jueves, 31 de enero de 2008

Año Nuevo en Curitiba (3ra parte)

Bassinho, Bruno y Sony regresaron al patio justo cuando dieron las doce y brindaron con toda la familia. La algarabía que se vivía en aquella casa tan humilde no puede describirse con palabras. Ese es el misterio que la gente pobre atesora en lo más profundo de sus corazones: la fórmula de la felicidad a pesar de las carencias. Un tesoro que muchos hemos perdido, si es que alguna vez lo tuvimos.

- ¡Puta!, acomodate la ropa y dejá de mostrar la hilacha! – le reclamó en broma Juaco a Sony.

- Más que nada, pará de comerte a todos los brazucas y ¡dejá alguno para nosotros! –completó Sebys en medio de las risas de todos.

El primo Bento, que estaba sentado frente a nosotros, pareció entender lo que decíamos y nos miró con cierto recelo. Sony apuró una jarra llena de cerveza y se desplomó sobre su asiento.

- Che, ¿tan amarga era la leche que querés ahogar el gusto en alcohol? –bromeé.

El primo Bento volvió a mirarme con mala cara. Pero esta vez Sony lo vio y envalentonado por las copas de más, le habló por primera vez desde que nos lo presentaran.

- No te chivés, bonito. Estos son unos desubicados que no entienden de relaciones internacionales como yo...

Entonces sucedió casi un milagro. Por primera vez en toda la noche, el primo Bento sonrió. Ante semejante prodigio e (insisto) envalentonado por los efectos del alcohol, Sony cruzó por debajo de la mesa y se sentó junto a Bento, en el sitio que acababa de dejar vacante una de las hermanas de João. ¿De qué hablaron de allí en más? Lo ignoro. El bullicio circundante era demasiado fuerte y, además, otra de las hermanas de João, llamada Darcy, prácticamente me obligó a bailar cumbia con ella. En realidad todos bailamos y eso prueba que la cerveza es capaz de lograr lo inimaginable: este cuerpito, el mismo que suele lucirse en las plataformas de Ameri-k, recibió el 2008 sacudiéndose al compás de Los Pibes Chorros. ¡Patético! Pero igualmente divertido.

En tanto, Bento y Sony se habían apartado hacia un rincón del patio, donde continuaron bebiendo cerveza y conversando animadamente como si se conocieran de toda la vida. Era obvio que Bento hablaba por lo menos un poco de castellano. De otro modo la conversación no hubiera podido prosperar. Como ya dije, era un adolescente paliducho y delicado, onda dark, que desentonaba ostensiblemente con el resto de la familia, en su gran mayoría mulatos. Incluso en la ropa que usaba: mientras todos los demás preferían los colores brillantes y vistosos, él llevaba bermuda y camisa negras, borcegos y muñequeras de cuero trenzado, también negras. Negro era su pelo lacio, peinado con un largo flequillo hacia el costado y negro el delineador que había usado para resaltar sus ojos negros.

- ¿A este también se lo va a comer? –bromeó Juaco.

- Ya sabemos que sufre de fiebre anal. –acotó Sebita.

- Yo diría que no. –intervino João en perfecto portuñol, una inevitable confusión idiomática- O primo Bento não é puto.

Y todos nos cagamos de la risa, por supuesto. ¿Desde cuándo era ese un impedimento para Sony? Si es un ser vivo y tiene cualquier apéndice que se parezca a un pene, es candidato a ser fagocitado por el rubio culón.

Nosotros continuamos bailando y casi nos olvidamos de ellos dos. Darcy era una bailarina incansable y perseverante. Sin duda sabía cuáles son mis preferencias sexuales pero igualmente no se privaba del gusto de pellizcarme las nalgas cada vez que podía o de robarme algún pico. En verdad, de haber sido yo heterosexual no hubiera perdido un segundo para llevármela a la cama. Es una mulata bien bonita y sensual. Pero para su infortunio, mis deseos estaban concentrados en sus hermanos y sus primos, lo cual quedó de manifiesto cuando João y Bassinho me emparedaron por delante y por detrás, frotando sus cuerpos contra el mío. Ninguno de los dos osó comerme la boca pero poco faltó para que lo hicieran. O lo hiciera yo mismo. El alcohol desinhibe, juas. Aunque podríamos haberlo hecho tranquilamente ante la vista de todos. Nosotros no éramos los únicos “alegres” y estoy seguro de que nadie se hubiera espantado. En todo caso, siempre quedaba la treta de echarle la culpa a la cerveza. Esa era la excusa de Darcy, por lo menos, y todos se reían al verla con su mano en mi bulto. “Eu não sou uma perdida” declaraba con los ojos entrecerrados y el dedo índice en alto. Y todos festejaban su supuesta borrachera (aunque yo no terminaba de convencerme de que estuviera por completo alcoholizada). Claro que era entretenida la situación. ¡Era la primera vez en mi vida que me acosaba una mujer con vagina!

Y mientras todos nos divertíamos, Sony buscaba su diversión por otros andariveles.

Aprovechando la buena onda que había pegado con Bento, le propuso trasladarse a un lugar “menos ruidoso” donde seguir charlando y Bento aceptó gustoso.

Hasta ahí, nadie podía saber si el brasilerito era o no tan inocente como para ignorar por dónde iba la cosa. Lo cierto es que Sony lo guió hasta la misma habitación en la que, una hora antes, había estado con Bassinho y Bruno y allí se sentaron en un camastro, iluminados solamente por la luz de la luna que entraba a través de una ventana. Continuaron hablando sobre las bellezas de Curitiba. Bento quiso saber algo de Buenos Aires. Y poco a poco, la charla fue pasando al plano más personal…

- ¿Tenés novia? –preguntó Sony.

Bento no respondió y Sony tuvo que insistir. La respuesta fue un tímido “no” con la cabeza.

- ¿Y por qué? –insistió mi amigo.

- Não sei. Acho que não é o meu destino…

¡¿Lo qué?! ¿Qué significaba esa respuesta? ¿Qué tenía que ver el destino en todo eso? Como podrán imaginarse, Sony interpretó aquellas palabras como una luz verde para llevar adelante sus propósitos. El pendejo podría haber sugerido que pensaba hacerse cura, monje taoísta o que tenía planeado suicidarse antes de que le llegara el momento de debutar, pero mi amigo prefirió elegir, entre todas las posibilidades, la que más le convenía. “¡Este también es puto!” se dijo… ¡y avanti con los faroles! Como si Bento le hubiera confesado un secreto que lo abrumaba, Sony abundó en palabras dulces que apuntaban a reconfortarlo y a hacerlo sentirse bien. Bento le sonreía sin encontrar respuesta a tanta cortesía. Sony le tomó la mano y siguió hablando de lo maravilloso que uno se siente cuando se asume como quién es en realidad, sin vergüenzas ni malos pensamientos, con la certeza de que el mal está en la mirada de los otros y no en nuestros deseos… Bento parecía no comprender muy bien pero se sentía tan a gusto que no se animó a romper la magia del momento. Poco a poco, para ellos se iban apagando los ecos de la música estrafalaria que llegaba desde el patio y todo se reducía a aquel cuarto en el que la vocecita de Sony lo embriagaba más que cualquier cerveza. Su mano entre las de él sudaba placenteramente y su respiración comenzaba a entrecortarse con dulzura. Los ojos de Sony brillaban en la oscuridad y también su boca roja y delicada. Tal vez Bento jamás había estado tan cerca de un muchacho tan bello… De pronto, sucedió lo que ninguno de los dos pensó que sucedería pero ansiaban de todos modos: Bento se inclinó hacia Sony y lo besó en los labios.

Con la excusa de ir al baño, yo había podido desembarazarme del simpático asedio de Darcy (a pesar de que no perdió la oportunidad de ofrecerme ayuda, juas). En realidad me corroía la curiosidad por saber qué estarían haciendo Bento y Sony… Sí, digamos que fue solo curiosidad… El hecho fue que llegué a verlos, desde detrás de la cortina, justo en el momento del beso.

Fue algo mágico y fugaz. Los labios se rozaron en una eternidad que duró apenas un segundo. Sorprendentemente, Sony se quedó petrificado. Jamás se hubiera imaginado tanta ternura en un beso y todos sus planes se trastocaron. Como ninguno de los dos se movió ni hizo gesto alguno, luego del primero vino otro y otro y otro… todos con la misma delicadeza y el mismo magnetismo. Acostumbrado a entregar su boca por dinero o por mera concupiscencia, mi amigo se sintió feliz y, al mismo tiempo, desconcertado ante aquel acto de amor que jamás se animará a definir como tal. También sus manos empezaron a sudar. Y todo su cuerpo. Por primera vez, el contacto físico con otro chico no le despertaba la entrepierna.

Un poco avergonzado, Bento se retiró unos centímetros y no se animaba a mirar el rostro de Sony. Era evidente que ardía en deseos de volver a besarlo pero se sentía tonto y vulnerable. Para su fortuna, Sony pudo reaccionar y, con la misma delicadeza con la que lo había besado, unió labio con labio y lo estrechó entre sus brazos. El corazón de Bento no podía albergar tanta felicidad. El de Sony no podía abarcar tanta gratitud por haber despertado en él esa faceta afectiva que desconocía hasta entonces. Se separaron unos segundos y volvieron a abrazarse y a besarse. Ambos reían y se miraban incrédulos. Ya no hablaban. Las manos se soltaron y el sudor se transformó en caricias. Hubo muchos más besos. Interminables besos. Incontenibles besos. Los cuerpos se echaron uno junto al otro y se confundieron en las sombras. Los labios no daban abasto. Las manos tampoco. Era más que urgente la posesión amorosa del otro. No había tiempo que perder: la magia del momento podía ser efímera y ellos debían hacer lo necesario para abarcar todo el enorme espectro de la maravilla. Sony desabrochó con sutileza los botones de la camisa y acarició el pecho suave de su niño-amor. Diría que con miedo de dañarlo… o mancillarlo. Luego lo recorrió con sus labios pero sin que se cruzara por su mente la menor idea relacionada con el sexo. Todo su ser estaba cautivado por aquella piel perfumada que se le entregaba por completo. Bento, en cambio, sintió dentro de sí (además de un goce colmado de felicidad) el llamado del instinto. Cada caricia lo hacía estremecer. Cada beso le erizaba la piel y lo obligaba a desear más y más placer. Si aquello era el amor, podía sentirse dichoso de haberlo encontrado al fin. Buscó los broches de la camisa de Sony y también descubrió su piel y su pecho sin premura. El sabor de su amado será algo que no olvidará mientras viva… Después continuó besándole la caderas y las piernas pero sin atreverse a dar el paso decisivo de quitarle los pantalones. Parecía ser su primera vez y no sabía cómo hacerlo, por más que sin dudas había idealizado aquella situación miles de veces en el pasado. Finalmente lo hizo (a sugerencia de Sony) y encontró bajo la tela la tibia rigidez del miembro, que no supo abstraerse del deseo. Ninguno de los dos sabe cómo terminaron sus prendas en el suelo y sus cuerpos desnudos, frente a frente, sobre el camastro y a la luz de la luna. Yo los observé deslumbrado: sus movimientos eran plásticos y delicados, como si hubieran estado ensayados para una función de ballet. Se recorrieron por entero con cada centímetro de piel. Fue Sony el primero en cubrir el pene de Bento con sus labios y, a pesar de ser ya un avezado profesional del sexo, se sintió un novato. Luego Bento lo imitó y fue tan maravilloso que ambos comprendieron que, desde entonces, la muerte carecía de poder contra ellos.

Yo seguía observándolos desde la oscuridad y en silencio. Era todo tan perfecto y hermoso que no podía dejar de mirar. Reconozco mi costado voyeur, pero aquella escena era mucho más que sexo: era una muestra fehaciente de que la ternura y la pasión son perfectamente compatibles. Sus cuerpos serpenteaban sobre el camastro, entrando y saliendo del haz de luz. Subiendo y bajando. Rodando delicadamente al compás de los besos. Hasta que, en un momento, sucedió algo que me dejó perplejo.

Bento se echó de espaldas y colocó sus piernas sobre los hombros de Sony. Una posición clásica que no dejó de hacerme sonreír. “Pobre iluso” dije para mí, pensando que Bento buscaba un imposible si esperaba que Sony lo penetrara… Sin embargo, para mi grandísima sorpresa, el cuerpo erguido de Sony se iluminó de pronto ante mis ojos y ¡vi perfectamente cómo su pene se internaba suavemente entre las nalgas de Bento! Si alguien me hubiera dicho alguna vez que yo presenciaría un hecho semejante, me hubiera reído con ganas durante horas. Es por todos sabido que Sony no había penetrado a nadie en su vida. ¿Cómo había podido lograrlo aquel brasilerito pálido? Yo no podía entenderlo y, para convencerme, ni siquiera pestañeé por miedo a perderme algún detalle que me indicara que estaba equivocado y que aquello no era lo que parecía. ¡Una locura! ¿Cómo es que nunca me había querido penetrar a mí, que he sido su amante, su mentor y protector desde hace tanto tiempo? Y allí lo tenía, frente a mí, entregándole a un desconocido lo que tantas veces nos había negado a todos nosotros… Me costó varios minutos salir de mi asombro y (lo confieso) de mi indignación, pero luego comprendí que lo que le sucedía con ese chico debía ser mucho más fuerte de lo que jamás hubiera sentido por nadie. Como un flash, pasaron frente a mis ojos tantas historias amargas de su pasado que me sentí complacido de que alguien hubiera despertado en él un sentimiento tan grande.

Cuando todo acabó, los ojos permanecieron atónitos ante la belleza que emanaba del cuerpo del otro y yo me retiré tan silencioso como había llegado para reintegrarme a la fiesta. Quedaron los dos sobre el camastro, fundidos en un profundo abrazo que solo interrumpieron al recobrar la conciencia de la realidad. Entonces, con gran disgusto (pero no tanto como para opacar la felicidad precedente), volvieron a vestirse. Sin embargo, allí los volví a encontrar casi tres horas después, dormidos y abrazados. La expresión plácida y distendida de sus rostros lo decía todo. Y no pude reprimir la pena. Pena porque no recuerdo haber experimentado alguna vez algo parecido y pena porque (en el tumulto de emociones que siempre me han vinculado a Sony), en el fondo de mi ser, hubiera deseado ser yo mismo el origen y el objeto de aquel amor tan evidente.

Por supuesto que nadie se ha enterado por mi boca de lo que sucedió en aquel cuarto. Ni siquiera Sony sabe que lo sé y seguramente esté poniéndose al tanto al leer estas líneas. Pero no te preocupes ni te enojes, amigo: lo que escapó de tu corazón aquella noche fue algo bello y maravilloso que me hace quererte mucho más de lo que ya te quería, si eso fuera posible. ¿Qué cómo puedo saber yo lo que Sony sentía con solo verlo en la penumbra y a través de una cortina floreada? Respondo con una cita famosa: “El corazón tiene razones que la razón no entiende”.

En la próxima entrega, trataré de poner fin a esta saga de relatos que, por cierto, ha tomado un rumbo inesperado… y seguirá por los mismos andariveles.



martes, 22 de enero de 2008

Año Nuevo en Curitiba (2da parte)




Obvio que, desde el momento mismo en que el resto de la banda ingresó en el depto de Bassinho, la acción prosiguió sin solución de continuidad. Los dos hermanos se colocaron desnudos en el centro de la cama, espalda contra espalda, y los brancos do grupo nos los repartimos dos a dos. Nobleza obliga, Sony y yo cedimos la atención del dueño de casa a Juaco y a Sebita, que se pusieron verdes de envidia al encontrarnos con él en una “interacción” tan estrecha.

El mulatón se portó de maravillas a pesar de su reciente orgasmo. Un asombroso espectáculo de recuperación. ¿Es necesario abundar en detalles acerca de lo que allí sucedió? No ¿verdad? Baste con decir que estuvo más que bueno. Ver cómo Bassinho se cogía a mis amigos, al tiempo en que João lo hacía con Sony y conmigo, fue una experiencia memorable. Y afortunadamente no sería la última vez que lo hiciéramos.

La “ducha comunitaria” posterior tampoco fue digna de olvidar. Los seis en el bañito, jugueteando, riéndonos, toqueteándonos, manoseándonos, pusimos en claro cuál era el espíritu que le imprimiríamos a aquella breve estancia en Curitiba. Juaco y Seby tuvieron nuevas erecciones y los demás (salvo Bassinho) nos encargamos de “ayudarlos”. Incluso João, que le mostró a su hermanos sus dotes en las artes felatorias.

Puedo imaginar en este punto las voces de algunos que habrán de rasgarse las vestiduras (en el supuesto caso de que las tuvieran puestas, juas) ante esta historia que muestra a dos hermanos compartiendo su sexualidad. Aun cuando no hubo incesto (ni lo ha habido hasta el momento; a no ilusionarse los más morbosos), la idea de dos hermanos cogiendo, uno frente al otro, puede llegar a horrorizar al más liberal de los mortales. Puedo comprenderlo. Como en tantas otras cosas, nos han educado para ver este tipo de cuestiones desde el balcón de la mojigatería que, normalmente, pone a la sexualidad en el plano de lo pecaminoso, la practique quien la practique. Muchas veces he reflexionado sobre este asunto en silencio pero, claro, tampoco voy a dármelas de gran filósofo: no soy capaz de elaborar una opinión que disipe dudas y controversias. Sin embargo (tal vez por eso mismo) no juzgo ni acuso. El hecho de que João y Bassinho estuviesen allí compartiendo sexo con nosotros fue una decisión libre de ambos que disfrutamos entre todos.



Por la tarde tuvimos la ocasión de conocer un poco la ciudad, una ciudad sorprendente que ya volveré a visitar en otra oportunidad con más tiempo. Y al anochecer fuimos al fin a casa de los padres de João, en uno de los barrios más humildes de Curitiba.

Nos recibieron todos con gran algarabía. Victoria, la madre de João, mulata enorme y risueña, había preparado toda clase de comidas deliciosas, cuyos nombres no me tomé el trabajo de memorizar. Todos nos dedicamos a la ingrata tarea de devorar todo lo que estuviera al alcance de nuestras manos y de beber (sin demasiada responsabilidad) toda la cerveza que Basilio, el pater familias, nos servía en abundancia. Es destacable que el hombre reunía en una sola persona lo mejor de sus dos hijos varones, al menos en lo que a físico y simpatía se refiere. Tanto que los efectos del alcohol, entre charla y risas, me hicieron verlo con cierto interés, a pesar de sus cincuenta largos, sus modales toscos y su aspecto desprolijo. Otro adelanto para los lectores morbosos: ninguno de nosotros tuvo sexo con Basilio.



Además de los dos hijos varones que ya he mencionado, había en la familia cuatro hijas mujeres. Tres de ellas eran mayores que João y la otra tenía apenas quince años. Todas pulposas y (por lo que se intuía) bien predispuestas a separar las rodillas. Las consecuencias de ello estaban a la vista: ocho pendejos de entre tres y diez años que rompieron las pelotas sin descanso y solo me simpatizaron en la medida en que iban dejándose vencer por el sueño. Claro que eso sucedió ya llegado el 2008, luego de que el alcohol cerrara el círculo alrededor de mi voluntad.

Después de las presentaciones de rigor, los saludos y demás muestras de cortesía, nos sentamos en el patio de tierra, alrededor de una mesa que tenía una pata más corta que las otras tres, e iniciamos la gran comilona. Basilio nos contaba anécdotas de su trabajo como barrendero público. João y sus hermanas se encargaban de que no faltara la comida y Bassinho ayudaba a su padre con la provisión de bebidas. Desde la cocina, Mae Victoria hacía sus acotaciones y ponía en descubierto las risueñas exageraciones de su marido. Sin embargo, lo más engorroso (y lo más divertido al mismo tiempo) era la traducción simultánea de la conversación para que Sony y Seby no se quedaran afuera de la diversión. Juaco tiene un excelente cliente brasileño gracias al cual aprendió a dominar la lengua (y no solo es un juego de palabras, juas). Él y João actuaron como intérpretes oficiales, con mi invalorable asesoramiento gramatical, juas.

La velada se puso aun más entretenida con la llegada de más parientes. Sobre todo de dos primos de unos dieciocho años escasamente cumplidos que llamaron nuestra atención apenas nos los presentaron. Uno de ellos, Bruno, era mulato como el resto de los ejemplares masculinos de la familia que habíamos conocido hasta el momento y nada tenía que envidiarles a sus primos en cuanto a simpatía y sensualidad. El otro, llamado Bento, era de tez pálida y cabello lacio y renegrido, de una delgadez extrema pero curiosamente esbelto y delicado. Parecía tímido por demás. Sonreía con vergüenza y no miraba a los ojos. Pero era evidente que se trataba de un chico dulce e inocente.



Advertidos de nuestra presencia y quizás como muestra de hospitalidad, los parientes llevaron consigo una amplia colección de compactos de cumbia villera, ¡la música (¿?) que más odio en este mundo! De modo que toda la noche la pasamos al ritmo de Leo Mattioli, Piola Vago, Néstor en Bloque y Lía Crucet. No todas podían ser rosas.

Pasadas las nueve de la noche, ya éramos catorce comensales a la mesa, sin contar a los pendejitos que seguían descontrolados a nuestro alrededor. A pesar de la música (en ningún momento de la noche pude disfrutar de Caetano, ni siquiera de Daniela Mercuri!!!!) la estábamos pasando de maravillas y hasta nos divertían las descaradas insinuaciones de las hermanas de la casa. ¡Pobres ilusas! Es evidente que la atracción por los argentinos en esa familia es una cuestión genética.

Junto a mí, Sony comía y bebía como el mejor, participando como podía de la charla y divirtiéndose junto a todos los demás. Sin embargo, de un momento a otro, empezó a removerse inquieto en su silla como si algo lo hubiera puesto nervioso. Pensé que podría tratarse de su nuevo atuendo (a duras penas lo habíamos persuadido de renovar su look, abandonar los jeans provocativos y las remeritas cortas). Llevaba una camisa de seda con bordados muy delicados, pantalones de hilo y sandalias de cuero. Nunca antes lo habíamos visto tan elegante. Pero su inquietud nada tenía que ver con su nuevo aspecto.

Desde la puerta que daba a la cocina, Bassinho lo miraba de modo sugestivo y se acariciaba el pecho con su gran manota. A su lado, el primo Bruno también le sonreía y, más explícitamente, se sobaba el bulto. Ya eran pasadas las once y se acercaba la hora de recibir el nuevo año. Los dos primos se perdieron de vista y Sony, sin perder tiempo, se puso de pie y fue en su búsqueda. Casi nadie se percató de su movida. Solo Juaco y yo, que intercambiamos una mirada cómplice y seguimos con el festejo.

Lo que sigue es una trascripción más o menos fiel de lo que Sony nos contó al día siguiente.

Cuando se dio cuenta de que Bassinho y Bruno lo provocaban con tanto descaro, supuso que no era más que un histeriqueo pasajero, un intento de calentar la pava pero sin el propósito de tomarse el mate… al menos no en lo inmediato. Era muy loco que lo hicieran tan a la vista de toda la familia y (acoto yo) eso debe haber sido lo que más lo calentó. Por eso, cuando Bassinho le hizo una seña con la cabeza y desapareció tras la cortina con su primo, el cerebro de Sony dejó de funcionar y entonces fue presa fácil de sus traseros instintos. En situaciones como esa, el culo le empieza a palpitar con fuerza y se apodera de su voluntad.



La casa no era grande y mucho menos lujosa. Al entrar en la cocina y no ver absolutamente a nadie sintió el impulso de regresar al patio y sentarse otra vez a la mesa. Pero justo en ese momento Bassinho apareció por una puerta para tomarlo de la mano y guiarlo hacia otra habitación semi en penumbras que como puerta tenía solo una cortina floreada. En esa habitación, el primo Bruno ya lo esperaba con los pantalones bajos y la verga en la mano.

Lamento no poder reproducir los diálogos (que los hubo, según el relato de Sony) pero mi amigo es un total negado para el portugués y no pudo darnos cuenta de ellos. Imagino que los morochos habrán intentado comunicarse y, ante la total y completa incomprensión por parte de mi rubio compañero culón, se resignaron a utilizar el lenguaje universal de las señas. Para hacernos una idea, baste con representarnos mentalmente a cualquiera de los dos mulatos moviendo la mano en forma de tubo frente a la boca abierta… o con ambas manos a la altura de la cadera (como quien sostiene una caja) moviendo la pelvis hacia delante y hacia atrás… aunque lo más seguro es que Bruno le haya mostrado la poronga sin más preámbulos mientras le hacía muecas inequívocamente lascivas. El caso es que Sony entró en aquel cuarto huérfano de intimidad con la expectativa de hacerse coger por ambos primos y el morbo adicional de poder ser descubiertos. No muy lejos se oían nuestras voces y nuestras risas. Se oía incluso el ruido de los vasos al entrechocarse en la infinidad de brindis que se realizaron esa noche y que servían de fondo a las insufribles canciones de Gladys la Bomba Tucumana y Damas Gratis. Dentro de la habitación también se escuchaban los chasquidos húmedos de la boca de Sony chupándoles las vergas con entusiasmo. Ahora ya sin palabras. El contacto sexual era toda la comunicación que necesitaban.

La pija de Bruno no era tan larga como la de Bassinho pero era aun más gruesa, lo cual era un atractivo más ante los ojos de Sony. En toda esta historia, también juega un papel muy especial (para todos nosotros) el aroma tan particular de las pieles oscuras que nos cachondea tanto. Sony se embriagaba con ese olor, yendo de una poronga a la otra, acariciando piernas y lamiendo huevos. Tal vez por la confianza que le daba el hecho de haberlo cogido ya durante la tarde, Bassinho abandonó su pasividad y, arrodillándose detrás de Sony, le bajó los pantalones y empezó a comerle el culo con lengua y labios generosos. El placer de Sony fue tan grande que experimentó una dilatación inmediata, gracias a la cual Bassinho pudo incorporar los dedos al juego, introduciéndolos en el recto sin ninguna dificultad. Un dedo y luego dos explorando las intimidades de mi amigo hasta que, seguramente, fue él mismo quien reclamó la penetración. Bassinho no se hizo de rogar. Se ubicó cómodamente detrás de Sony, le dio unas palmadas en las nalgas y lo penetró con fuerza, tal como había comprobado que al rubio le gustaba. El bullicio de la fiesta ahogaba los gemidos de los tres. Se acercaba la medianoche y Bruno también quiso probar el gusto de introducirse dentro del culo de Sony. Con la pija de Bassinho todavía gozándolo, mi amigo le puso a Bruno un preservativo con la boca y luego se dio vuelta para entregarle el premio por haberse portado tan bien durante la mamada. Entonces Bruno experimentó un placer que nunca antes había conocido. El culo de Sony devuelve con creces el goce que recibe. Tanto que el morenito no pudo aguantar mucho y pronto lanzó toda su leche junto a un quejido que debió ser ahogado por la mano de su primo. Bruno fue el único que acabó en esa oportunidad. Los otros dos, más experimentados en esas lides, prefirieron reservarse el festín para cuando estuvieran ya en el nuevo año.



viernes, 18 de enero de 2008

De vacas...


Queridos todos: estoy pasando una temporadita en el campo. Pronto regreso y seguimos en contacto. Les mando un piquito enorme. Y para que no me olviden, les dejo una fotito que me gusta mucho.



viernes, 4 de enero de 2008

Año Nuevo en Curitiba (parte 1)




"Año nuevo, vida nueva" dice el dicho. ¡Pero yo no quiero!!!! Estoy muy satisfecho con mi vida. ¿Para qué cambiarla entonces? El negocio marcha viento en popa y, mientras estas nalgas aguanten, seguiré haciendo felices a los señores con plata, juas. Además, marcha bien con pocos clientes... un lujo que solo unos pocos podemos darnos en este metier. Por otro lado, vivo en un hermoso edificio de un hermoso barrio de una hermosa ciudad (ta bien, ahora no tengo agua, pero eso se solucionará). Me puedo dar los pequeños grandes gustos de la vida. Aspiro a tener un título universitario... No tendré una familia bien constituida, pero tengo amigos, de los verdaderos, que es lo que más importa.

Y justamente con ellos viajé esta semana a Curitiba, Brasil, para recibir el año nuevo en un entorno diferente.

Lo empezamos a planear hace poco más de un mes (en la Marcha del Orgullo de Buenos Aires, para ser más preciso), cuando João nos vino con la noticia de que pasaría las fiestas con su familia en Brasil. El primero en poner el grito en el cielo fue Sony.

- ¡No puede ser! ¿Qué hay de nuestra tradición?

La tradición a la que se refería era nuestra antiquísima costumbre (de dos años) de pasar las fiestas todos juntos como la verdadera familia que somos. La solución al problema no era muy difícil:

- ¡Viajemos todos a Brasil entonces!

Mi propuesta sorprendió. Todos se miraron sin responder y luego miraron a Joao en busca de una opinión. Y resultó que el morocho estuvo más que entusiasmado:

- ¡Perfecto! Nao se discute mais. Hacemos una gran fiesta en casa de mis padres. Estoy seguro de que van a estar felices de recibirlos.

Hubo algunas idas y venidas de todos modos pero, al final, nos pusimos de acuerdo. Solo faltaba resolver el tema financiero, al cual le buscamos la vuelta y el lunes 31 al mediodía Juaco, Sony, Sebita y yo aterrizábamos en São José dos Pinhais, el aeropuerto de Curitiba donde João (que estaba allí desde principios de diciembre) nos esperaba en compañía de su hermano Bassinho.

Bassinho tiene 19 años, es mulato como su hermano y mucho más simpático. Llevaba una remera blanca y pantalones de jean muy ajustados. Por lo que podía apreciarse, valía la pena ver qué había debajo de la tela. Muy lindo, Bassinho. Marcadito y elástico, era un deleite para la vista. Sony se flasheó desde el primer momento. Apenas lo vimos junto a João y sin saber todavía quién era, la marica empezó a rezar la Santa Madre del Divino Pedazo:

- ¡Que sea gay! ¡Que sea gay! ¡Que sea gay!

La Santa Señora cumplió sus deseos en parte. Cuando nos lo presentó, João se apresuró a hacer las aclaraciones del caso:

- Este tambein está en el negocio... ¡pero dice que es chongo!

Ninguno se atrevió a reirse pero sus miradas y gestos eran muy de gato. Y como atajándose de seguros acosos sexuales, el morochito agregó:

- Mais eu sou attivo.

Entonces se sonrió con toda la capacidad de su generosa boca y dejó al descubierto los dientes más blancos y perfectos que yo haya visto en mi vida... ¡Otra maravilla para la vista, su sonrisa! Todos nos miramos y pensamos lo mismo: "Este chico va a tener mucho trabajo mientras estemos aquí".

Aunque, si de trabajo se trata, parece que el pendejo gana muy bien con lo que hace porque tiene su auto propio (un escarabajo blanco) y un lindo departamento en la Av. XV de Novembro, en la zona más comercial de la ciudad, donde nos alojaríamos.

El escarabajo hubiera bastado para trasladarnos a los seis, pero no al equipaje. Imagínense que cuatro putos no pueden viajar con una muda y lo puesto. Por más que el paseo fuera de dos días. De manera que Sony, yo y el equipaje viajamos con Bassinho en el Volkswagen, mientras que Juaco, Sebita y João tomaron un taxi (que en Curitiba son de color naranja!).

La puta de mi amiga no quiso perder tiempo. Me mandó a mí al asiento de atrás y él se entó en el del acompañante. En un pésimo pero entendible portugués, le hablaba al morocho sobre cualquier cosa y, como quien no quiere la cosa, le manoseaba las piernas, los brazos y la panza. Lejos de incomodarse, Bassinho le sonreía y también le tiraba palos, muchos de los cuales Sony no comprendió. ¡Por suerte! De otro modo, hubiera sido capaz de chupársela ahí mismo, poniendo nuestras vidas en serio peligro.

Mientras ellos cachondeaban, yo me deleitaba la vista con la ciudad. Hermosa. Muy onda europea. En algún aspecto, parecida a Buenos Aires, tanto por la arquitectura como por las bellezas masculinas que se veían por la calle. Hombres de todo tipo, color y etnia. Yo pensaba que serían todos mulatos (fue más bien una ilusión de mi parte) pero resulta que hay mucha población de origen eslavo, alemanes y ¡hasta japoneses! Me sorprendió también una especie de estación de trenes en medio de una avenida en la que había personas que parecían estar esperando algo. Era un recinto cerrado. Tal cual una estación de trenes pero con onda futurista. Mi imaginación se disparó y se me ocurrió que, en cualquier momento descendería ¡un tren volador para levantar a sus pasajeros!

- E a Linha Turismo. - me aclaró Bassinho pero no pudo dar más detalles porque mi amigo volvía a acosarlo, metiéndole la mano bajo la remera para hacerle cosquillas y comprobar la solidez de sus abdominales. Cuando se pone loco con un chongo, no para hasta conseguirlo.

Después supe que la Linha Turismo es una línea de transporte público que te lleva a recorrer los puntos principales de la ciudad por solo quince reales (unos treinta pesos argentinos). Podés bajarte en cualquier punto del recorrido y, con el mismo boleto, subirte en el próximo bus, que pasa cada media hora.



Cuando llegamos al departamento, entre Bassinho y Sony ya estaba todo más que claro. Bajamos los equipajes del auto y subimos al tercer piso. Era un sitio muy agradable, con pocos muebles pero cálido. Bassinho nos ofreció una jinjibirra bien helada, una especie de cerveza hecha a base de jenjibre que (yo creo) tendría mucho éxito en Buenos Aires. Hacía mucho calor y el lugar no tenía aire acondicionado. Apenas un ventilador que removía el aire caliente. Acomodamos los bolsos en una de las habitaciones y nos pusimos cómodos. Bassinho se quitó la remera y dejó bien en claro que lo que se apreciaba a través de la tela era apenas un indicio. Yo me quité la remera también pero ovio que mi pancita no podía competir con la del morocho. Sony, en cambio, ¡se quitó casi todo! Por lo visto, estaba decidido a hacerse coger antes de que llegaran los demás. Se dejó solo una sunguita negra y se colgó del cuello de Bassinho como si ya fueran novios. El acoso era alevoso y Bassinho parecía complacido. Después nos enteraríamos de que su preferencia por los rubiecitos con cara de angelito era tan fuerte como la de Sony por los morochos corpulentos. La pareja perfecta. De repente, Bassinho le tomó la cara con una de sus manotas y le comió la boca. Tanto que la lengua le debe haber hecho un lavaje de estómago. Yo presenté mi protesta.

- Che, si se van a poner a coger, ni piensen que me voy a quedar como espectador.

- No te pongas celoso... -me dijo Sony- El amor no se divide, se multiplica.

Acto seguido, los dos me abrazaron. Las tres bocas y las tres lenguas comenzaron a jugar. Las seis manos a acariciar... aunque cuatro de ellas se dedicaran exclusivamente al cuerpo de Bassinho. A mí se me dificultaba el cachondeo por la diferencia de estaturas y tenía que agacharme. Claro que pude hacer el sacrificio. Más aun cuando el calor de nuestros cuerpos nos reclamó más libertad y, una a una, las pocas ropas fueron quedando en el suelo.

Desnudo, Bssinho era simplemente deslumbrante. Se entiende que le vaya tan bien como prostituto. Además sabe usar lo que tiene. ¡Y tiene mucho! Parece que las pijas grandes son la característica de la familia.




Sony no tardó en ponerse de rodillas. No para rezar exactamente, como podrán imaginar. Era maravilloso verlo con su carita de ángel y ese vergón en la boca. De tanto en tanto le daba una chupada a la mía pero estaba claro cuáles eran sus preferencias. Al fin y al cabo, mi verga era cosa de todos los días... Le ponía tanta gana a la mamada que le hubiera dado una medalla al mérito. Y Bassinho notó la diferencia entre una mamada cualquiera y una mamada de Sony.

Supongo que pensando en la inminente llegada de su hermano, nos pidió continuar en el dormitorio a puertas cerradas y allí tomó las riendas de la acción. Como un general en batalla dispuso la estrategia: yo de espaldas sobre la cama y Sony en cuatro patas al borde del colchón y la cara entre mis piernas. Él se inclinó sobre el culo en pompa y le propinó un beso negro que, a juzgar por los gemidos que le provocaba, debe haber sido antológico. Desde mi posición yo no podía ver mucho, pero por suerte tengo una gran imaginación. Podía ver el culito de pera de mi amiguito y, detrás de él, la frente y el pelo enrulado del mulato. A los costados, sus piernotas tensas y sus brazos sacudiéndose en dirección a su entrepierna. A los pocos minutos, Bassinho se puso de pie. Con una mano se seguía pajeando y con la otra le estimulaba el culo a Sony. Lo acariciaba con las yemas suavemente y, de pronto, le hundía el dedo hasta el fondo. Al mismo tiempo, se sonreía y me calentaba a la distancia con su mirada de gato. Ese morocho tiene un magnetismo tal que le haría ganar mucho dinero en el cine porno.




Entonces, sin decir agua va y de un solo envión, clavó la verga hasta el fondo en el culo de Sony. Mi amigo se quitó la mía de la boca y gritó de dolor. Pero no era una queja sin embargo. En ese grito hubo mucho de placer y de súplica. Bassinho lo empezó a coger sin piedad. A lo bestia. Y el rostro de Sony se desencajó de gozo. Fue demasiado para mí.

- ¡Eu tambein quero!




El portugués me salió tan fluído (lo hablo mejor de lo que lo escribo) que parecía carioca verdadero.

Me puse en cuatro junto a Sony y esperé el mismo tratamiento, juas. Pero el mío fue más sencillo. Sin dejar de coger a mi amigo y sin disminuir el ritmo endiablado de la culeada, me penetró con un dedo bien ensalivado. Era bueno. Fue derecho a la base del pene, una de las caricias que más disfruto. Me lo metía y me lo sacaba. Primero despacio y, después, cada vez con más fuerza. Sony me tomó de la mano y me hizo un gesto de plenitud. En un momento me pareció advertir que al morderse los labios se estaba lastimando. Luego de que acabara todo comprobaría que estaba en lo cierto.

Yo cerré los ojos para gozar más de aquellas caricias, esperando con ansias el momento en que reemplazara los dedos con el falo que luce entre las piernas. No tuve que esperar mucho. También sin previo aviso me lo ensartó hasta el fondo de una vez. Mi esfínter estaba dilatado pero no tanto. El dolor fue contundente. Sin embargo, no tardé en acostumbrarme al desmesurado calibre y todo fue como debía ser. A mí también me cogió sin compasión. No sabía si era porque gustaba del sexo hard o porque estaba apurado. No me detuve a preguntárselo, por supuesto. La sonrisa no se le borraba de los labios. Ninguno de los tres emitía una sola palabra. Solo jadeos y suspiros. Los dedos de Bassinho se internaron ahora en el culo de Sony. Era un chico muy hábil. A pesar de la rapidez de sus movimientos pélvicos, se daba el tiempo de remover la pija en el fondo, de modo que el glande describiera un círculo cuando llegaba a lo más profundo. Podrán darse cuenta que, en ese instante y gracias al grosor de su herramienta, todo mi interior se sentía lleno!!!! Una satisfacción que muy pocas veces me ha tocado disfrutar.

Cuando nuestros gemidos, jadeos y suspiros comenzaron a entrar en sinfonía, repartió la cogida entre los dos: dos o tres culeadas a mí, dos o tres culeadas a Sony. Y esa sensación de vacío repentino vuelto a llenar antes de que el esfínter volviera a cerrarse fue lo más.

- ¡Me lo llevo a mi casa! -grité con convicción y deseo.

Sony y yo no pudimos detener a tiempo nuestras respectivas pajas y acabamos en abundancia en medio de gritos viscerales. Bassinho sonreía más que nunca. Se quitó el preservativo y se recostó sobre nuestros cuerpos, abrazándonos con fuerza y frotando su verga entre nuestras caderas. Favorecido por su posición, Sony alcanzó sus labios con la lengua y el contacto obró como un conjuro mágico. El rostro de Bassinho se contrajo y entre nosotros sentimos fluir el calor de su semen. Luego de tanto esfuerzo, volvió a sonreir.

- Meu irmão ya debe estar por llegar...

Bassinho no terminaba de decirlo cuando oímos el ruido de la cerradura y la voz de João que gritaba:

- ¡Putas degeneradas! ¿Qué le están haciendo a mi hermanito!


jueves, 3 de enero de 2008

Se va la primera!!!!!!


Después de esta introducción tan gauchesca les cuento que, como siempre, ando a las corridas. Volví de Brasil y me encontré con una parva de mails para responder, cuentas que pagar y... CHA-CHA-CHA-CHANNNNNNN...

EN MI EDIFICIO NO HAY AGUAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!

¿Pueden creer eso????? En Buenos Aires la temperatura no baja de 35ºC y en mi edificio (al igual que en media ciudad) no hay agua!!!!!!!

Con Sony estamos pensando en mudarnos a un telo hasta que pase la crisis, juas (fuera de joda).

Mañana les cuento cómo la pasamos todos en Curitiba. les puedo garantizar que fue uno de las despedidas de año que recordaré por el resto de mis días. Con decirles que todavía me duele el culo, juajuajuajua.

Ahora hablemos de los resultados de la séptima encuenta, cuyos resultados fueron los siguientes:

7ma ENCUESTA: ¿QUÉ TAL SE PORTÓ PAPÁ NOEL ESTA NAVIDAD?
Total de votos hasta el momento: 32
a) Pasó holgadamente por la chimenea más de una vez con renos y todo. 8 votos (25%)
b) Está muy gordo y apenas si entró solito una vez. 3 votos (9%)
c) Tengo la chimenea clausurada por falta de mantenimiento. 4 votos (12%)
d) Para no perder tiempo, lo invité a pasar por la puerta de adelante. 5 votos (15%)
e) Ni siquiera le escribí la cartita. 12 votos (37%).

Ya sé que todavía no terminó el tiempo, pero faltan apenas cinco horas para que venza la encuesta y no creo que se alteren demasiado los resultados (es que empecé este año muy ansioso y todo lo quiero para ayer, juas).

Lo primero que debo decir sobre la encuesta es que HAN VOTADO MUY POCAS PERSONAS!!!!!

Ya estamos llegando a las 150.000 visitas a esta página, lo cual hace un promedio de quichicientas personas por día y solo votaron 32 personas!!!!!! NO LO PUEDO CREER.

Pero bueh... pasemos a otra cosa.

Lo que me sorprendió es que haya ganado la opción "e". ¿Cómo es eso de que la mayoría ni siquiera le haya escrito la cartita a Papá Noel? ¿Tan desesperanzados estamos los putos de este mundo? Siempre hay que mantener una cuota de ilusión, che!

Afortunadamente existen los tipos abiertos (cuac) como yo, que votaron por la opción "a" (mi preferida) y le dieron un honrosísimo segundo puesto. He ahí a la flor y nata de la gaytud latina, que no pierde las esperanzas de lograr algo bueno y es recompensado en consecuencia. Ya me imagino la entrada triunfal del Gordito de rojo con sus renos!!!!! Una delicia!!!!

El tercero y el cuarto lugar quedaron cabeza a cabeza. Para los que votaron estas opciones voy a hacer un llamado a la solidaridad.

Para los que votaron la opción "c" (es decir los que tienen la chimenea cerrada por falta de mantenimiento) solicito a los lectores de esta página presten su colaboración. No puede ser que estos chicos anden así por la vida con la chimenea tapada. Se solicita con urgencia la presencia de un desollinador que les destape el conducto a estos pobres mortales que también tienen derecho a pasar una noche buena. Interesados, dejar sus datos personales en esta página por favor.

Para los que votaron la opción "b" (es decir aquellos para los que Papá Noel está muy gordo) les quiero aclarar que no es cierto que el viejito esté tan excedido de peso. Con un saliva y con paciencia, todo entra. Yo creo que esos tres que eligieron esta opción tendrían que considerar la posibilidad de relajarse e incrementar el umbral de su chimenea. Para ello, necesitarán la ayuda de alguien que posea una vasta experiencia en aperturas. Los que cumplan con los requisitos, también anotarse en esta página por favor. Tomen en cuenta que se trata de un trabajo solidario para con los chicos que sufren, juas.

Seguramente mañana les presento la encuenta nº8 que, como podrán imaginar, va a tratar sobre los Reyes Magos.

Entretanto, para que se vayan entreteniendo, esta vez les dejo una peli enterita-enterita (les ahorro el laburo de correrse hasta el videoclub-porno). Cuidado con los teclados y A DISFRUTAR!!!!!!