lunes, 7 de abril de 2008

Un poco de justicia


Como ya dije alguna vez, durante la crisis del 2001 tuve acceso a más de una bragueta que, en otro contexto, hubieran estado por completo fuera de mi alcance. Al menos eso creo. Claro que, dicho así, daría la impresión de que yo me hubiera aprovechado vilmente de mi posición acomodada frente a las necesidades de los demás. ¡Nada de eso! Ese nunca fue mi estilo. Simplemente, las situaciones se dieron y cada quien supo obtener el mejor provecho.

Imagínense que yo atravesaba una etapa de euforia.

Contrariamente a lo esperable, había descubierto mi sexualidad y con cierta inocencia (debo admitirlo) salí de inmediato del armario. Se lo dije a todo aquel que quisiera saberlo. A partir de mis tempranas experiencias me quedaba más que claro que tenía un talento natural para el sexo y esa certeza me permitió adquirir una firme seguridad en otros aspectos. Uno de ellos (tal vez el más importante): el de aprender a mostrarme ante el mundo tal cual soy, sin vueltas ni dobleces.


Si bien esta actitud no me granjeó amigos, sí me hice respetar sin demasiado esfuerzo entre mis compañeros de escuela. Nunca fui la marica vapuleada del colegio. Antes bien, todos se cuidaban de hacer comentarios ofensivos en mi presencia. El buen uso del idioma fue, desde siempre, un arma de seducción y de defensa. Sobre todo con aquellos que habían recurrido a mí en sus "casos de urgencia". Porque no fueron pocos los que, apenas se enteraron de mis habilidades, quisieron saber de primera mano qué era eso de recibir una buena mamada. Servicial como soy, les di el gusto a cada uno de ellos, pero no sin recordarles sutilmente que cualquier indiscresión podría volverse también en su contra.

El único necio que intentó hacerme la vida difícil fue Franco Cúneo (lo menciono así, con nombre y apellido, porque con el correr de los años me demostró un grado tal de bajeza y ruindad que no me merece ni el menor de los respetos).

Lo nuestro no había pasado de una mamada rápida en los vestuarios, después de la clase de gimnasia.


Fue él el que se me insinuó. Yo estaba en mi cubículo, duchándome, y él entró en el cubículo que estaba justo frente al mío. Yo no me había percatado, pero ya no quedaba casi nadie en el vestuario y él no corrió la cortina. Cierto es que una cortina de plástico no suele ser el elemento ideal para resguardar la intimidad en una ducha, pero él la dejó plegada con el solo propósito de que yo lo viera mientras se duchaba y se masturbaba. Sí, porque a los pocos minutos de entrar ya estaba al palo.

Admito que Franco no era un chico feo. Después, con el transcurso del tiempo se fue transformando en un chongo desagradable, pero por aquellos días todavía era de buen ver. Aunque lo que la madre natura le había puesto entre las piernas no era lo que podría decirse "un portento".

Obvio que yo no soy un caído del catre (y si alguien lo pensó, que se vaya desengañando). En cuanto lo vi meterse bajo la ducha sospeché que algo sucedería allí aquella tarde. Al rato (y como quien no quiere la cosa) me asomé por detrás de mi cortina y lo vi. Tenía la verga entre las manos. Se estaba pajeando con las dos en simultáneo. Yo me sonreí, más que por excitación, por maldad: se lo veía muy ridículo moviendo las caderas hacia adelante y hacia atrás para follarse las manos. No dudo que sea una técnica que da satisfacción pero, visto desde afuera, les puedo asegurar que en nombre de la dignidad habría que reservarla para los momentos en que uno se encuentra a solas consigo mismo. Sin percatarse de mi sonrisa, Franco me hizo una mueca (que pretendió ser seductora) indicándome que me acercara a él. Lo hice sin pensarlo demasiado. Cuando estuve lo suficientemente cerca, dejó de pajearse y me mostró la verga como si de un trofeo se tratase. Era de esos tipos que están decididamente divorciados de la realidad y que te muestran la chota como si fuera la octava maravilla del mundo. Se lo veía realmente orgulloso de su pene y yo no me podía imaginar el por qué de tal satisfacción. No obstante, me acerqué a él y me arrodillé para hacer mi trabajo. No era muy grande ni tan gruesa (ya por entonces había yo tenido entre manos "negocios" mucho más interesantes que aquel) pero me dio curiosidad. Primero la rocé suavemente con los labios, como para ir calentando motores y chequear sus reacciones. No fue muy discreto. Al primer roce dejó escapar un gemido capaz de llamar la atención de un sordo. Afortunadamente ya no quedaba nadie en las proximidades. Entonces me tomó de las orejas y me sostuvo con fuerza mientras me cogía por la boca. Las sutilezas no eran lo suyo y no tenía la menor idea de lo que era compartir el placer. Aunque la violencia de la situación tuvo su morbo: no cabía la posibilidad de que me atragantara con su falo, así que lo pude disfrutar mientras entraba y salía. De paso, aprovechaba para acariciarle las piernas y pajearme a mi vez. El muy boludo no había cerrado la llave de la ducha ni se había corrido un poco hacia adelante, de modo que el agua me daba en pleno rostro y me ahogaba. Sin embargo, le puse empeño como fue siempre mi costumbre. Después de unas cuantas lamidas, me la tragué enterita una y otra vez. Se me ocurría que el pendejo no tendría mucha experiencia y que acabaría rápido. No me equivoqué. Antes de tres o cuatro minutos, Franco pegó un grito visceral y me descargó toda su leche en la boca. ¡Ni siquiera me avisó! Digan que uno ya tenía experiencia y hubiera podido prevenirme, si hubiera querido. Pero por aquellos tiempos yo todavía era de los inconcientes que gustan de tragarse la leche. Hoy no lo hago ni por plata (todos mis clientes están advertidos). Y así como acabó, se fue. ¡El muy desagradecido! Ni siquiera una mirada de despedida. ¡Nada! Se enjuagó la pija bajo el agua de la ducha y se fue.

A la clase siguiente, quiso repetir la escena, pero yo tenía una cita a ciegas con un chico de Avellaneda y no pude quedarme después de clase. De allí en más, no volvió a hacerme insinuaciones y, ¡por supuesto!, yo no las eché en falta.

Al tiempo, durante un recreo, Franco estaba sentado en un rincón del patio, rodeado de una decena de pendejos de cursos inferiores a los que engatuzaba con los relatos de sus supuestas hazañas sexuales. Porque Franco Cúneo era además un estúpido mitómano que, en su calidad de tal, ignoraba el significado de la palabra discresión. Varias chicas de la escuela lo descubrieron demasiado tarde.

Yo estaba destinado a poner un poco de justicia en esa historia, juas.

Por eso es que iba esa mañana absorto en mis propios pensamientos cuando pasé junto a ellos. Una carcajada generalizada me sustrajo de mi meditación, aunque solo alcancé a escuchar el final de una frase montada sobre su voz disfónica:

- ... ¡puto mamavergas!

Me detuve al instante sin perder el aplomo y le dediqué una mirada burlona.

- Ah... ¿sos vos, chizito?(*)- le respondí.

Otra vez las carcajadas, pero esta vez lanzadas hacia el otro polo del campo de batalla. Franco no mantuvo la sonrisa. Sin duda, esperaba que yo me dejara amedrentar por el insulto, tal como sucede en la mayoría de los casos en que la heterosexualidad de un sujeto es puesta en tela de juicio con fundadas razones. No obstante, Franco descubriría esa mañana que Ezequiel Barriera no pertenecía a esa mayoría. El brillo encendido de sus ojos me dio la pauta de que sería una victoria sencilla , en la medida en que yo mantuviera la templanza y no me dejara arrastrar hacia su terreno. En virtud de ello, me planté frente a él sosteniéndole la mirada con supuesta tranquilidad.

- ¡Ja! Bien que te atragantaste cuando me la chupabas. -me azuzó.


El "oh" de la pendejada llamó la atención de otros tantos que rondaban en el sector. En pocos segundos, ambos duelistas estuvimos rodeados de una multitud ansiosa por disfrutar de un buen escándalo. Y yo sabía que, con público, la ventaja era mía.

- No, mi amor, -le respondí con sorna- no te confundas: la arcada que me dio fue de asquito. Está todo bien con que te hagas la paja, pero de tanto en tanto hay que lavarse...

La platea estalló en aplausos y más carcajadas. Franco se puso colorado de bronca.

- ¡Ca-callata! -tartamudeó forzando una mueca que pretendía ser una sonrisa- Sos tan cu-culo ro-roto que ni el matafuego te alcanza...

La chanza tuvo su efecto pero nunca tanto como lo que vendría después:

- Es que estoy acostumbrado a cosas grandes.

- ¡Claro! ¡Por eso me buscaste a mí!

Lo acababa de meter en el corral donde recibiría el golpe en la nuca.

- ¡Todos cometemos errores en la vida, mi amor! -le dije cara a cara, casi tocando su nariz con la mía y siempre con la sorisa a flor de labios- Cuando me la quisiste meter, el maní no te alcanzó más que para el puerteo...

¡Nunca había sucedido tal cosa! ¡Claro que no! Pero en el amor y en la guerra todo vale y la imagen era por demás potente como para dejarla ir. Sobre todo porque la contundencia de mis nalgas gozaban de cierta popularidad entre los espectadores.


La ovación fue apoteósica y, para rematarlo, le di un besito en la punta de la nariz.

Eso ya fue demasiado para Franco, que se la daba tan de macho. Se le subió la tanada y me agarró de las solapas con el propósito manifiesto de bajarme los dientes de una trompada. Sin embargo, los hados se pusieron de mi lado y, sin saber cómo, mi mano derecha describió una parábola hacia adelante y se aferró a sus testículos con verdadera saña. El rojo furibundo del rostro de Franco pasó pronto a violáceo e incluso estoy seguro de que se le escapó algún lagrimón. Fui conciente al instante de que el dolor debía ser insoportable pero mi puño apretó aun más, sin misericordia.

- Conformate con lo que tuviste, chabón. -le aconsejé en un susurro- Con la leche amarga que tenés no me dan ganas de chupártela otra vez.

Recién entonces lo liberé de la pinza de mis falanges. Su cuerpo se terminó de plegar a la mitad y, como si fuera una figura de cartón, cayó al suelo para quedarse allí, con las manos en la entrepierna, mientras yo me acomodaba la ropa y me alejaba victorioso. No obstante, antes del mutis, vino el balazo premonitorio, el disparo de gracia)

- ... Y ténganlo en cuenta, chicas: también es eyaculador precoz...

De más está decir que Franco Cúneo nunca más volvió a molestarme ni a dirigirme la palabra. Durante meses se habló sobre mi actitud en los chismorreos del colegio. Nadie más volvió a insultarme y yo seguí mi vida. No sé si me siento orgulloso de lo que hice pero si sé que no me da vergüenza.

El caso opuesto fue el de Charly. Pero hoy ya se ha hecho tarde. Mejor lo dejo para la próxima autoridad.



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(*) Ignoro el nombre que les darán en otros países, pero los "chizitos" son, en Argentina, unos snacks hechos a base de queso y con forma más o menos ovoidea. Figuradamente, se utiliza la palabra para designar a los penes pequeños.

19 comentarios:

Anónimo dijo...

BUENISIMA!!!! conozco varios de ese tipo... se creen monumentales y supersementales.... peor son un par de idiotas.... suerte!!!

dolmance dijo...

si yo tambien conozco varios de ese tipo y todos me los e cogido y al final no dicen nada ni divierten en la cama

...YO dijo...

Hola. Desde hace tiempo visito tu blog. Me encanta lo que escribes, los videos y las fotos que pones. He participado en las encuestas, te he puesto en mi blog, pero no te había dejado un comentario. No sabía bien que decirte y además soy medio flojo. Pero hoy no me queda más que felicitarte por tu blog, darte las gracias por todos los buenos momentos que me haces pasar con él, gracias por visitar mi blog y dejar un comentario. Te mando un abrazo y te sigo leyendo.

Unknown dijo...

Estuvo re bien lo que hiciste, se lo merecia el pendejo ese.

Bue... al igual que "yo", pues yo tambien vengo leyendo tu blog hace un tiempo, pero todavia no habia comentado...

Excelente el blog... no lo dejes morir. Excelente lo de las encuestas, muy educativo todo.

Salu2

Homo-Sapiensis dijo...

Bueno Zekis... en horabuena por los reconocimientos!!!.. veo que el blog va creciendo.., Un saludote!!

semental dijo...

yo en mis años de colegio siempre fui muy introvertido y aunque ya habia tenido experiencias siempre con hombres mayores,jamas se me ocurrio acercame a alguien de cole,y mucho menos demostraria esa clase de aplomo ante una situacion similar.

un abrazo.

Desde el rincón dijo...

Meneítos...así se llama por acá y también se usa la palabra para lo mismo...

Muy buena tu historia, hubiera deseado tener tu temple, pero no...no lo tuve

besos

Javier dijo...

Eso es tener temple !!!!!, tal vez el temple que se posee cuando no se ha de ocultar nada.

Thiago. dijo...

Me mandé un par del estilo en el colegio pero yo era virgen, nada de nada y mucho menos sabía si era gay o no, pero como me encanta bajar a esos patéticos intentos de macho cabrío de su pedestal, verlos volverse cucarachas, me siento como esos animales que juegan con su comida...

Te adoré, no lo dudes. ^^

Jorge dijo...

Hola,
El gran puto Argentino siempre tuvo las bolas bien puestas!!! Felicitaciones.
Ah, que lindo es el sabor de la venganza! ¿O solo yo lo busqué al tal Franco en Internet??

Un abrazo,

Jorge

Vetado para el amor dijo...

OE... PUES AVENTURAS DE COLE SI TUVE... UN PAR... PERO NADA QUE ME ESTIGMATIZARA, Y EN REALIDAD ERA SOLO POR EXPERIENCIA... ABRAZOS Y DIOS LE PAGUE...

Anónimo dijo...

jajaja coincido contigo amigo!
Muy buen blog. Busco amigos para contactos, mi MSM jgalarza_25@hotmail.com, agregame si?

saludos
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JL.Pigs

Trevor dijo...

hey hola como va!

muy cierto lo del post me paso algo parecido.

Saludos

Luckitas dijo...

Ese tipo de personas existen... xq muchas veces el gay... con tal de sacarse la calentura q le provoca un loco... hace cosas... o deja q el loco le haga cosas... q entra en el terreno de la sumision total...

Esta actitud hace q el otro se sienta con derechos sobre nosotros... y nos pueda ofender... someter cuando quiere... o hacer de nosotros lo q desea... pero la culpa no la tiene el chancho... sino quien le dio de comer... jeeeeeeee... chauuuuuuuuuuuu...!!!

Anónimo dijo...

Joder, que buenos estan los de las fotos primera y ultima, ?de donde lo has sacado?

Anónimo dijo...

hola zeky's
apurate! actualizá el blog!!
se te extraña!

beso

semental dijo...

ZEKISSSSSSSSSSS ¿DONDE TAS METIDO?

Arquitecturibe dijo...

Ayer me ocurrió lo mismo... pero inversamente proporcional...
el chico tenía una herramienta de lujo, pero no tenía habilidad para utilizarla... mala suerte!

Anónimo dijo...

bueno hace mil q no le doy bola a esto pero muy interesante su blog sr ! tendre que pasar mas seguido :P
La concha me olvide de como era mi contraseña de esto!!!!!! puaj!