miércoles, 26 de septiembre de 2007

Mamá se cayó por el balcón


A ver... ¿por dónde empezar?

Puedo imaginar la sonrisa burlona de muchos de ustedes. Dirán que empiece "por el principio" con evidente lógica. Pero hay casos en los cuales se hace difícil saber cuál es el principio. Hay situaciones que han sido de tal o cual manera desde siempre y es imposible establecer con claridad un origen. ¿Qué fue primero: el huevo o la gallina? En esta historia no lo sé. Y por lo tanto voy a limitarme a relatar los hechos desde un comienzo aleatorio que (casualmente) se ubica en la misma mañana en que ocurrieron los hechos. O sea, ESTA MAÑANA, justo cuando la gallina se presentó frente al huevo.

Como ya les conté, hace más de una semana que Sony está instalado en mi casa. Desde aquel incidente con el camionero. Al principio fue contra su voluntad. Luego de pasar la primera noche en el cuarto de huéspedes y de dormir hasta pasado el mediodía, se levantó reclamando su ropa porque necesitaba plata y tenía que salir a yirar. Cuando entró en mi habitación, me encontró en plena faena con Juaco y entre los tres la pasamos bomba. Alternamos sexo, tlevisión y msn hasta la medianoche. A pesar del trajín, Juaco recibió un llamado de esos que no se pueden rechazar y se tuvo que ir, no antes de que Sony aceptara quedarse una noche más. Mi idea era retenerlo hasta que se repusiera de los golpes y las magulladuras. En las condiciones de entonces, no podía regresar a la calle y exponerse a una nueva paliza. A la noche siguiente, yo tenía cita con un cliente y le rogué que no se fuera hasta que regresara. Cuando llegué lo encontré tan profundamente dormido que lo tomé como excusa para no despertarlo. Así fue como, con el correr de los días, el pendejo se fue "aquerenciando" y no volvió a mencionar el tema de retomar su rutina.

No es que me moleste... pero sí. Aunque tal vez no sea por las razones que están imaginando. No pasa por el dinero sino por otro lado.

Primero: su presencia en casa va a resultar incómoda el día en que Elías o JM (mis clientes privilegiados) requieran de mis servicios. Eso puede suceder de un momento a otro y le voy a tener que pedir a Sony que "desaparezca". Ya sé que no va a haber problemas, que Sony va a entender, pero para mí sería una situación desagradable y francamente preferiría evitarla.

Segundo: no quisiera que se confundieran las cosas. Yo lo quiero mucho, pero mucho. Sé que es un amigo de fierro y que es más bueno que Frutillita. Pero yo no soy su hado protector ni el príncipe valiente que ha de correr a salvarlo cada vez que se mande una macana. Hay errores que ya están previstos en el Manual Básico del Puto Callejero y cada quien tiene que asumir la responsabilidad de su propio negocio. O de su propia vida. Porque, en el trabajo de la calle, muchas veces se pone en juego el pellejo. La crónica policial está plagada de ejemplos que certifican esta especie de ruleta rusa.

Pero debo confesar que, más allá de estas cuestiones, lo que más me inquieta de su presencia es justamente... su presencia en casa.

¿Cómo explicarlo? No es él... soy yo. Tal vez sin proponérselo (bien, quitemos el "tal vez" porque Sony es incapaz de trazarse un plan de acción, ni siquiera a corto plazo), en pocos días le ha dado a este departamento cierto aspecto de hogar que antes no tenía. Contrariamente a lo que sucede en su habitación de la pensión, aquí Sony es un chico ordenado y prolijo. Resultó ser muy buen cocinero (casi tan bueno como yo, juas) y me ha atendido a cuerpo de rey con cantidad de comida sana y sabrosa. ¡Está atentando contra mi dieta! El martes por la mañana, me pidió plata para ir a la carnicería y volvió con la carne y dos plantas de interior que colgó junto al ventanal y un ramo de rosas que (a falta de florero) colocó en una jarra de cristal sobre la mesita ratona de la sala. Además, es muy discreto: no molesta cuando estudio (me prepara café para que no me duerma), no usa la computadora sin consultarmelo primero, jamás se adueña del control remoto y, cuando ya no resiste la necesidad de porrearse (Juaco le dejó algunos porros para las "emergencias"), se encierra en el cuarto de huéspedes y abre las ventanas de par en par, a pesar del frío, para no apestar el resto de la casa.

Insisto: no es que me moleste que viva en casa, sino todo lo contrario: tengo miedo de que llegue el día en que sea yo el que no quiera que se vaya.

Por las noches nos acostamos juntos. Sony es excelente en la cama, sobre todo si se trata de sexo oral. La única contra que yo le encuentro es que solo le gusta ser penetrado y no hay posibilidades de que sea él el que penetre.

¡Cuánta vuelta para evitar el uso de la palabra "pasivo"! Pero justamente di todo ese rodeo porque la calificación de "pasivo" es la que menos se ajusta al modo que tiene Sony de relacionarse sexualmente. Es cierto que solo entrega el culo pero (más que entregarlo) Sony te come la pija con el culo. Con su culo es lo suficientemente activo como para desmitificar cualquier clasificación discriminatoria y machista. Encima, es tierno, afectivo y se nota que le hace falta cariño...

Ya me estoy acostumbrando a tenerlo en mi cama al despertar. No es que me esté enamorando (esas cosas a mí no me suceden) pero me gusta mucho el calorcito de su cuerpo menudo.


Retomando la historia (ya me fui por las ramas y todo esto no tiene nada que ver con lo que quería contar), esta mañana yo soñaba que nadaba desnudo en un mar de aguas cristalinas. Parecía el Mediterráneo pero había corales y era mucho más profundo. Sin preocuparme por respirar, como si fuera una más de las criaturas marinas, me deslizaba entre las algas que acariciaban mi piel y me provocaban un goce casi sexual. De pronto, un calor viscoso se apoderaba de mi verga. Era una anguila enorme y negra que engullía mi falo suavemente, como el mejor de los mamadores. ¡Qué placer! Dejé de moverme para no espantar a la criatura y mi cuerpo laxo empezó a hundirse entre el verdor, arrastrando al animal adosado a mi entrepierna.

En eso estaba cuando algo extraño sucedió. En el medio del mar, rodeado de algas y viendo cómo la superficie del agua se alejaba más y más, escuché nítidamente el ruido de un vidrio al romperse. Fue inevitable despertarme y, ya en la realidad, me di cuenta de que (en un movimiento involuntario de mi brazo) había tirado un vaso que estaba en la mesita de luz. Pero lo más sorprendente fue que no había mar, ni algas, ni anguila, por supuesto. El que me la estaba chupando no era otro que ¡Sony! Yo tenía la pija durísima y la piel erizada por sus caricias "de alga". El pendejo sabía lo que hacía y se daba tiempo para todo: me la mamaba, me franeleaba y encima ¡se pajeaba! (no puedo comprender que a este chico le vaya tan mal con el trabajo sexual). Como siempre, me volvía loco con la mamada. Tanto que mi pelvis no pudo permanecer inactiva y, sosteniéndole la cabeza con ambas manos, lo empecé a coger por la boca. Eso sí que estuvo bueno ("más" bueno, mejor dicho, porque lo otro también lo estaba, juas). Sentía el roce de la glotis contra mi glande cuando me mandaba bien a fondo. Y al deslizarme hacia adentro, las rugosidades de su paladar me hacían temblar. Y él como si nada. Se tragaba lo que fuera. Yo, en cambio, empecé a perder el control. Aquel placer era de no creer y Sony notó la diferencia.

- ¡No acabes, porfi! -me rogó luego de liberar mi pija y recuperar la capacidad de habla- Quiero que me cojas...

Al instante, estiré la mano, busqué a tientas en el cajón de la mesa de luz, encontré un forro y se lo entregué para que me hiciera su numerito. No me pregunten cómo lo hace porque no lo sé. ¡Pero lo hace! Sony abre el sobre del condón con las manos y se mete el forro en la boca; después se inclina sobre la verga y se la traga de sopetón; cuando se retira, el preservativo ya está perfectamente colocado. Ya quisiera Tinelli un talento semejante para destrozar escandalosamente las mediciones del rating televisivo.

Con el forro puesto, no había nada más que hacer que cogérmelo como perrito.

Estábamos en lo mejor cuando sonó el portero eléctrico. Obvio que ninguno de los dos estaba dispuesto a darle importancia. Sin embargo, alguien respondió. Alguien que no era ni Sony ni yo.

El que respondió el portero eléctrico era Federico.

Hasta ahora nunca les hablé de él. Fede es un chico que, una vez a la semana, hace la limpieza en casa. Cuenta con toda mi confianza y es por eso que tiene copia de la llave. En virtud de esa misma confianza decidí continuar con lo que estaba haciendo. No sería la primera vez que mi cuarto quedaba sin ordenar porque yo estaba culeando con alguien mientras Fede limpiaba. Él es incapaz de interrumpirme, a menos que hubiera algo sumamente importante. Y hoy lo hubo.

Toc-toc.

- Ezequiel -susurró- perdoná que te moleste...

¡Qué podía ser tan importante como para cortarme un polvo tan pero tan bueno! Con indisimulado fastidio, dejé a Sony culo para arriba en la cama y fui a ver qué sucedía. Para colmo, pisé los vidrios rotos con el pie descalzo, puteé a Jesús y María Santísima y dejé a mi paso una huella de sangre sobre le piso de madera. Al abrir la puerta, la mirada de Fede me dijo que en realidad era algo que no podía ser aplazado.

- En la puerta hay una señora que dice ser tu mamá.

¿¿¿Mi mamá??? ¿¿¿¿Y qué mierda hacía mi mamá en casa justo cuando yo estaba cogiendo????

Furioso, más que furioso, fui hasta la cocina, miré por el visor y cnstaté que, efectivamente, era mamá.

¡No lo podía creer! Llevo más de tres años viviendo en Buenos Aires y mi vieja jamás vino a visitarme. A ver si queda claro: hasta el día de hoy mi madre no conocía mi departamento. Cada quince días, yo suelo llevarle dinero a su casa y esas son las únicas oportunidades en que nos vemos. Nada de llamadas telefónicas, ni de intercambio de mails, ni mensajitos de texto. Así ha sido desde el día mismo en que cumplí los dieciocho (14 de febrero de 2004) y me vine a la Capital. Muy a su pesar, no tuvo medios para chantajearme e impedir que me mudara. Sabía que no me hacía falta dinero, que no me ataban amistades ni compromisos escolares y, sobre todo, tenía muy en claro que las lágrimas, los ruegos o (mucho menos) las órdenes lograrían detenerme. Cabe la posibilidad de que ella tampoco quisiera que me quedara. Hacía mucho tiempo que el vínculo madre-hijo se había cortado entre nosotros (si es que existió alguna vez) y ella es de las que defienden la idea de que cada uno debe rebuscárselas para sobrevivir en esta "jungla de cemento". Solo me dijo "cuidate" y, de ahí en más, discutimos en su cocina una vez cada dos semanas.

Hasta esta mañana en que mamá vino, intempestivamente, a visitarme.

Fede le abrió la puerta mientras yo me calzaba unas bermudas para cubrir mis parte pudendas. Me reuní con ella en el living y no pude disimular mi disgusto.

- ¿Qué hacés acá? -pregunté con mi mejor cara de orto.

Se sonrió con ironía y se tomó su tiempo para responder (siempre manejó muy bien los tiempos teatrales). Entretanto, hizo un paneo de trescientos sesenta grados y confeccionó un pormenorizado inventario mental de todo lo que estaba a la vista. Incluído Federico.

- Esa mala onda no la habrás heredado de mí. -dijo finalmente, tras un interminable silencio- ¿Acaso no puedo venir a ver dónde y cómo vive mi único hijo?

Afilé las uñas para la batalla.

- ¿Estás acá, no? Significa que podés. Aunque deberías haberme avisado antes de venir. Estaba descansando.

El rostro se le iluminó con una mueca burlona.

- ¿Descansando?... No parece. Hubiera jurado que estabas... trabajando.

El aire se cortaba con cuchillo y tenedor.

- Bueno, Ezequiel, yo ya terminé por hoy. Nos vemos la próxima.

Incómodo y ansioso por huir antes de que empezara a correr sangre, Fede ni siquiera me dio tiempo a pagarle.

- Gracioso tu noviecito.

- No es mi novio.

- Ah, ¿no? No me digas que es un cliente. Tan jovencito que parece...

- ¿A qué viniste mamá?

Con esos modales de diva de telenovela que siempre detesté, se desplazó por la sala y se sentó a mi lado en el sillón blanco.

- Ya te lo dije: vine a verte. Hacía mucho que no peleábamos y ya te extrañaba.

Hay una larga historia de desencuentros entre nosotros dos. A veces me cuestiono hasta qué punto he sido libre de elegir mi destino, en qué medida he optado por la prostitución como respuesta a alguna especie de vocación y no como una forma de ir en contra de todo lo que ella defendía, lo moral y lo correcto. A menudo me pregunto qué habría sido de nuestra relación si mi padre no nos hubiera abandonado. ¿Qué habría sido de nosotros si alguna vez nos hubiéramos querido? (¿Qué fue primero: el huevo o la gallina?). Nunca supe por qué se fue mi padre. Solo pude hacer conjeturas y sacar conclusiones muy inciertas. Ella nunca habla del tema, así como tampoco habla de otros tantos temas que nos atañen. Mi madre es una especie de autista que solo se vincula con el mundo que ella quiere ver. Me recuerda un chiste que vi alguna vez en uno de los blogs que suelo visitar: hay un nene de espaldas y un globito que dice: "He decidido afrontar la realidad, así que cuando se ponga linda me avisan". A los cuarenta y cinco años, mi vieja está vieja, seca, desahuciada.

Seguimos con la charla-discusión durante un rato largo, mientras yo le ofrecía un café (no porque me interesara particularmente que se sintiera a gusto, sino por puro respeto al protocolo). Como no aceptó, terminé dándole una botellita de agua mineral para que se entretuviera con algo durante la pelea. Ella insistía en formular preguntas cuyas respuestas no quería escuchar: que si soy feliz con la vida que llevo, que si tengo conciencia de los riesgos que corro, que si no me interesa hablar con el pastor de su iglesia para...

- ¡No, mamá! A ver si lo entendés: NO ME INTERESA. Es gracioso que ahora me vengas a representar el drama de la madre abnegada que sufre por las iniquidades de su hijo pervertido.

- ¡No me habñe así que todavía soy tu madre! -gritó.

- Te recuerdo que estamos en MI casa y hablo como quiero. El respeto no se gana con títulos.

Y en ese momento KODAK tan ameno, como para completar el cuadro familiar, apareció Sony. Se había puesto mi boxer de seda blanca. ¡Nada más! Tenía el pelo revuelto y la verga todavía a media asta. La luz de la sala lo encandilaba y miraba a mi mamá como asombrado, pero en realidad no lograba distinguirla entre tanto reflejo repentino. Se acercó a mí por detrás y me abrazó apoyando su cabeza sobre la mía.

- ¿Quedó un poco de café para mí?

Mamá lo miró espantada y no pudo permanecer con la boca cerrada.

- Este sí es tu novio... supongo.

- ¿Novio? -se asombró Sony, arrojándose por encima del sillón para quedar recostado sobre mis piernas- ¿Soy tu novio, mi amor?

- ¡Claro que no, pelotudo!

Los dos nos reimos con ganas y a mamá le afloró la puritana:

- Es vergonzoso lo que hacen. Es una degeneración. Un pecado.

Punto cúlmine de cualquier polémica con mi madre. Cuando recurre a conceptos tales como pecado, castigo eterno o similares, es porque ya se le acabaron los argumentos y las ideas para seguir discutiendo. La conozco muy bien. Por lo tanto, supuse que ya era hora de dar por terminada la visita que nunca debió haber sido.

- Bueno, mami, está todo muy lindo pero nosotros tenemos cosas que hacer...

- No quiero imaginar qué serán esas "cosas" - gruñó.

- Ni falta que hace. Son asuntos nuestros.

Busqué mi billetera, saqué dinero y lo puse sobre la mesita.

- Supongo que habrás venido por esto.

Entonces me miró con odio, genuino odio, pero no se animó a decir nada antes de guardar los billetes en su cartera Louis Vuitton (pequeños lujos que yo pago con el sudor de mis nalgas). Hecho lo cual, se sintió a salvo de cualquier represalia y con derecho a lanzar su último dardo:

- Ya vas a ser más educado cuando te estés...

Y me miró asustada de sus propios pensamientos. No tuvo el coraje de completar la frase. La conozco y leí en su furia lo que iba a decir: "cuando te estés muriendo". Eso iba a decir. Lo sé. Para las personas como ella, en la vida de los gays el sida es una certeza antes que una probabilidad.

Sony debió adivinar mis pensamientos y de un salto se paró frente al ventanal, ofreciéndole involuntariamente el espectáculo de su trasero a quien quisiera deleitarse desde el edificio de enfrente. En mi mente, mamá rompia los cristales en cámara lenta y caía al vacío, después de que mis manos se encargaban de vengar tanto años de peleas e insultos. "Mamá se cayó por el balcón" le diría a la policía y purgaría con orgullo una condena de veinte años. Los jueces no suelen considerar más que los hechos inmediatos.

Sin embargo, hice un esfuerzo para no demostrarle mi indignación. La ayudé a levantarse del sillón, puse mi mejilla contra su mejilla para simular un beso, la tomé firmemente del brazo y la acompañé hasta la puerta.

- La próxima vez no te molestes. -le dije- Yo te paso un sobre por debajo de la puerta de tu casa.

Otro beso fingido y, sin darle tiempo a decir nada, le cerré la puerta en la cara.

Me quedé allí parado esperando a que se abriera la puerta del ascensor y a que se secara la estúpida lagrimita que rodaba mejilla abajo. Sony se había quedado de pie, mirándome anonadado. Se le notaba en la carita que no sabía si aplaudir o llorar conmigo.

Me aclaré la garganta y caminé hacia él con un ridículo paso marcial. Una vez frente a él, le di un tirón al boxer de seda blanca y lo dejé desnudo. Lo empujé sobre el sillón y me eché sobre él para comerle la boca.

- Ya oiste lo que dije: tenemos cosas que hacer.








lunes, 17 de septiembre de 2007

domingo, 16 de septiembre de 2007

Sony y el Camionero

El jueves pasado ha sido un día verdaderamente agotador. En la mañana, un examen de semiótica para el cual había tenido que estudiar a conciencia. Por la tarde, visita a casa de mamá para alcanzarle su mensualidad y darle la oportunidad de criticar mi estilo de vida. Finalmente, en la noche, cena y hotel con un cliente bastante imaginativo y exigente.

La noche anterior había dormido apenas un par de horas y estaba tan cansado que no solo no fui al gimnasio, sino que ya había decidido tampoco ir al día siguiente. Llegué a casa a las dos de la mañana con solo una idea en mente: DORMIR. Cerré la puerta de entrada, apagué el celular y en el trayecto hasta el dormitorio fui dejando el reguero de mi ropa, una a una, hasta dejarme caer sobre la cama ya completamente desnudo. Nada me importaba. Ni el desorden ni las luces encendidas. El cansancio me vencía y los párpados ya se me cerraban sin remedio cuando sonó el teléfono.

No reaccioné de inmediato. Solo cuando caí en la cuenta de que el que sonaba era el teléfono de línea. El número de mi departamento solo lo tienen unas pocas personas: tres o cuatro amigos, Elías, JM y mi mamá. Por esas cosas del prejuicio tal vez, al reaccionar lo primero que pensé fue que algo le había sucedido a mi madre. No es que sea tan vieja (45, aunque se jura de 39) pero no pude imaginar otra razón para que alguien me llamara por teléfono a esas horas. Fuere lo que fuere, supuse que seríaalgo importante. Con gran esfuerzo me incorporé y corrí tambaleando hasta el aparato que no dejaba de sonar.

- ¡Hola! -dije sobresaltado.

Del otro lado me respondió la voz de Sony.

- ¿Zeky? ¿Sos vos?

- Sí bolú. Si llamaste a mi casa a las DOS DE LA MADRUGADA, ¿quién querés que te responda?

- No te cabriés, hermano. Necesito que me ayudes.

Sony es un pendejo amigo y colega que tiene un talento inigualable para meterse en problemas. Es el más chico de nuestro grupo de amigos. Tiene diecinueve pero parece de quince, tanto física como intelectualmente. Según nuestra teoría, la culpa se reparte entre el hambre que pasó hasta los catorce, cuando empezó a trabajar en la calle, y la merca (vicio que adquirió en la misma época). Sebita y yo hemos tratado de que abandone la droga pero solo hemos alcanzado logros parciales. Hasta donde sabemos, hace ya un año que no prueba la cocaína y pudimos evitar que cayera en la mierda del paco. Sin embargo, de tanto en tanto, se zarpa con las pastillas y, siempre, siempre, fuma marihuana. A pesar de que es uno de los que más trabaja, nunca tiene un peso; vive en pensiones de mala muerte y me consta que, más de una noche, por falta de guita o exceso de falopa, ha dormido en la calle. Desde que lo conozco, lo he encontrado por lo menos tres veces acurrucado en un umbral en la zona de yirage. Cuando se pasa de rosca, es capaz de entregarse por monedas y nunca falta el turro que se aprovecha. Así sucede también que,algunas veces, aparece fieramente golpeado y alguno de nosotros tiene que encerrarlo para que no salga a trabajar.

Esa noche, alrededor de las diez, salió de la pensión en el barrio de Devoto para hacer unos mangos. Ya no le quedaba comida pero,sobre todo, no le quedaba hierba. A pesar del frío, se puso solo una remera, un chaleco matelassé y unas bermudas de jean que le ajustaban bien el culo ("Mi uniforme de laburo, hermano"). La idea era tomarse el tren hasta Retiro y de ahí caminar hasta Florida, donde seguro encontraría algún viejo turista para salvar la noche. Calro que, muchs veces, por más planes que uno haga, los imprevistos están al acecho y todo se trastoca. Al llegar a la avenida Beiró, a un paso ya de la estación, se quedó un rato parado en la esquina, quién sabe por qué. Le mangueó un faso a un flaco que pasaba y trató de darle charla para ver si picaba (estaba bueno y, si no le sacaba plata, al menos le sacaría un buen polvo) pero el tipo no le dio calce y lo dejó con el pucho sin encender.

Fue en ese momento cuando escuchó una bocina insistente. Un camión de larga distancia se había detenido a su lado y el chofer, un tipo que a las claras era bastante impresentable, se asomaba por la ventanilla.

- Che, pibe, ¿por acá voy bien para el puerto?

La verdad que no y, como Sony planeaba yirar por Florida, se ofreció a guiarlo a cambio del viaje gratis hasta el centro.

Yo no soy experto en camiones y Sony mucho menos. Sólo pudo describir que la cabina era bastante amplia, los asientos muy cómodos y en la parte de atrás de la cabina había una especie de habitación estrecha con colchón y mantas. El chofer se presentó como Miguel y desde el vamos le tiró onda. Por ejemplo: en cuanto Sony subió al vehículo, en lugar de saludarlo con un apretón de manos, le palpó el muslo cerca de la entrepierna. Tenía unas manos enormes y rugosas. Aparentaba unos cincuenta años, lucía una barriga prominente, brazos fuertes y barba de días.

- ¿No tenés frío, che? Andás muy en bolas.

Sony levantó los hombros como única respuesta y le dirigió una mirada pícara a sabiendas de que el tipo buscaba joda. Se lo confirmó el siguiente comentario:

- Para mí que andás caliente.

Sony solo se sonrió con su mejor carita de nene inocentón. A la hora de hacerse el boludo, no hay con qué darle. Miguel se sintió con vía libre y lanzó una carcajada, a la vez que volvía a palparle la pierna y le acariciaba torpemente la rodilla. Sony lo dejó hacer.

- Tenés las patitas heladas.

Sony volvió a encogerse de hombros y miró hacia el otro lado mientras Miguel seguía frotándole la pierna. El camión seguía en camino sin que él le diera indicación alguna. Pero ya se sabía que no había necesidad de ir hacia el puerto. Cuando la mano del chofer llegó al bulto, giró la cabeza con firmeza y le preguntó mirándolo a los ojos:

- Y vos, ¿también estás caliente? -y sin esperar respuesta- Si vos me ayudás, yo te ayudo.

Miguel pisó el freno de golpe y el camión se detuvo con la excusa de una repentina luz roja del semáforo. De inmediato se metió la mano libre entre las piernas y se rió con ganas.

- ¡Sos gauchito, eh! -dijo- Ayudame y yo te ayudo entonces.

Dicho eso, se bajó el cierre del pantalón y desabrochó el botón de la cintura. El semáforo volvió a dar luz verde y el camión se puso nuevamente en marcha.

Sony lo miró con atención y rápidamente cotejó los pro y los contra que, en realidad, tendría que haber cotejado ANTES de subirse al vehículo. El gordo era repulsivo (no por lo gordo, sino por un rancio hedor a sudor rancio) pero había estado con tipos peores y nada le aseguraba que encontraría algo mejor yirando por Florida. Al menos éste ya había picado y era plata segura. Así fue como estiró el brazo huesudo para meter mano en el bulto de Miguel. El tipo dio un respingo y se sonrió. No dijo nada. Solo separó un poco las piernas. Los dedos flaquitos de Sony exploraron con pericia la zona y se entusiasmaron con lo que encontraron: la verga era gorda y recién empezaba a cabecear. En completo silencio los dos, Sony buscó el borde del calzoncillo entre los pliegues de la panza y puso manos a la obra. Con un par de sobadas fue suficiente para que el aparato se pusiera en forma.

- Lindo putito resultaste -dijo Miguel, excitado y con voz trémula.

El camión viró en una esquina con violencia y el cuerpo escuálido de Sony fue a parar contra la mullida humanidad del chofer. Miguel apartó una vez más la mano derecha del volante y abrazó al pendejo por la cintura, para después palparle el culo sin vergüenzas. A las pocas cuadras, otro semáforo detuvo la marcha del camión, ocasión que Miguel aprovechó para empezar a dirigir la acción.

- Chupala, nene. Tenés que tomar mucha leche. Aprovechá.

Y como buen profesional, el pendejo se agachó y, sin pensarlo dos veces (si lo hacía, corría el riesgo de arrepentirse), se tragó la verga hasta que la cabezota rosada le golpeó la glotis. Le dio una fuerte arcada pero no se preocupó: no había ingerido alimentos desde el día anterior y no tenía nada que pudirea vomitar. De allí en más, empezó a deslizar sus labios hacia arriba y hacia abajo, como bien sabía hacerlo. Trabajó también con la lengua y los dedos. ¡Imposible traarse toda esa poronga entera! Miguel gruñía con gusto y la mirada fija en el camino. De vez en cuando, ponía la mano sobre la cabeza de Sony y empujaba hacia abajo para que la pija penetrara más a fondo. El pendejo lagrimeaba pero seguía chupando. Incluso entusiasmado. Cabía la posibilidad de que eyaculara pronto y él no tuviera la necesidad de entregarle el culo. ¡Ilusión vana! Miguel sabía controlarse y estaba dispuesto a aprovechar la generosidad del pendejito hasta el final. En un momento detuvo el vehículo y se dedicó exclusivamente a disfrutar.

- Vamos para atrás. -ordenó después de un rato.

Sony se incorporó y miró hacia afuera. Ya no estaban en la ciudad. Alrededor solo se veía oscuridad y, muy a lo lejos, los neones de una autopista. Obvio que preguntó dónde estaban pero no obtuvo respuesta. Desde la parte de atrás de la cabina, Miguel lo reclamaba.

- Sacate la ropita, nene, que te voy a dar para que tengas.

Con un suspiro de frustración, Sony se empezó a desnudar mientras seguía sacando cuentas. "Ta bien (pensaba) le voy a tener que entregar el culo pero al menos voy a volver temprano a casa". Se pasó a la parte de atrás y se bancó el manoseo de lija y los besos babosos con total profesionalismo. Cuando los dedos de Miguel empezaron a espulgarle el culo, se esmeró por lograr una pronta dilatación que le permitiera terminara rápido con todo aquello y evitar el previsible dolor. Porque, como ya dije, a juzgar por el relato de mi amigo, el porte de aquella cosa era de temer.

Cuando llegó el momento, Miguel lo obligó a echarse boca abajo sobre el colchón y se le subió encima. Tipo jodido el camionero: con semejante cuerpo tuvo que imaginar el disgusto del "nene" en aquella posición. La delgadez del muchacho casi desapareció bajo la humanidad del chofer y, de no ser por los gritos de dolor, cualquier espectador hubiera asegurado que Miguel estaba solo. Sí, leyeron bien, escribí "gritos de dolor", porque el gordo bruto se la metió en seco y de una sola vez. Debajo de aquella mole era imposible maniobrar y recurrir a las tretas clásicas que todos los que estamos en el gremio conocemos. ¡No pudo zafar! Literalmente y sin metáforas, Miguel le estaba rompiendo el culo. Se la sacaba y se la volvía a meter con furia como si fuera un muñequito inflable.

Sony no sabe cuánto duró todo aquello. Una eternidad. Cuando ya se sentía morir, csi ahogado por sus propias lágrimas y con la boca hundida en el colchón, sintió el bufido final de Miguel en su nuca y la última embestida feroz de sus caderas. Minutos después, el camionero lo liberó de su peso y él quedó tendido en el mismo lugar como un títere desarticulado, inmóvil y desesperadamente dolorido.

- ¡No llorés, marica, que ese orto tiene más clavadas que tablero de dardos.

Sony hacía lo posible por no llorar pero no podía contenerse.

- Dale, reputazo. Picatelas que me tengo que ir a laburar.

Extenuado, el pendejo pudo pasarse hacia adelante para empezar a vestirse. Mientras lo hacía reclamó su dinero.

- ¿Qué guita? -se burló el camionero- ¿Vos te pensás que soy boludo yo? -y llegó el primer golpe- ¡Mirá si te voy a pagar por esa mamada de mierda y por tirarte como un bofe para que te culiara! -el segundo puñetazo fue más duro- ¿Te pensás que soy boludo?

Sony volvió a reclamar y como único argumento recibió más golpes en plena cara. Acto seguido, Miguel se tiró sobre el muchacho, abrió la puerta del camión y lo empujó hacia la banquina de la ruta.

Y allí quedó mi amigo, entre el yuyal mojado de rocío, casi en cueros, con el culo todavía ardiendo y el rostro abotagado de moretones.

Después de casi tres horas, lo subí al auto y lo traje a casa. Le di ropa seca y abrigo y le preparé un baño de asiento con esencia de malva. Tenía el culo realmente a la miseria.

Alrededor de las cinco llegó Juaco con un porro. Ya se sabe que tengo mis reparos en relación a las drogas pero, dadas las circunstancias, lo consideré oportuno. Eso sí, entre los dos trasladamos a Sony, lo instalamos en la habitación de servicio y lo dejamos fumando sin censuras. Tampoco era cuestión de que me apestara el departamento con olor a marihuana.

Media hora más tarde, Sony ya dormía como un angelito... como un angelito que se había caído de la nube y al que le había pasado una manada de elefantes por encima.

- Zekys...

Juaco es un ser transparente y no tuvo que terminar la frase.

- Ta bien, bolú. Quedate a pasar la noche... o lo que queda de ella.

Nos desnudamos y nos metimos a la cama. Juaco me abrazó por detrás y me besuqueaba la nuca cuando sentí contra mis nalgas que se le despertaba el indiio.

Era necesario poner algunas cosas en claro. Me di vuelta, le di un beso en la boca e hice la aclaración pertinente:

- Amorcito, sé que esto te va a sorprender, pero por hoy ya tuve demasiado ajetreo. Mañana cogemos todo lo que quieras. Ahora quiero dormir.

Fly me to the moon


Días atrás (más exactamente el 31 de agosto) recibí un mail que salía de lo corriente. Decía: "Hola Zekys, espero estes bien. Con motivo del Blog Day todo bloggero que se sienta de acuerdo con la idea, debe realizar una lista de 5 blogs imprescindibles y colocarla en su propio blog. Yo he decidido incluirte entre mis favoritos. Las razones y la reseña estan en mi blog, http://lavidadesdeaqui.blogspot.com/2007/08/blog-day-mis-escogidos.html . Saludos, espero tu blog siga tan bueno como siempre".

De más está decir que el bichito de la curiosidad no tiene demasiado problemas conmigo y me lancé de cabeza a ver lo que habían escrito sobre mi blog. Como son palabras elogiosas, las reproduzco a continuación (juas)


5.- Bananas en la cama, Zeky´s Bueno, no podía evitar incluir acá, fiel a mi homosexualidad, el que más me gusta de todos los blogs gays. Es de un argentino, aunque siempre hay lugar para la duda. Es de suponer que quien lo escribe no es quien dice ser, seguramente todo cuanto escribe es ficción, segurísimo que quien escribe ha inventado un personaje que nos habla. Pero nada de esto lo descalifica, al contrario: crear un personaje que tenga vida propia es algo tan dificil como tener una vida propia que sea interesante. Los relatos eróticos ameritan una calma al escribir que pocos poseen, la sexualidad hecha letra hay que saberla manejar para poder hacerse entender sin caer en la pornografía fácil. Este blog si tiene desnudos, si tiene pornografía. Pero cómo entretiene. Esta escrito con una socarronería tan exquisita, que uno no puede hacer otra cosa que esperar que se actualice para leer, con una sonrisa en el rostro, la nueva aventura que ese loco austral nos trae. La presencia de este blog en mi lista, no es solo una recomendación ni un reconocimiento. La presencia es un grito sin pudor: yo si soy gay, me siento tranquilo al serlo, no le debo nada a nadie y los demás, que se jodan. Y al revisar este blog, uno siente que está gritando a coro con Zeky, uno siente que no está solo.


¡A la mieeeerrrrrrdaaaaa! No se dan una idea de lo bien que me hicieron sentir esas palabras. Justo unos días después de que un relato mío(no tan caliente como los que suelo publicar aquí) mereció el calificativo de "pornografía barata" por parte de uno de mis profesores de la cátedra de Redacción.

Les cuento esto no solo para darme un poco de corte y realzar un poco el ego (¿pa' qué les voy a mentir?), sino también para incentivarlos a hacer sus propias listas de recomendados, aunque el Día del Blog ya haya pasado. Me parece piola comentar sobre los sitios que visitamos y nos gustan.

En mi caso, la elección no fue fácil y he decidido recomendarles que se den una vuelta por los siguientes blogs:


1.-
Bajo el signo de Libra: el interesantísimo y cultural blog de Pe-Jota, quien desde Barçalona nos cuenta sobre las cosas que le gustan y llaman su atención.

2.-
Las Desventuras de Don Arturo: un viejito gay super entretenido que nos cuenta cómo es la vida en el hogar de ancianos en el que vive. En general, sus relatos tienen un toque satírico pero por momentos también sabe emocionarnos hablando del amor, la amistad y sus recuerdos.


3.-
El Blog de un Chico Gay: Un clásico que seguramente muchos de ustedes conocerán. Mirko nos cuenta de su vida (aventuras y desventuras) en la mediterránea ciudad de Córdoba. Un verdadero deleite para leer.

4.-
¿Hoy qué es: Ayer o Mañana?: Un blog extraño pero al que no puedo dejar de visitar. Escrito por el Huije, me suele poner al tanto de muchas de las cosas que pasan en la comunidad LGTB de mi país y del mundo. Aunque de vez en cuando nos hace ver también algo de su vida y de sus gustos.

5.-
Daiquiri Rosa: Acá me salgo de la pretendida objetividad, juas. El blog de Lucho me gusta porque, por un lado, vive en La Plata, que es mi ciudad natal (de la que me fui hace unos años pero todavía extraño) y, segundo, porque me acosa vistualmente desde hace un tiempo y no pierdo la esperanza de que algúndía nos encontremos, juas. Pero tiene que ser todo de casualidad, si no no vale, juas. Igual cuenta siempre historias muy divertidas e interesantes, cosas que le pueden suceder a cualquiera y que, generalmente, me suelen dejar pensando.

Por hoy les dejo estas cinco recomendaciones. Más adelante, les pasaré algunas otras.

Toda mi gratitud a
Daniel, que fue tan amable de escribir sobre este trabajito mío que busca algo más que calentar las entrepiernas de los lectores.

Y les dejo una canción. Hoy estoy un poquitín melanco (a mí también me pasa, che). Ya les contaré...


Esta versión de Utada Hikaru tampoco está mal:


Que me perdonen los fanáticos, pero la versión de Sinatra es deplorable. Para mi gusto, la mejor es la de Tony Bennet (lástima que el sistema de Go Ear anda para el carajo)


Si no funciona, escúchenla en
http://www.goear.com/listen.php?v=4b30eaf
Vale la pena notar la diferencia. Acá va la letra:




www.quedeletras.com


NOTICIA DE ÚLTIMO MOMENTO!!!!!! Este pendejo la rompe!!!!!! Se llama Ray Quinn y fue finalista del certamen X Factor 2006 de la tevé yanki. ¿Por qué no cantarán como él nuestros valores vernáculos de High School Musical????? Dato: para mí el chico es del gremio, sólo un gay puede cantar y bailar de ese modo, juas.




Pero como no podía ser de otro modo, algo de pornografía tiene que haber en este blog, juas. ¿Conocen a estas niñas? (Ojo a los impresionables que acá aparecen MUJERES!!!!!! aunque también algunas cositas que seguramente habrán de interesarles, juas)






viernes, 7 de septiembre de 2007

De a tres es mejor


Por supuesto que no me avergüenza reconocer mi gusto por el sexo grupal. Ya lo he confesado en alguna oportunidad. Para mí las orgías son una práctica gloriosa. Aunque últimamente ando un poco remolón (esa es la verdad) y tiendo más a preferir los tríos. Paso a explicar.

Apenas me instalé en Buenos Aires, me inscribí en un grupo de internet que organizaba reuniones de sexo entre varones todos los meses. Uno pagaba una módica entrada y tenía a su disposición instalciones acondicionadas para el encuentro, preservativos a discresión, buenos tragos, buena música y (lo esencial) no menos de cincuenta hombres de toda edad y contextura dispuestos al cachondeo. Por aquel entonces no podía jactarme de ser un experto (no todavía) pero ya había tenido algún entrenemiento y, desde la primera vez, me destaqué por mi ductilidad. Así fue que pude contactarme con un par que después se transformaron en muy buenos clientes.

Hoy en día ya no asisto a esas reuniones, si bien sigo recibiendo mes a mes las invitaciones por correo electrónico. El trabajo, el estudio y los amigos ya no me permiten participar como lo hacía antes y (aunque me tienta muchas veces la idea de volver al ruedo) me parece que está bien así. Todo lo bueno tiene su costo.

El sexo grupal es franco y directo. Carece de los laboriosos preámbulos que impone la modalidad "uno a uno". Los que asisten a una orgía tienen objetivos muy claros y concretos: coger y pasarla bien. No es que pasaron a tomar el té con masitas y ante la primera insinuación te salen con un "usted me confunde, caballero". La cosa es bastante sencilla: vos vas y, cuando ves un tipo que te calienta, se lo decís derechamente o se lo hacés saber de algún modo no necesariamente elíptico (tocándole el bulto, por ejemplo). Si el otro (u otros) está (o están) de acuerdo, vía libre y a disfrutar. Ninguna dilación, ningún verso, ninguna promesa vana. Claro que nunca falta algún histérico que solo va a mostrarse o a mirar (sobre todo si es lindo) pero esa especie es rápidamente identificable y basta con no darle bola. Los únicos difíciles suelen ser los tímidos y los miedosos (generalmente primerizos) que pueden arruinarte el momento si no tomás los recaudos necesarios (buscar a otro, por ejemplo). Pero son minoría.

A pesar de todo esto, para el buen sexo, el mejor número es el tres. Soy un fanático incondicional de los tríos. Será por eso que nunca he soñado formar una pareja estable. Cuando se establece un vínculo responsable con alguien es muy difícil incorporar a un tercero en la cama. Muchos podrán decir que siempre hay un roto para un descosido y es posible que tengan razón pero... ¡no jodan! En la teoría todo está joya, pero la experiencia me ha demostrado que, cuando se plantean estos experimentos, uno de los dos integrantes de la pareja entra en crisis en mitad de la movida. Si me habrán llamado matrimonios... Anécdotas tengo para escribir una novela. Entre las más jugosas, recuerdo la de un tipo que me pagó para que pasara una noche de sexo con él y su novio. "Para revigorizar la relación" me dijo, como si tuviera que explicarme por qué lo hacía. Y cuando el otro me empezó a coger con ganas, el que me había contratado sufrió un repentino ataque de celos. "A mí hce años que no me culeás así" gritaba. Y todo se fue al carajo. Aunque yo cobré igual.

Para muestra basta un botón pero historias como esta son casi un clásico.


Es cierto que "lo normal" es coger de a dos, aunque en lo personal siempre me quedo con la sensación de que falta algo... como que queda un hueco sin rellenar ¡juas! No sé si me explico. En cambio, cuando la cosa es de a tres, todo cambia sustancialmente. Me fascina eso de poder chuparme una poronga mientras me están culeando; o cuando yo estoy culeando a otro; o tener un culo por delante y una pija por detrás; o... De a tres, las opciones son numerosas y todas por demás satisfactorias.

Si ya somos más de tres, da mucho mucho morbo pero no lo disfruto... tanto. Cuanto mayor es el número de participantes, mayor es la dispersión delplacer y de las energías.

De todas maneras, quiero dejar en claro que considero que un número poco recomendable para el sexo grupal es el cuatro. Una cogida entre cuatro personas termianrá casi indefectiblemente en dos cogidas de a dos. Quienes cuenten con la experiencia suficiente, podrán corroborar mis dichos. En este sentido, las estadísticas son contundentes.

Es decir que mi conclusión es siempre: "Que vivan los tríos".

Por eso la otra noche, cuando JM llegó tan urgido de sexo y me propuso incorporar a Sebita, me puse loco de contento. Aunque no me lo crean, hacía ya rato que no participaba de una fiestita y el hecho de que uno de los participantes fuera Sebis le otorgaba al evento un condimento especial. ¡Cómo me calienta ese pendejo!

El guacho llegó alrededor de las dos de la madrugada, después de que terminara con su cliente, justo cuando JM y yo arrancábamos con el tercer polvo de la noche.

- ¡Viejo de mierda! Me costó un huevo que se le parara y después tardó un siglo en acabar...

"Gajes del oficio" pensé, pero no le dije nada porque corría el riesgo de iniciar una conversación. Una conversación que, además, podía desatar una polémica en cuanto a mis ideas sobre la calidad del servicio y esas cosas. ¡Ni pensarlo! En la habitación, JM nos esperaba en bolas y con la pija dura. Puse un video de Madonna para tener un poco de música de fondo y Sebitas me siguió hasta el dormitorio. Tras una escueta presentación, yo me tiré en la cama y continué comiéndole la verga a mi cliente. Ellos se saludaron con una sonrisa y Sebas empezó a desnudarse. Aun no había terminado de hacerlo cuando JM le metió mano. Como el pendejo es bien calentón, se le puso dura al instante y, cuando estuvo ya desnudo, se montó sobre el pecho de JM y lo cogió por la boca. Sentí que la pija daba un tirón entre mis labios y, por maravillosa propiedad transitiva, la mía también dio muestras de renovada emoción.





- Esto es lo que necesité durante toda la noche. Lástima que no todos los clientes sean como vos.

La voz de Sebastián pretendía sonar natural pero la calentura le ganaba a la voluntad. Desde la entrepierna de JM, mi campo de visión era inmejorable: el culo marmóreo de mi amigo, bombeando con entusiasmo por encima de unos pectorales perfectos.

Así estuvimos un buen rato, hasta que JM tomó las riendas de la acción.

Sin decir una palabra, se deslizó felinamente por debajo del cuerpo de Sebas y, de pie junto a la cama, ofreció la verga para que mi amigo se la chupara. Yopermanecí como espectador durante unos minutos, pajeándome lentamente. Pero era evidente que esa situación no podía perdurar. JM se estiró hasta mi entrepierna y, primero, empezó a masturbarme para luego estirarse un poco más, con un objetivo más que claro. Entonces solo restaba cerrar el círculo... o el triángulo en este caso: tomé la verga de Sebitas en mis manos. Estaba espectacularmente tiesa y caliente. Así las cosas, tuve que hacer algunas contorsiones para acomodarme de la manera más confortable sin que alguno de los tres tuviera que abandonar sus quehaceres, pero lo logré. Yo quedé recostado, chupándosela a Sebis; Sebis arrodillado al borde de la cama, chupándosela a JM y éste, inclinado de costado (en una posición que ahora imagino muy poco relajada), chupándomela a mí. El aire estaba impregnado de jadeos y sudores y, como música de fondo, "Confessions on a Dance Floor". Nuestros penes se movían al ritmo del pop, turgentes y ensalivados. Las manos intrusas exploraban cuanta piel estaba a su alcance y los más favorecidos fueron los culos, ansiosos por entrar en acción.

Creo que fue JM el primero en atender los reclamos del suyo. Abandonó mi entrepierna y, tras darle dos o tres embestidas bien a fondo a Sebastián (y como conocedor del falo de JM puedo suponer que llegó a los recovecos más profundos de su garganta), se dio vuelta de un salto y le puso el culo entre los labios. La lengua de Sebas se disparó al instante para darnos una clase magistral de beso negro. Yo abandoné todo y me quedé mirando. No me hacía falta tocarme para que la pija se me sacudiera de placer.

- Quiero tu culo -me reclamó JM.

Y allí fui a entregar mi trasero, con una excitación tal que tuve miedo de sufrir (después de mucho tiempo) un orgasmo anal. ¿Nunca les sucedió eso de acabar sin siquiera meneársela, solo con que los cojan o les chupen el culo? A mí sí. Si quieren, alguna vez les contaré esas experiencias (seguro que van a querer, juas).

Los condones estaban por todos lados. No hubo que esforzarse demasiado para encontrarlos. El primero en forrarse y penetrar fue Sebastián. Mientras lo clavaba por detrás, la lengua de JM atravesaba mi esfínter como una flecha y el goce alcanzaba la libertad en mi garganta. Transmisión perfecta: los cuerpos sólidos transmiten fuerzas, los cuerpos líquidos transmiten presiones y los cuerpos sexuales transmiten placer. No tardé en acomodarme contra el cuerpo de JM y su verga de látex me penetró en silencio, como si mi ano fuera una funda especialmente confeccionada para ella.

Madonna siguió cantando, sacudiéndo y elongando los músculos en el plasma. Inconscientemente, nosotros hacíamos lo mismo a pocos metros de ella, intercambiando posiciones, saboreando pieles, generando tensiones y gemidos que fueron creciendo y creciendo hasta llegar al climax.

- ¡No doy más! ¡Voy a acabar! -grité, dando el último empellón de mi pelvis contra el trasero de Sebas. Éste dejó escapar un sonido gutural de su garganta en medio de un sesenta y nueve de antología con JM. Y desarmando la armonía, decretó:

- Ahora estás castigado por no haber aguantado.

Como un gato, se escurrió entre los cuerpos, me abrazó por detrás y me clavó la verga sin preaviso. Lejos de dolerme, un nuevo calor me subió hasta el cuello y no pude menos que disfrutar del castigo. Entre los dos me cogieron alternadamente hasta que Sebas también acabó y se puso a mi lado para compartir conmigo, uno a uno, el falo de JM que todavía dio pelea durante un rato. Su grito final coincidió casi con el acorde final de "Like It Or Not", el último tema del video. Su orgasmo fue celebrado por miles y miles de palmas aplaudiendo.