martes, 22 de enero de 2008

Año Nuevo en Curitiba (2da parte)




Obvio que, desde el momento mismo en que el resto de la banda ingresó en el depto de Bassinho, la acción prosiguió sin solución de continuidad. Los dos hermanos se colocaron desnudos en el centro de la cama, espalda contra espalda, y los brancos do grupo nos los repartimos dos a dos. Nobleza obliga, Sony y yo cedimos la atención del dueño de casa a Juaco y a Sebita, que se pusieron verdes de envidia al encontrarnos con él en una “interacción” tan estrecha.

El mulatón se portó de maravillas a pesar de su reciente orgasmo. Un asombroso espectáculo de recuperación. ¿Es necesario abundar en detalles acerca de lo que allí sucedió? No ¿verdad? Baste con decir que estuvo más que bueno. Ver cómo Bassinho se cogía a mis amigos, al tiempo en que João lo hacía con Sony y conmigo, fue una experiencia memorable. Y afortunadamente no sería la última vez que lo hiciéramos.

La “ducha comunitaria” posterior tampoco fue digna de olvidar. Los seis en el bañito, jugueteando, riéndonos, toqueteándonos, manoseándonos, pusimos en claro cuál era el espíritu que le imprimiríamos a aquella breve estancia en Curitiba. Juaco y Seby tuvieron nuevas erecciones y los demás (salvo Bassinho) nos encargamos de “ayudarlos”. Incluso João, que le mostró a su hermanos sus dotes en las artes felatorias.

Puedo imaginar en este punto las voces de algunos que habrán de rasgarse las vestiduras (en el supuesto caso de que las tuvieran puestas, juas) ante esta historia que muestra a dos hermanos compartiendo su sexualidad. Aun cuando no hubo incesto (ni lo ha habido hasta el momento; a no ilusionarse los más morbosos), la idea de dos hermanos cogiendo, uno frente al otro, puede llegar a horrorizar al más liberal de los mortales. Puedo comprenderlo. Como en tantas otras cosas, nos han educado para ver este tipo de cuestiones desde el balcón de la mojigatería que, normalmente, pone a la sexualidad en el plano de lo pecaminoso, la practique quien la practique. Muchas veces he reflexionado sobre este asunto en silencio pero, claro, tampoco voy a dármelas de gran filósofo: no soy capaz de elaborar una opinión que disipe dudas y controversias. Sin embargo (tal vez por eso mismo) no juzgo ni acuso. El hecho de que João y Bassinho estuviesen allí compartiendo sexo con nosotros fue una decisión libre de ambos que disfrutamos entre todos.



Por la tarde tuvimos la ocasión de conocer un poco la ciudad, una ciudad sorprendente que ya volveré a visitar en otra oportunidad con más tiempo. Y al anochecer fuimos al fin a casa de los padres de João, en uno de los barrios más humildes de Curitiba.

Nos recibieron todos con gran algarabía. Victoria, la madre de João, mulata enorme y risueña, había preparado toda clase de comidas deliciosas, cuyos nombres no me tomé el trabajo de memorizar. Todos nos dedicamos a la ingrata tarea de devorar todo lo que estuviera al alcance de nuestras manos y de beber (sin demasiada responsabilidad) toda la cerveza que Basilio, el pater familias, nos servía en abundancia. Es destacable que el hombre reunía en una sola persona lo mejor de sus dos hijos varones, al menos en lo que a físico y simpatía se refiere. Tanto que los efectos del alcohol, entre charla y risas, me hicieron verlo con cierto interés, a pesar de sus cincuenta largos, sus modales toscos y su aspecto desprolijo. Otro adelanto para los lectores morbosos: ninguno de nosotros tuvo sexo con Basilio.



Además de los dos hijos varones que ya he mencionado, había en la familia cuatro hijas mujeres. Tres de ellas eran mayores que João y la otra tenía apenas quince años. Todas pulposas y (por lo que se intuía) bien predispuestas a separar las rodillas. Las consecuencias de ello estaban a la vista: ocho pendejos de entre tres y diez años que rompieron las pelotas sin descanso y solo me simpatizaron en la medida en que iban dejándose vencer por el sueño. Claro que eso sucedió ya llegado el 2008, luego de que el alcohol cerrara el círculo alrededor de mi voluntad.

Después de las presentaciones de rigor, los saludos y demás muestras de cortesía, nos sentamos en el patio de tierra, alrededor de una mesa que tenía una pata más corta que las otras tres, e iniciamos la gran comilona. Basilio nos contaba anécdotas de su trabajo como barrendero público. João y sus hermanas se encargaban de que no faltara la comida y Bassinho ayudaba a su padre con la provisión de bebidas. Desde la cocina, Mae Victoria hacía sus acotaciones y ponía en descubierto las risueñas exageraciones de su marido. Sin embargo, lo más engorroso (y lo más divertido al mismo tiempo) era la traducción simultánea de la conversación para que Sony y Seby no se quedaran afuera de la diversión. Juaco tiene un excelente cliente brasileño gracias al cual aprendió a dominar la lengua (y no solo es un juego de palabras, juas). Él y João actuaron como intérpretes oficiales, con mi invalorable asesoramiento gramatical, juas.

La velada se puso aun más entretenida con la llegada de más parientes. Sobre todo de dos primos de unos dieciocho años escasamente cumplidos que llamaron nuestra atención apenas nos los presentaron. Uno de ellos, Bruno, era mulato como el resto de los ejemplares masculinos de la familia que habíamos conocido hasta el momento y nada tenía que envidiarles a sus primos en cuanto a simpatía y sensualidad. El otro, llamado Bento, era de tez pálida y cabello lacio y renegrido, de una delgadez extrema pero curiosamente esbelto y delicado. Parecía tímido por demás. Sonreía con vergüenza y no miraba a los ojos. Pero era evidente que se trataba de un chico dulce e inocente.



Advertidos de nuestra presencia y quizás como muestra de hospitalidad, los parientes llevaron consigo una amplia colección de compactos de cumbia villera, ¡la música (¿?) que más odio en este mundo! De modo que toda la noche la pasamos al ritmo de Leo Mattioli, Piola Vago, Néstor en Bloque y Lía Crucet. No todas podían ser rosas.

Pasadas las nueve de la noche, ya éramos catorce comensales a la mesa, sin contar a los pendejitos que seguían descontrolados a nuestro alrededor. A pesar de la música (en ningún momento de la noche pude disfrutar de Caetano, ni siquiera de Daniela Mercuri!!!!) la estábamos pasando de maravillas y hasta nos divertían las descaradas insinuaciones de las hermanas de la casa. ¡Pobres ilusas! Es evidente que la atracción por los argentinos en esa familia es una cuestión genética.

Junto a mí, Sony comía y bebía como el mejor, participando como podía de la charla y divirtiéndose junto a todos los demás. Sin embargo, de un momento a otro, empezó a removerse inquieto en su silla como si algo lo hubiera puesto nervioso. Pensé que podría tratarse de su nuevo atuendo (a duras penas lo habíamos persuadido de renovar su look, abandonar los jeans provocativos y las remeritas cortas). Llevaba una camisa de seda con bordados muy delicados, pantalones de hilo y sandalias de cuero. Nunca antes lo habíamos visto tan elegante. Pero su inquietud nada tenía que ver con su nuevo aspecto.

Desde la puerta que daba a la cocina, Bassinho lo miraba de modo sugestivo y se acariciaba el pecho con su gran manota. A su lado, el primo Bruno también le sonreía y, más explícitamente, se sobaba el bulto. Ya eran pasadas las once y se acercaba la hora de recibir el nuevo año. Los dos primos se perdieron de vista y Sony, sin perder tiempo, se puso de pie y fue en su búsqueda. Casi nadie se percató de su movida. Solo Juaco y yo, que intercambiamos una mirada cómplice y seguimos con el festejo.

Lo que sigue es una trascripción más o menos fiel de lo que Sony nos contó al día siguiente.

Cuando se dio cuenta de que Bassinho y Bruno lo provocaban con tanto descaro, supuso que no era más que un histeriqueo pasajero, un intento de calentar la pava pero sin el propósito de tomarse el mate… al menos no en lo inmediato. Era muy loco que lo hicieran tan a la vista de toda la familia y (acoto yo) eso debe haber sido lo que más lo calentó. Por eso, cuando Bassinho le hizo una seña con la cabeza y desapareció tras la cortina con su primo, el cerebro de Sony dejó de funcionar y entonces fue presa fácil de sus traseros instintos. En situaciones como esa, el culo le empieza a palpitar con fuerza y se apodera de su voluntad.



La casa no era grande y mucho menos lujosa. Al entrar en la cocina y no ver absolutamente a nadie sintió el impulso de regresar al patio y sentarse otra vez a la mesa. Pero justo en ese momento Bassinho apareció por una puerta para tomarlo de la mano y guiarlo hacia otra habitación semi en penumbras que como puerta tenía solo una cortina floreada. En esa habitación, el primo Bruno ya lo esperaba con los pantalones bajos y la verga en la mano.

Lamento no poder reproducir los diálogos (que los hubo, según el relato de Sony) pero mi amigo es un total negado para el portugués y no pudo darnos cuenta de ellos. Imagino que los morochos habrán intentado comunicarse y, ante la total y completa incomprensión por parte de mi rubio compañero culón, se resignaron a utilizar el lenguaje universal de las señas. Para hacernos una idea, baste con representarnos mentalmente a cualquiera de los dos mulatos moviendo la mano en forma de tubo frente a la boca abierta… o con ambas manos a la altura de la cadera (como quien sostiene una caja) moviendo la pelvis hacia delante y hacia atrás… aunque lo más seguro es que Bruno le haya mostrado la poronga sin más preámbulos mientras le hacía muecas inequívocamente lascivas. El caso es que Sony entró en aquel cuarto huérfano de intimidad con la expectativa de hacerse coger por ambos primos y el morbo adicional de poder ser descubiertos. No muy lejos se oían nuestras voces y nuestras risas. Se oía incluso el ruido de los vasos al entrechocarse en la infinidad de brindis que se realizaron esa noche y que servían de fondo a las insufribles canciones de Gladys la Bomba Tucumana y Damas Gratis. Dentro de la habitación también se escuchaban los chasquidos húmedos de la boca de Sony chupándoles las vergas con entusiasmo. Ahora ya sin palabras. El contacto sexual era toda la comunicación que necesitaban.

La pija de Bruno no era tan larga como la de Bassinho pero era aun más gruesa, lo cual era un atractivo más ante los ojos de Sony. En toda esta historia, también juega un papel muy especial (para todos nosotros) el aroma tan particular de las pieles oscuras que nos cachondea tanto. Sony se embriagaba con ese olor, yendo de una poronga a la otra, acariciando piernas y lamiendo huevos. Tal vez por la confianza que le daba el hecho de haberlo cogido ya durante la tarde, Bassinho abandonó su pasividad y, arrodillándose detrás de Sony, le bajó los pantalones y empezó a comerle el culo con lengua y labios generosos. El placer de Sony fue tan grande que experimentó una dilatación inmediata, gracias a la cual Bassinho pudo incorporar los dedos al juego, introduciéndolos en el recto sin ninguna dificultad. Un dedo y luego dos explorando las intimidades de mi amigo hasta que, seguramente, fue él mismo quien reclamó la penetración. Bassinho no se hizo de rogar. Se ubicó cómodamente detrás de Sony, le dio unas palmadas en las nalgas y lo penetró con fuerza, tal como había comprobado que al rubio le gustaba. El bullicio de la fiesta ahogaba los gemidos de los tres. Se acercaba la medianoche y Bruno también quiso probar el gusto de introducirse dentro del culo de Sony. Con la pija de Bassinho todavía gozándolo, mi amigo le puso a Bruno un preservativo con la boca y luego se dio vuelta para entregarle el premio por haberse portado tan bien durante la mamada. Entonces Bruno experimentó un placer que nunca antes había conocido. El culo de Sony devuelve con creces el goce que recibe. Tanto que el morenito no pudo aguantar mucho y pronto lanzó toda su leche junto a un quejido que debió ser ahogado por la mano de su primo. Bruno fue el único que acabó en esa oportunidad. Los otros dos, más experimentados en esas lides, prefirieron reservarse el festín para cuando estuvieran ya en el nuevo año.



5 comentarios:

semental dijo...

hola zekis ¿q tal el campo?
q suerte la de tu amigo al tener familiares gay,yo tengo 2 hermanos heterosexuales hasta la medula,y los primos ni hablar.

no te pierdas tanto!!!

un abrazo.

Luckitas dijo...

Me llevas con vos en tus proximas vacaciones...??? ya voy a ser mayor de edad...!!! y se falhar portuñol...!!! jaaaaaaa... genial las xp de Sony... chauuuuuuuuu...!!!

Arquitecturibe dijo...

Comence a llenar un cerdito con monedas para irme a tu lado en las siguientes vacaciones.... suenan espectaculares!!!!
besitos desde mi lejana galaxia

Javier dijo...

Esto es lo que se llama la calidez Brasileña??, jejejeje

Thiago. dijo...

Te juro que es imposible leer esto sin calentarse y me siento incomódisimo en el trabajo, consejo, buscate un instructor de yoga...

¡¡¡No sabés de lo que estás perdiendo!!! JAJAJAJAJAJAJAJAJA.

Gruss!