martes, 23 de octubre de 2007

El cuartito del fondo

Uno de los comentarios habituales de las personas que vienen por primera vez a mi casa es "La verdad que sos un puto raro vos ¿eh?". Y yo suelo hacerme el gracioso, fingieno no comprender la razón del comentario: "¿Por qué? ¡Si adoro a Madonna!".

En realidad, entiendo muy bien lo que quieren decir. Mi departamento es algo así como un santuario de reliquias de los setenta. Para que se den una idea, en la sala y dentro de una gran vitrina cuya única llava guardo celosamente, tengo:



  • un WINCOFON

  • la discografía completa en vinilo de los Carpenter's

  • 3 LPs de "Música en Libertad", que me parece que era un programa musical de la tele.

  • un LP multicolor de "Alta Tensión", otro programa de la tele, y en la tapa aparece un Fernando Bravo casi adolescente.

  • los tres tomos de la Enciclopedia de la Sexualidad.

  • la colección casi completa de la revista "Satiricón".

  • los diez libritos (hechos mierda por tanta lectura) de las historietas de Mafalda.

  • un ekeko (¿se escribirá así?).

  • una foto arrugada del Che, de cuando no era todavía un ícono mediático.

En la misma sala, junto al home, encontrarán una por demás ecléctica colección de dvds, compactos y videos que pueden ir desde Vivaldi hasta Iron Maiden, pasando por Serrat, Santana, Elton John y, por supuesto, por la más grande de las divas del pop: MADONNA.

En la habitación más grande de la casa, que es la que uso como estudio, dos de las paredes están íntegramente cubiertas de libros y ya he contratado a un carpintero para que me arme más estanterías. Allí podrán encontrar a Borges, a Manucho, a Capote, García Márquez, Pasolini, Chandler... creo que pueden hallar lo que busquen. Obviamente se incluye también pornografía en todos sus formatos, para ser ideológicamente consecuente, jijiji.

Una parte de todos esos bienes (que para mí son invaluables) los he ido asquiriendo en los últimos cinco años. Sin embargo, la mayoría pertenecieron a mi padrino. A pesar de ser un simple empleado de oficina, fue un apasionado por la literatura y la música. No es casual mi vocación por la escritura. Si hay algo que recuerdo de mi infancia, allá en La Plata, son las meriendas en su casa: cafe con leche y tostadas con manteca mientras me leía y escenificaba las novelas de Sandokán y de Julio Verne. Los treinta y cinco tomos de la Colección Robin Hood, esa de las tapas duras y amarillas, están en mi habitación.

Un chico criado en la década de los noventa casi sin acceso a la televisión, rodeado de libros y felizmente bombardeado con aventuras fantásticas de piratas y aventureros, necesariamente tenía que transformarse en un bicho raro.

El bicho raro que soy hoy.


¿Por qué les cuento todo esto? Porque el domingo último fue el Día de la Madre y el amor que mi padrino sintió por la mía es la única razón por la que nunca corté relaciones con ella. Cada vez que la ira tiende a dominarme y siento esos deseos irrefrenables de insultarla y golpearla, me acuerdo de él y me obligo a recuperar la armonía. Convencido de que (a pesar de su dureza y sus desprecios) ella siempre me ha querido, padrino me hizo prometerle que jamás la abandonaría. Y por amor a él cumpliré con mi promesa.

Esa es la razón por la cual, el domingo en la mañana, después de terminar con un cliente (con el que había estado desde la tarde del sábado), pasé por casa, me di una ducha rápida y volví a subirme al auto para ir a La Plata. El día anterior salimos de compras con Sony y escogimos un perfume especialmente para ella. De pasada, compré unas masas y, antes el mediodía, ya estaba en su casa.

La visita no fue nada relevante. Lo de siempre: unos besitos al aire, le entregué el perfume, ella lo probó con cara de nada, me agradeció como quien dice la hora, discutimos un poquito, tomamos un café con las masas que yo había llevado, seguimos discutiendo y, antes de la una, ya me estaba despidiendo. Más de una hora en compañía de mi vieja es decididamente insalubre.

Lo interesante sucedió a las pocas cuadras, en una bocacalle, mientras esperaba que el semáforo me diera luz verde. Me sentía cansado, es cierto, pero no al punto de tener alucinaciones.

Un tipo de pelo enmarañado y unos treinta años pasó frente a mi coche con un ramo de rosas rojas. Al principio no lo reconocí. Llevaba un jean rotoso y parecía que no se había sacado en días la camisa. Era Benjamín.

Ya les hablé de él. Era el flaco del ciber que me dejaba navegar por internet cuanto quisiera a cambio de dejarme coger en el cuartito del fondo. Bueno, eso del cuartito del fondo no alcancé a contarlo. Hasta ahora solo hablé de la primera vez, cuando lo hicimos ahí nomás en el local y casi a la vista de cualquiera que pasara por la calle. ¿Se acuerdan del Regalito de Reyes?

Aquella noche volví a casa tan caliente (y eso que Benja me había dado y dado sin guardarse nada), tan caliente que me tuve que hacer flor de paja cuando me metí en la cama. Solo así pude dormirme. Al día siguiente, seguí en llamas y antes del mediodía ya me había pajeado tres veces. La verdad que me asusté. Nunca me había sentido así. Me latía el culo de solo recordar el modo en que Benjamín me la había metido. En casa, hasta ese entonces, nunca se había hablado de religión (los elirios místicos de mi progenitora vinieron mucho después) y yo estaba muy influenciado por la visión "naturista" que pregonaban los artículos de la Enciclopedia de la Sexualidad. Estaba convencido de que no había nada malo en el sexo. Sin embargo, aquella fiebre orgásmica me llenó de dudas y de temores, me hacía perder el control y eso es algo que aun hoy no puedo soportar. Llegué a pensar que me estaba volviendo loco.


Pasé toda la tarde en ascuas con la pija dura. Varias veces me metí bajo la ducha fría y cada vez terminé masturbándome. Quería regresar al ciber pero no quería. ¡Le dediqué tantas puteadas a Marquitos por haberse ido de vacaciones! Y a chico_drag85 por dejarme plantado en la cita y a merced del hijo de puta de Benjamín, que me había cogido como nadie me cogería en mucho tiempo. El ciber cerraba a las nueve y una hora antes estuve a punto de sucumbir y salir corriendo por la calle 6. Pero no lo hice y durante toda la noche me hostigué por no haberlo hecho.

Al día siguiente, continué con mi lucha interna y con las pajas. Hasta que, a la hora de la siesta, decidí que aquella tortura no tenía razón de ser. ¿Qué podía suceder? ¡Ya habíamos cogido! A lo sumo lo haríamos otra vez. Y eso no estaría para nada mal. ¿De qué tenía miedo? Mi mente no estaba preparada para tomar en cuenta todas las variantes posibles que hoy puedo considerar. Además, hacía mucho calor y, sin darme cuenta (casi como un adelanto de lo que serían mis años futuros), estaba vestido como un putito calentón, deseoso para la contienda cuerpo a cuerpo: ojotas, musculosa pantalones cortos de algodón. Nada más.

Imagínense: a los quince años era todavía un pendejo pero ya tenía mi físico. Físico bastardeado por aquel look de putita barata que todavía hoy me avergüenza. La gente me miraba por la calle y dos o tres camioneros me tocaron bocina. Uno me gritó "trolazo".

Cuando llegué al ciber, rojo de vergüenza y calentura, tras el mostrador ¡había una chica!

Entré en pánico, por supuesto. Ella no me podría ayudar con mi "problema". Me quedé paralizado.

- ¿Querés una máquina? -me preguntó.

No supe qué decir. Hasta ese momento, yo ni siquiera sabía que Benjamín se llamaba Benjamín. ¿Qué iba a hacer? ¿Preguntarle por el chico que me había garchado la otra noche?

Me vi en el espejo que había detrás del mostrador y mi aspecto era bochornoso. Estaba bañado en sudor, colorado como un tomate. el pelo hecho un desastre... Me dolían las piernas y sentía cosquilleo en las palmas de las manos. Sentí deseos de salir corriendo y casi lo hago, solo que, cuando me di vuelta para encarar la salida, lo vi y el alma me regresó al cuerpo.

Benjamín bajaba de una camioneta cargando una CPU. Llevaba puesta una bermuda, zapatillas blancas y una camisa del mismo color, muy similar a la que llevaba el domingo pasado con las flores en la mano. Ahora lo recuerdo como a un dios del Olimpo hecho mortal, pero ustedes ya sabrán cómo engañan los recuerdos. Entró en el local y me vio. Sonrió de inmediato con carita de ganador (lo odié por eso) y me saludó como si fuéramos viejos amigos.

- ¡Hola, chabón! ¿Cómo estás? Hace rato que no venías.

Con ese trato me descolocó. En el fondo lo que esperaba era que me tratara fríamente y me dijera que me fuera, que no quería saber nada conmigo. Intenté sonreir pero creo que más que una sonrisa, logré una mueca retorcida imposible de clasificar. Y mi estupor se desbordó más aun cuando Benjamín saludó a la mina con un beso en la boca.

- Gracias, mi amor, por cuidarme el boliche.

¡Era la novia! ¡La que no la chupaba tan bien como yo! Otra vez estuve a punto de salir corriendo pero él puso la máquina sobre el mostrador (de modo que la mina no viera) y descaradamente me manoteó el orto.

- ¿Te doy una máquina, verdad? -dijo como si tal cosa- A ver, mi vida, fijate si está libre la 30.

Me guiñó un ojo y levantó las cejas. Era obvio que se había dado cuenta de que no llevaba calzones: el dedo índice casi me había atravesado el esfínter. La mina no se dio cuenta de nada.

Y allí estaba yo, caminando hacia el fondo del local, frunciendo las piernas y con las manos por delante para que no se me notara la erección. Muerto de vergüenza y de miedo. Excitado como perro en celo. Aquella mano en el trasero había sido una orden y yo todavía era de los que obedecían. Mientras me alejaba, ella le dijo en voz baja (aunque no lo suficiente como para que yo no la oyera):

- Qué chico raro...

- Shhhh... No digas nada: es el novio de Esteban...

¿Esteban? ¿Y quién era Esteban?

Llegué a la última fila de máquinas con las patitas temblando. Tenía un nudo en la panza y la poronga seguía dura. La última fila estaba desierta, me senté en la 30 y me tomé unos instantes para respirar profundo y armonizarme. En eso, la novia de Benja pasó hacia el fondo. Casi de inmediato, recibí en mi máquina un mensaje desde el mostrador:

- Quedate tranqui. No pasa nada. ¿Seguimos con el acuerdo del otro día?

- ¿Quién es Esteban?

- Ya lo vas a conocer. No te preocupes.

La mina apareció otra vez y me miró con cara de pocos amigos. Después volvió con Benjamín. ¿Y yo qué hacía? ¿Me quedaba o me iba? Corrí el teclado y apoyé la cabeza sobre la mesa. Necesitaba tranquilizarme y lograrlo me llevó bastante rato. Más sereno, llegué a las mismas conclusiones que antes de salir de casa: ¿qué más daba? ¿qué podíasuceder de extraordinario? Lo único que seguía incomodándome era el asunto ese del tal Esteban. ¿Quién sería?

Abrí mi correo y no había ninguna novedad. el estúpido de chico_drag85 no había dado señales ni para disculparse. Entré en la página de Chico Lindo (mi página porno preferida por aquellas épocas) y empecé a bajar fotos de flacos desnudos, como era mi costumbre. Llevaba ya largo rato en esa tarea, sobándomela por sobre el pantalón (porque la calentura era mortal), cuando apareció un chico a mi lado. Yo estaba tan concentrado en los culos y las pijas de la pantalla que lo vi recién cuando estuvo pegado a mí. Tendría unos dieciocho años y me miraba sonriente. No estaba tan fuerte como Benjamín, era medio flaquito y huesudo, pero tenía linda carita, una boca carnosa y unas patas fantásticas, peluditas y muy bien formadas. Al verlo me sobresalté.


- ¡Cómo se la traga ese hijo de puta! -me dijo mirando la pantalla y muy cerca del oído- ¿Vos sos mi novio? Me dijeron que la chupás muy bien...

El corazón me dio un brinco. Y la verga también. Sobre todo cuando el flaco se sentó en la silla vecina, me palpó la entrepierna y me hizo sentir el calor de su aliento en el cuello. En ese preciso instante, desafiando toda lógica, se me fueron todos los miedos y la excitación tomó el control de mi cuerpo. El flaco me empezó a susurrar cochinadas al oído, de todas las cosas que tenía ganas de hacerme y que yo le hiciera, me metió la mano debajo del pantaloncito y me dejó la verga al aire para poder manoseármela con mayor comodidad. Tuve que hacer un enorme esfuerzo para no gemir. Me quedé muy quieto y callado y dejé que sus manos me recorrieran a su antojo. Aunque llegó el momento en que me vi obligado a detenerlo: ¡no era cuestión de eyacular allí mismo, con toda la clientela alrededor y la novia de Benja todavía en el local! Esteban se retiró unos centímetros hacia atrás, bajó el cierre de su bragueta y liberó su verga. No era nada descomunal pero estaba bien formada: cabeza grande y tronco recto. Se la sobó y me preguntó si me gustaba. No fue necesaria mi respuesta: mis ojos lo dijeron todo. Con la erección a tope, se puso de pie y su verga me rozaba los labios. Y allí se quedó esperando sin decir nada. No sé de dónde saqué coraje para abrir la boca y empezar a chupársela. Él se dejó hacer. No se movió en ningún momento, aunque alcancé a ver cuando le hacía una mueca a Benjamín.

- Vení -me dijo entonces-. Vamos al cuartito del fondo...

Y sin decir nada más, nos acomodamos la ropa sin demasiado esmero, él me tomó de la mano y yo lo seguí obedientemente. De reojo, pude ver la sonrisa de Benjamín, que abrazaba a su novia y me miraba con picardía.

El cuartito del fondo era una habitación espaciosa con olor a humedad. En un rincón había cajas con resmas de papel y demás insumos para la impresora. Había también dos máquinas desarmadas sobre una mesa, dos sillas y un sillón de dos plazas desvencijado y rotoso. Esteban cerró la puerta y encendió una lámpara que estaba sobre la mesa. Rápidamente nos desnudamos y él me abrazó con fuerza para darme uno de los besos más cachondos que (aun hoy) puedo recordar. Me partió la boca y yo, pobre niñito inexperto, me abandoné a su antojo total y completamente. Y de veras que me hizo lo que quiso. Entramos al cuartito antes de las seis de la tarde y durante casi dos horas recorrió mi cuerpo con cada parte de su cuerpo. Yo me comporté como un muñequito inflable y eso era justamente lo que él quería. Cuando yo no podía sofocar los gemidos, él me tapaba suavemente la boca con su mano o con su pija. Aunque nada fue capaz de acallar mi placer cuando su lengua se zambulló entre mis nalguitas. ¡Qué manera de deslizarse! No tuve un orgasmo anal porque le rogué que se detuviera y me lo concedió. Me dio un respiro de pocos minutos durante los cuales no dejó de pajearse y de decirme cochinadas cada vez más eufórico. Sentí finalmente su pija en la entrada de mi culo y la piel se me erizó como a un gato. Al instante me penetró con violencia. Un dolor indescriptible me nubló la vista. Era una quemadura, un desgarro repentino que me arrancó un quejido agudo e involuntario. Su mano acudió otra vez en ayuda del silencio y su falo se quedó inmóvil dentro de mí hasta que, poco a poco, mi esfínter logró relajarse y adaptarse a la presencia de aquella verga intrusa. Lentamente, muy despacio, regresó el placer a mis entrañas. Sus manos retomaron las caricias y sus labios regresaron a mi espalda. Sin embargo, entre mis nalgas había algo extraño que yo no conocía. Y no se trataba de un pene, por supuesto. Recién descubriría de qué se trataba al cabo de unos minutos. Tras recobrar el ritmo del mete y saca, Esteban llegó al orgasmo. Yo no acabé. No sé por qué. Tal vez porque intuí que aquello no terminaría así. en cuanto a la presencia "extrana", la descubrí cuando se retiró de mí: era la primera vez que me cogían con preservativos. Ya vendrían ocasiones mejores para evaluar si se siente mejor coger con o sin. Por el momento, yo seguía muy cachondo y necesitaba más "atención".


Pero hoy ya es tarde y mañana tengo clases muy temprano. La segunda parte queda para otro día, juas.






15 comentarios:

Lucho´s dijo...

Te odio Zeky´s, sabelo!
Como vas a cortar una historia así nene!!! No sabes que me pone de mal humor quedarme con la duda adentro?!? jejeje.

Esto son los daños colaterales de la banda ancha, ya casi nadie va a un ciber...si le habré sacado jugo al ciber de los chinos!!! será el mismo? jijiji

Parece que nos pego la onda de recordar querido...

Beso enorme

gustavo dijo...

me he dado una paseada por tu blog,cargado de erotismo y sorpresas. Seguiré viniendo.

Jorge dijo...

Hola! Otro interesante relato. Ah, y no sos el único puto raro: yo también tengo todo lo relacionado a los Carpenters.
Un abrazo,
Jorge

goldengate(d) dijo...

la vitrina de tu casa parece e-s-p-e-c-t-a-c-u-l-a-r. no te sientas bicho raro por el contenido de ella, créeme que he visto contenidos mas freakies que el tuyo.

un besote

Anónimo dijo...

Envidia? Mmmmmm... Sí, envidia sería la palabra si tuviera que expresar lo que siento en este momento, ja ja ja ja

Javier dijo...

Tu casa, por lo que describes debe ser un espacio interesante y con personalidad, lo que se dice una casa reflejo de las inquietudes de su morador. Y es que cada cuarto o cuartito tiene su propia esencia. ;-)

Luckitas dijo...

Hola Zekys... la berdad q estoy (estaba) re bajoneado... q casi no dormi... me levante re temprano y como no sabia q hacer me puse a leer blogs de amigos virtuales... lo q contaste no se si me bajoneo mas o me levanto el animo pero me sirvio para hacer comparaciones... yo al lado tuyo estoy en las antipodas...!!! (creo q significa q estoy a 180º pero no estoy muy seguro... se q es algo q es muy opuesto...) bue sigo... somos muy distintos en casi todo... lo unico q compartimos me parece es en tener una vieja con la q disputamos apenas nos vemos... pero eso me pasa segun mi viejo... xq somos dos polos iguales... tan iguales q nos rechazamos... y capas q tenga razon...
Otra cosa... tu historia me parece fantastica... la verdad q me gustaria conocerte personalmente como para preguntarte un par de cosas face to face... pero bue... todo en la vida no se puede... igual kiero q sepas q al menos conmigo estas haciendo 'docencia'... y q mas alla de q este bien o mal... lo importante es cuanto sirve lo q contas y tmb lo q mostras... no te creas q te estoy franeleando virtualmente... solamente keria q supieras q siento y q pienso de lo q estas escribiendo... mucha suerte y espero q contes pronto la segunda parte... chau!

Thiago. dijo...

Te odioooo, te odio, no te das una idea hace cuanto que nada y yo leo esto... Encima en mi trabajo, aaaaaah, estoy más caliente que negra en baile, hate u!

Con mi madre es igual, una hora y terminamos a los bifes salvo que haga como siempre y simule escucharla.

Unknown dijo...

Lucho's
Midá qué coza: a mí me pone de muy buen humod que me dejen la duda adentdo, juaaaaaaaa

Gustavo
Serás siempre bienvenido!!!!!

Jorge
Una cosa no quita la otra, ¿no?juas.

alex
A mí me gusta ser un bicho raro, juas! No me quites la ilusión!

Huije
Ya me parecía que te veía un poco verde!!!!!

Pe-Jota
Yo no podría haberlo dicho mejor!!!!

Luckitas
Me vas a hacer poner colorado!!!! Quién te dice que no podamos encontrarnos alguna vez?
No me molesta que me franelees, juas, aunque sea virtualmente!!!!

Thiago
A ver... MI AMOR... Si sos el de la foto, no sé cómo puede ser que tanto tiempo y nada!
Cuando te echen a la mierda del laburo por mirar pornografía no me vengas a echar la culpa a mí eh, juas.
Y lo de tu vieja es una ventaja respecto de la mía. A la mía es imposible "simular" que la escuchás. LA TENÉS QUE ESCUCHAR SI O SI!!!!! IMPOSIBLE NO ESCUCHARLA!!!!

Cubista dijo...

Yo también tengo la discografía completa de los Carpenter´s en vinilo!
Hace tiempo esperaba saber un poco más de "tus primeros" pasos jeje.
Siempre que paso por aquí salgo más feliz (y complacido) de lo que entré xD.
Regalito de Reyes...una historia inolvidable, fue la primera que leí; me acuerdo perfect6amente.
Espero que te encuentres muy bien.
Cariños, Flip

Unknown dijo...

he caido por casualidad en tu blog, muy bueno el relato, una pasada!

pregunta, el chico de la foto del fondo, eres tú?

Luc dijo...

Che, no se puede leer tu blog sin terminar al palo y pajeándose!! jaja
Muy buena combinación, lo que contás... las fotos... el fondo (si sos vos, evidentemente vale la pena pagar tus servicios!).
Bueno, seguiré pasando a conocer de tus aventuras.
Abrazo

Unknown dijo...

Flip
Qué bueno que tengamos tantas cosas en común, juas.

Terrorista
Están todos intrigados con ese detalle, juajuajua. Si te gusta el de la foto, soy yo. Si no, no, juas.

Luc
Que no te quepa duda: vale la pena pagar mis servicios, juas.

Unknown dijo...

Ayyy, NO!!! No podes cortarla asi!! Estaba re-cachonda la historia!! Es un hecho que los cibers tienen un aura que no puedo describir en este momento, pero que tu lo lgras con esta historia y la anterior. ME ENCANTA!!

MAFALDA RULES!!

Espero con ansias la continuacion. Hasta entonces lindo!!

Arquitecturibe dijo...

wow.... hacia dias que no venía a pegarme una sobadita por estos lados... mala costumbre que no dejaré morir!!! jejeje... como siempre, impecable en tu narrativa erotica y sugestiva, como ves estoy desatrazandome con esta primera entrada para continuar con la actual segunda parte....
por demás el sacrilegio del comic del padre... hummm sin palabras