jueves, 1 de noviembre de 2007

El Cuartito del Fondo (2da parte)



Hoy que me pongo a pensar, después de tanto tiempo, en aquellos primeros años en los que tomé la decisión (o algo parecido) de asumir mi sexualidad con libertad... hoy me doy cuenta de la tremenda inconciencia de aquel niño que fui.

La aventura con Marcos no fue más que eso: una inocente historia de iniciación gracias a la cual nuestros cuerpos descorrieron el manto que cada vez ocultaba con mayor dificultad las llaves del placer. Pero lo que vino después, eso fue un descontrol irracional y peligroso que pudo haber terminado muy mal. Yo tuve suerte: suerte de no haber coincidido con la persona menos indicada en el momento y el lugar menos oportuno. Y esto que parece un juego de palabras no es otra cosa que una gran verdad.

Planteemos (solo como ejemplo) la historia cuyo relato está en trámite: un chico de solo quince años que se cita en plena vía pública con un desconocido que contactó por internet; la cita falla y el chico se mete en un ciber donde es seducido y finalmente sodomizado por el encargado, un muchacho mayor y de hábitos (el chico lo sabría tiempo después) lindantes con lo delincuencial... y no contento con ello, se termina enrollando con otro desconocido, amigo del primero, con el que pierde definitivamente toda inhibición.

Las crónicas policiales y las historias que circulan por la calle están plagadas de tristes anécdotas de chicos que entran en el mundo de la droga, la delincuencia o la trata de personas del mismo modo en que yo entré en esta dimensión paralela de la prostitución. Todos los que me conocen me lo dicen: "Tenés un gran culo". Pero ellos se limitan al halago puramente estético de mi trasero. Sin embargo, tendrían que decirlo con mayor énfasis en referencia a mi buena fortuna. ¿De qué otro modo puede llamarse, si no, a la increíble cadena de acontecimientos que me llevaron a relacionarme con tipos que buscaron ayudarme a crecer, antes de aprovecharse de mi inexperiencia y de mi inconciencia para provecho propio? La mayoría de los que comenzaron como yo llevan hoy una vida miserable en algún penal o centro de salud... o en la calle, haciendo un pete por el sandwich y la coca.

¿A dónde quiero llegar con todo esto? Solo a la conclusión de que nada de lo que yo cuente en estas páginas debe ser tomado como ejemplo a seguir. Se trata solo de UN caso entre millones que (por el momento) transita en los carriles que podríamos considerar "felices" (y lo pongo entre comillas porque me parce ampulosa la palabrita, pero no se me ocurre otra más apropiada). Nada más que eso.

¡Ojo! A los más chicos les digo: el mundo del sexo y la prostitución es peligroso y las historias casi nunca acaban bien.

Hecha esta aclaración (que me viene taladrando la cabeza desde hace unos días) continúo con el relato prometido, para que vean el culo que tuve ya desde el principio (y sigo hablando de mi buena cueva... juas... de mi buena estrella).

Estábamos en que ese tal Esteban me había cogido con toda su furia y que, a pesar de la calentura, yo no había acabado.

- ¿Querés que te la chupe hasta que acabes? -me preguntó amablemente el flaco.

Yo negué con la cabeza y le regalé una sonrisa.

- Ta bien -corroboró Esteban- Hacés bien. Así te queda resto para cuando venga el Benja...

Ese fue el momento en que supe cómo se llamaba el chabón que me la había metido días atrás.

Esteban se recostó sobre el sillón mirando al techo y se puso a rememorar.

- ¡Qué hijo de puta este Benja! Coge bárbaramente -y me aclaró como una confidencia- Yo sé porque, de vez en cuando, me gusta entregarle el orto.

- ¿Vos?

- ¡Sí! ¿Qué te creías? Yo soy tan trolo como vos. Aunque vos todavía sos muy tiernito y tenés que cuidarte... Ante todo, que nadie te culee sin forro. ¡Eso es primordial! Sabés de qué te hablo ¿no?

- Ajá...

- Segundo, ¿vos te falopeás?

- No.

- Bien. Entonces seguí así. Y no le aceptes al Benja cuando te ofrezca merca.

- Pero no me ofreció nada -me apresuré a aclarar como si quisiera defender a su amigo.

- Todavía no. Pero ya lo va a hacer. ¡Vos no te dejes convencer! Yo lo re-quiero porque el chabón es una masa pero la merca lo pierde y es capaz de hacer cualquier cosa para tener con qué darse. Por eso, vos tranqui: se la chupás todo lo que quieras, entregale el culo, pero a la falopa nunca le entres porque no vale la pena.

En ese momento se abrió la puerta. Lentamente.

- ¿Y vieja? ¿Cuándo me toca a mí?

La ansiedad le daba un aspecto más interesante a Benja. En mi cabeza, las palabras de Esteban seguían resonando pero iban perdiendo contundencia a medida que su amigo se me acercaba. Se metió en el bañito y se dio una lavada rápida. Después se inclinó sobre mí y me dio un beso en los labios muy tiernito.

- Divertite -me dijo- pero acordate de lo que te dije.

Y se fue.

- Se ve que estás preparado, putita.

Yo estaba echado sobre el sillón, completamente desnudo, con las piernas bien abiertas y en el aire. Sin darme cuenta, había quedado en esa posición desde que terminara de coger con Esteban. No sé si me explico. Algo así:





- Se ve que aquel guacho te dejó a punto de caramelo -se burló Benjamín y me metió (ahí nomás sin previo aviso) un dedo en el orto. Y yo, que no había acabado todavía y seguía muy caliente, sentí que la pija se me disparaba. Pero pude controlar.

Benja se rió y dijo no sé qué cosa. Después se metió la mano en el bolsillo de la camisa y sacó un sobrecito. Desalojó rápidamente lo que estaba sobre la mesa y virtió el contenido del sobre. Era un polvo blanco.

- ¿Querés probar?

Yo era pendejo pero no tanto como para no saber qué era ese polvito. Además, Esteban terminaba de advertirme sobre ello. Con la cabeza le respondí que no.

- Dale. No seas cagón. Vas a ver lo bien que la pasamos -insistió.

- La vez pasada no necesitamos de eso para pasarla bien.

Benjamín largó una carcajada, antes y después de aspirarse la merca.

- ¡Mirá vos! ¡Al final tenías lengua!... Yo que creía que eras mudito... Ja, claro que la lengua ya te la conocí cuando me lamías la poronga... ¡qué lindo que lo hacés, putita cagona.

Lamió la superficie de la mesa y recogió los restos con la yema del dedo índice. Entonces se me acercó y, sin que yo me diera cuenta a tiempo, me metió el dedo en la boca.

- Yo siempre estoy puesto, boludo. Es mi único vicio... Además de los putitos culones como vos.

Mientras, se iba quitando la camisa. En un acto reflejo, yo me pasé la lengua por los labios y sentí el gustito dulce. Las advertencias de Esteban eran fundadas i Benja parecía un tipo de temer con esa actitud hostil con que me había presionado para probar la droga o con ese modo de no respetar mi libertad de elección. Pero no sentí miedo de él sino de lo otro. Todo lo que se contaba sobre las drogas era lo suficientemente sórdido como para desalentar en mí cualquier deseo de "probar". Sin embargo, acababa de probar involuntariamente. ¿Me habría convertido ya en un adicto? Y entre pesadillas poco claras, Benjamín se me fue acercando con la bragueta abierta y la verga asomándo. Antes de que llegara junto al sillón, los miedos se esfumaron y me arrodillé frente a él para iniciar un pete casi desesperado. Durante mucho tiempo me pregunté si el descontrol que sobrevino a continuación fue consecuencia de aquella ingesta mínima de cocaína. Pero no: lo que consumí fue tan poco que no pudo haber causado ningún efecto. El descontrol se debió simplemente a que, ya entonces, yo era un chupavergas incorregible.

Con la poronga frente a mí una vez más, la boca se me hizo baba y mi lengua empezó a enroscarse como víbora alrededor del falo. No fue necesaria una larga estimulación. A los pocos segundos ya estaba bien duro. Por ese entonces, yo tenía poca experiencia pero ya sabía que el tema del pete requería de una atención especial. Ninguna pija es igual a otra y el placer que se recibe a través de ella tampoco. Cada mamada es única e irrepetible y el que la chupa (si quiere ser reconocido como un experto) debe estar siempre atento a las reacciones del tipo que está detrás del pene. Hay quienes disfrutan más con las lamidas, otros querrán que te la tragues lo más a fondo posible, otros que le chupes solo la cabeza o que les acaricies los huevos en el entretanto. Las posibilidades son infinitas, tantas como hombres hay sobre la faz de la tierra, y el buen peteador sabe captar las señales que le permitirán brindar "un buen servicio".






Benjamín era de los que preferían que se la tragara bien a fondo. Al principio no me gustaba demasiado hacerlo porque me daban arcadas. La verga del flaco era larga y con una cabezota importante. ¡Obvio que se la comía a fondo igual! (siempre tuve alma de geisha, juas). Después, con el tiempo y la experiencia, me fui acostumbrando y encontrándole el gustito. Hoy me encanta comerme pijas enormes, de esas que te llegan hasta la tráquea.

Benja gozaba tanto como yo. La prueba de ello era que jamás me sacaba la pija de la boca por motus propio. Siempre era yo el que tomaba la decisión. Aquel día pasó eso exactamente. Se la chupé con todo esmero y, después de un rato, él hacía esfuerzos sobrehumanos para no gritar. Yo me dejaba guiar por el instinto. Lástima que mi instinto no hubiera sabido advertirme todavía de ciertas señales que anteceden a la eyaculación. A medida que se la mamaba, el cuerpo de Benja se iba endureciendo más y más; la verga empezaba a sacudirse aun dentro de mi boca; ya sentía yo el sabordito agridulce de las primeras gotitas de leche y los testículos se le contraían hasta casi desaparecer. Debí haber reconocido aquellas advertencias. Pero no lo hice. Recién comprendí lo que sucedería en lo inmediato cuando Benja sostuvo mi cabeza entre sus manos y abrió la boca para emitir un prolongado y asfixiado gruñido. El primer chorro de semen fue abundante y violento. Me hizo toser pero, de todos modos, seguí con la pija en la boca. De pronto, me invadieron un montón de sensaciones todas juntas: el sabor dulce y amargo a la vez, su consistencia pegajosa, ese olor inconfundible que llegaba a mi nariz "por dentro"...

Cuando me la saqué de la boca todavía seguía dura y siguió así durante largo rato.

Benja se dejó caer en el sillón y yo me ubiqué entre sus piernas adivinando su deseo.

- Seguí chupando que todavía no te hice el orto -me ordenó.

Era un incentivo.

El pete continuó y la verga nunca se aflojó, virtud que a Benja lo ponía orgulloso. Pero yo seguía sin acabar y ya necesitaba algo más. Fue por eso que me puse de pie y de espaldas a él, ofreciéndole el culo.

- Todavía no me lo hiciste: tenés razón.

Él se río una vez más.

- Yo no, pero ese ojete ya está roto, ja ja ja ja.

Volvió a meterme un dedo y escarbó con pericia hasta encontrar la perlita de mi próstata. Se me escapó un gritito muy maricón y la pija casi larga todo lo que venía acumulando. Por suerte, la largué a tiempo y pude seguir gozando. Siempre al límite.

En eso se abrió otra vez la puerta. En esta ocasión, con decisión y sin susurros.

- Ya son las nueve y no quedó nadie. El boliche está cerrado -anunció Esteban.

Y se ve que la escena que encontró fue de su agrado porque se desnudó una vez más. Cuando se sacó el boxer, la pija ya estaba en guardia. Sin tomar conciencia de que era el primer trío de mi historia, abrí la boca para tragármela pero él se echó en el suelo frente a mí y, sin decir palabra, me invitó a hacerlo en cuatro patas.

Los dedos de Benjamín en mi recto ya eran dos y no cesaban de arrancarme suspiros. Entraban y salían con ritmo variable: por momentos con frenética rapidez y, otros, con deliciosa lentitud. Para responder a la invitación de Esteban, los detuve con mi mano justo cuando alcanzaban el punto más profundo de mi recto y los llevé conmigo hasta el suelo, donde el falo de Esteban me cabeceaba como un reclamo de atención. Abrí la boca todo lo que me fue posible y me lo tragué sin dudar. Esteban dejó escapar un largo gemido y los dedos de Benjamín me abandonaron. Algo molesto por la interrupción del placer, abandoné unos instantes a Esteban y busqué la mirada de su amigo para protestar. Pero no alcancé a ver sus ojos. Apenas me di vuelta, pude sentir que ya se acomodaba detrás de mí con la verga en alto enfundada en un condón.




El pijazo fue brusco pero no me dolió. Después de la maratónica tardecita aquella, mi esfínter estaba dilatado como para bancarse a un burro. Volví a ocuparme de Esteban. En la retaguardia, mis nalgas se sacudían con cada empujón. Y mientras me gozaban, los dos se calentaban más aun diciéndome cochinadas:

- Cométela, puto tragón.

- Te voy a coger hasta que te duela.

- ¡Qué modo de romperte el orto!

- Que te llegue a la garganta.

- Pendejo re-culeado.

- Te voy a llenar de leche...

Y cositas por el estilo...

La idea de cambiar de posiciones fue de Esteban. Yo me arrodillé sobre el sillón, él me la puso de parado y se la dejó poner por Benja. Días más tarde, yo también probaría esa posición privilegiada en la que cualquier movimiento genera placer, por delante y por detrás.






El goce fue intenso. Esteban fue el primero en acabar. A Benjamín no le importó y siguió bombeándolo como si nada. Yo me di vuelta para que esta vez fuera él el que me la chupara pero duró poco. Hacía tanto tiempo que venía aguantando la eyaculación que no pude aguantar y estallé a la segunda lamida. Exhausto, me dejé caer sobre el sillón y, al verme allí nuevamente, Benja quiso largar su leche dentro de mí. Dejó a Esteban y alzó mis piernas sobre sus hombros para cogerme otra vez. En esa oportunidad, fui conciente de mi vocación: aun cansado y dolorido, nada me hacía tan feliz como tener una pija en el orto.

Y aquel final fue maravilloso. A Esteban se la había vuelto a parar y durante más de media hora se turnaron entre mis nalgas. Cuando todo terminó, ya eran las once.

- ¡Mi vieja me mata! -grité.

- Sí, boludo, se hizo re-tarde.

- Miren que son maricones, eh.

Nos despedimos de Benjamín, que se quedó en el ciber en compañía de otra línea, y Esteban me llevó a casa en su moto. Fue un placer aparte viajar detrás de él, aferrado a su cuerpo y disfrutando juntos el vértigo de la velocidad. Antes de despedirme, le di un beso en la boca. No me importaba si alguien nos veía.

- Si no estuviera mi vieja, te invitaría a que pases la noche conmigo.

- Y yo aceptaría la invitación...

- Ella se va a laburar todos los días a las nueve y no vuelve hasta las seis...

Esteban se sonrió y no dijo nada. Solo me besó otra vez y se fue. Yo me quedé mirando cómo su silueta se perdía en la oscuridad. Me sentía una puta... pero una puta feliz y (casi) satisfecha.

En casa, mi vieja me esperaba para una nueva discusión. Esa vez tenía razón pero yo no estaba dispuesto a reconocerlo.

... Y pensar que todo este relato comenzó porque en el día de la madre me crucé a Benjamín en una bocacalle. ¿Se acordará él de mí? ¿Se acordará Esteban?


10 comentarios:

Luckitas dijo...

Mi kerido Zekys... con semejantes recuerdos... kien podria olvidarte despues de hacerte como te hizo...??? yo x lo menos no...!!! jeeeeeeeee... chau!

Jorge dijo...

Hola Zekys,
Muy bueno el relato y excelentes tus consejos para los que recién comenzan. Mis felicitaciones por esto último.

Jorge

Cubista dijo...

Excelente relato. Lo disfruté muchísimo jeje.
Veo que promocionas el fotolog de alguien a quien conozco muuy bien ¡Qué pequeño es el cibermundo (o el real, nunca se sabe)!
Muchos Cariños, Flip

Unknown dijo...

Que final!! Que suerte que tuviste un buen primer trio. A todos nos llegara el momento. Espero que me toquen dos activos para mi. Y que tomen la delantera ellos. Estoy cansado de tener que decirle o indicarles que es lo que tienen que hacer.

Otra cosa, seria bueno que hicieras algo asi como "Guia Basica de como hacer un Buen Pete". Asi podria sacarle todo el provecho (y la leche).

Javier dijo...

Me gustaría remarcar lo acertadísimo de tus primeras palabras en este post.

Anónimo dijo...

Oia... me parece a mí o hubo censura en ciertas palabras? Qué está pasando Zekys? Un repentino ataque de moralidad en la escritura? Estoy confundido...

Excelente el relato de todas maneras. como siempre.

Arquitecturibe dijo...

Hummmm definitivamente tu narrativa, mas tu explicacion grafica... me pone en lios en la oficina!...
pero te cuento que t envidio... el sabado estuve con un amigo que no logró ponerla dura para un segundo round... y yo que soy a veces... insaciable (me ruboriza reconocerlo).... me quede con ganas!!!
prefiero los dias de saciedad y calentura!!!
un besote desde mi lejana galaxia donde se te goza demasiado

Unknown dijo...

Luckitas
Viniendo de vos es un hermoso cumplido. Gracias.

Jorge
No hay por donde, juas.

Flip
¿Cuál es el fotolog?

Paulus Cerberus
Tendré en cuenta tu propuesta, juas. Seguro que no faltarán los interesados.

Pe-Jota
Gracias PJ

Huije
Censura JAMÁS. Ya se sabe que este es un blog políticamente incorrecto, juas. Lo que debe haber pasado es que actualicé en un ciber de Rosario donde estuve el fin de semana y debe haber tenido algún filtro. Es lo único que se me ocurre porque yo puse las palabras tal como deben escribirse. Ya corregí el relato, juas. Gracias por avisar. No me había dado cuenta.

Dark Angel
¿Por qué tendrías que avergonzarte por querer más???? Nada de eso mi amor. El sexo se ha hecho para disfrutarlo hasta el final. Lástima que el amigo de tu amigo no haya estado a la altura de las circunstancias, juas. Pero a veces pasa.
Ah, no creo que este blog sea apto para oficinas, juas. Te van a echar igual que a Thiago. Después no me echen la culpa a mí!!!!

Anónimo dijo...

GREAT BLOG

GREAT PIXXX

BESOS

HAIRYBEARS
http://hairybears.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Nice proposal... weno, como siempre, las imágenes son un gran insentivo para segui bajando en la página