto... con lo cual mi amigo sopesó la conveniencia de retirarse. Por suerte no lo hizo y, entre chanza y chanza en relación a la prominente panza del padre, sin ningún tapujo el chonguito se quitó las bermudas. Sony creyó que se desmayaba y el choguito lo advirtió. Inmediatamente se puso el jean que había guardado en su bolso y, antes de Sony pudiera tomar conciencia de lo que estaba sucediendo, le apretó la mano y lo saludó hasta el día siguiente.

Huelgan las palabras acerca de la calentura que Sony padeció aquella noche. Pero los padecimientos encontraron una cierta esperanza a la mañana siguiente, durante el desayuno.

- Hoy no vas a poder ir a la clase de gimnasia porque tenemos turno con el pediatra -le recordó Amanda a su hermano menor.

Y así fue: a las tres de la tarde del viernes, solo quedaron en la casa Sony y los dos albañiles. El choguito seguía simpático y exhibicionista y todo seguía tal cual había sido hasta el momento. Todo igual: las jarras de jugo, las conversaciones forzadas, el jabón, la bermuda mojada... Hasta que los dos albañiles se retiraron y Sony se quedó solo en la casa, ahogado en leche y sufriendo porque ya no lo vería hasta el lunes siguiente.

Estaba al palo. Tanto que le dolía la pija y le palpitaba el culo (si se me permite la grosería). Entonces sonó el timbre.

¡Era el chongo!

- Me olvidé el reloj -dijo simplemente.

Sony le abrió la puerta con mucha ansiedad. El chongo entró y se quedó mirándo a mi amigo sin tomar iniciativa alguna. Sony tampoco. Y así pasaron algunos minutos... hasta que el chongo se llevó la mano a la entrepierna...

Lo demás es más que obvio. En el más absoluto silencio, chongo se sobó la verga hasta que la erección fue indisimulable y, como Sony no reaccionaba, le tomó la mano y la guió hasta su entrepierna. Así fue como Sony pudo constatar por primera vez su dureza pero seguía tan estático que el chongo necesitó ser más explícito con sus gestos para que la accion avanzara. Con una mano bajó el cierre de su bragueta y puso la otra sobre la cabeza de Sony para animarlo a agacharse. ¡Y entonces sí se despertó el monstruo! O los monstruos: el que salió de dentro de la bragueta del chongo y el que surgió de las entrañas de mi amigo, el gran mamador.

De rodillas, Sony se comió la verga del flaco con tanta gula que el albañil se sorprendió y, sin duda, en algún momento habrá temido por la seguridad de su falo. El silencio de la casa solo se veía interrumpido por el chup-chup de la mamada. Luego se sumaron los jadeos del chongo, a medida que la excitación se hacía más incontenible.


El gran mamador estaba tan concentrado en su tarea que no advirtió el clímax de su compañero y la acabada le llenó la boca de manera intempestiva. Un néctar agridulce y generoso, cuyo sabor permaneció en su recuerdo durante mucho mucho tiempo.

Aquella tarde, el chonguito acabó y se fue, así como así, con apenas un "gracias" de compromiso. Ni siquiera se llevó el reloj que había "olvidado". Sony trató de recrear las condiciones para que pudieran volver a encontrarse a solas, pero fue imposible. Y así llegamos al día de hoy, en que le gustaría reencontrarse con aquel albañil de diecinueve años, padre de una hijita, que nunca llegó a cogérselo.

Por eso, para que no se sintiera frustrado, después de redecorar el blog, una vez que Florencio y su troupe se hubieron marchado, le hice un servicio de lujo, juas.